viernes, noviembre 22, 2024
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DON BENIGNO RANGEL Y EL MARIACHI SANTA ROSA, OTRA LEYENDA DE GUANAJUATO

Hay destinos sorpresivos e impredecibles, y también los opuestos. Los que por alguna sentencia divina habremos de cumplir durante nuestra vida. Así le pasó a Benigno Rangel González y sus hermanos, integrantes del famoso grupo del mariachi Santa Rosa que se fundó en 1953 en Guanajuato.

El propio Benigno contó que comenzó a los 13 años, tocando la trompeta y ahora tiene 73 y sigue haciéndolo con su grupo en el Jardín Unión, en el corazón del municipio de Guanajuato. En su periplo artístico, han visto y vivido de todo, han acompañado a los astros de la canción ranchera como Vicente Fernández, Lucha Villa, Lola Beltrán, David Reynoso y hasta Juan Gabriel, entre muchos otros. 

Su historia musical se entrelaza con su vida familiar. Su padre de oficio gambusino, tan afecto a la música, despilfarraba el dinero pagando músicos constantemente, tanto que su madre le soltó un día: “Ojalá que algunos de mis hijos sea músico, porque estás tirando todo el dinero, le decía a mi papá. Ojalá tengas un hijo músico para que dejes de estar tirando el dinero y se los des a ellos.” 

Y sí, la sentencia de su madre se cumplió con el paso del tiempo. 

El día de la entrevista, don Benigno mencionó que iba a tocar la trompeta, pero como se le rompió la dentadura, no podría hacerlo hasta que se la reparasen en Irapuato. Vestido con una camisa blanca y corbatín tricolor –porque jugaba la Selección Nacional su primer partido en Qatar—, pantalón negro con motivos metálicos a los costados en cada una de las piernas, como lo estilan los charros y botas negras, completan su segunda piel, y está listo para contar algunas anécdotas y responder preguntas, 

 

Don Benigno recuerda que una vez que fueron a San Juan, su mamá compró una guitarra, un violín y un guitarrón y llegó con los instrumentos a su casa. Su tío Gregorio González, que sabía tocar los instrumentos, les enseñó a él y sus hermanos.

A Álvaro lo enseñó a tocar la guitarra y a cantar; “el secreto del canto es algo muy curioso. ¿Cómo es que alguien que canta en el Jardín, se escucha hasta la Plaza de la Paz?”, cuestiona. 

Y responde: “yo digo es muy fácil cuando se ha vivido en la sierra. Donde estés envías la voz y llega a donde quieres que llegue y efectivamente la voz que se enviaba llegaba; cuando mi hermano cantaba, en donde cantaba no se escuchaba fuerte, pero la voz se escuchaba lejos”. 

Los enseñaban por ejemplo, en el Teatro Juárez , de ahí cantando en el escenario tenía que escucharse la voz hasta el último palco y de regreso, del palco al escenario. 

En cuanto a la integración del mariachi Santa Rosa y de su aprendizaje, don Beny, como le dicen sus amigos, recuerda que había un excelente trompetista en Yerbabuena que se llamaba Pedro Rea, “él tenía una enorme habilidad para la trompeta, era impresionante ver que sin ensayar mucho, se aprendía las piezas y decía mi hermano —el que tocaba la vihuela y fundador del mariachi— tú vas a tocar trompeta”. 

Él estuvo de acuerdo porque ya desde que iba a la primaria estuvo en la banda de guerra y andaba en todas partes, con el instrumento. Además la técnica era simple, acomodársela y soplarle hasta que saliera el sonido. 

Otro maestro fue el señor Maximino Sánchez, quien había estudiado para sacerdote, aunque luego se arrepintió y se dedicó a tocar un requinto en la ciudad, “me dijo yo te puedo enseñar, y le dije, pues inmediatamente, porque donde hay un maestro ahí surge el aprendizaje”.

Rangel González afirma que la trompeta es el instrumento más chismoso que hay, porque rápido se sabe dónde está el mariachi, y así siempre lo tenían bien ubicado. Ya sabían lo que podía hacer con el instrumento y ya recibía invitaciones para integrarse a otros grupos, pero ya estaba comprometido con sus hermanos. 

“Nos fuimos a México, cuando pertenecimos a Ferrocarriles y armamos un mariachi de 120 integrantes. Nos dieron un edificio para ensayar y duramos 2 años trabajando para ferrocarriles, en esos dos años, Vicente Fernández estaba rompiendo el cascarón”, narra. 

Después Vicente fue creciendo al igual que su compositor Federico Méndez, que era director artístico de Las Hermanas Huerta y los Tigres del Norte. 

Cuando regresaron a Guanajuato pidieron que les rentaran la ex estación, por lo que duraba un Festival Internacional Cervantino, pero duraron mucho más tiempo. 

“Los tiempos cambian y nosotros también hemos cambiado, me siento atrasado para el tiempo que estoy viviendo, entonces si me preguntaran cómo me siento ahora, diría que me siento en un mundo que desconozco, pero los amigos forman parte de mi mundo”.  Don Benigno ve el pasado con nostalgia, porque además antes para ser un buen músico ensayaban todos los días de 8 a 10 de la mañana, cantaban todas las canciones, “ahora es más fácil porque sacan su celular y ya siguen la letra”, señala.

Carlos Olvera
Carlos Olvera
(CDMX 1963) Reportero para medios nacionales y locales, entre los que se cuentan El Nacional, Milenio semanal, Milenio Diario, Revista Época, El Nacional de Guanajuato y titular de informativo radiofónico FLNoticias; Cinéfilo y adicto a la lectura y el café.
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