Desde los valles resecos, donde nopaleras y órganos retienen partículas de humedad, hasta la verde frondosidad inserta entre peñascos y cañadas, resuenan los tunditos. Dos esbeltos y morenos jóvenes hacen sonar chirimía (flauta de carrizo) y tamborcillo con piel de chivo (tundito) para evocar las glorias musicales de pueblos hñähñu-otomíes. La gloria sonora del Guanajuato indómito tiene nuevas generaciones que la honran.
Xichú, Guanajuato, real de minas y otrora tierra chichimeca. Del Terrero baja una procesión de huapangueros, concheros y mojigangas. Junto a ellos, esas dos figuras de manta blanca y patiño: entre cantos, alabanzas y décimas versadas tocan la gloria musical otomí dedicada a las deidades ahora católicas.
Neftalí y Eli Lama Pichardo Vázquez viven en Doctor Mora, Guanajuato. Son jóvenes veinteañeros orgullosos de sus raíces, discípulos de su abuelo Antonio Vázquez García, que fuera conocido en vida como “Toño Pititos”.
Los tunditos y el mundo otomí
La música de tunditos es propia de la comunidad otomí de Cieneguilla, perteneciente al municipio de Tierra Blanca en el noreste del estado de Guanajuato. Es una tradición arraigada con orígenes prehispánicos y que persiste en el siglo XXI.
Los tunditos tocan regularmente en pareja: tundito y chirimía. En ocasiones se agrega un violín. Interpretan sones y alabanzas, pero no suelen ya llevar letra. Al ser contratados para las fiestas patronales de la región, llegaron a Doctor Mora. Ahí sembraron y ahora hay cosecha.
Tunditos mestizos de Doctor Mora
Neftalí y Eli Lama son los principales ejecutantes doctormorenses de la también llamada “música de timbaleros”.
“Aprendimos los tunditos de nuestro abuelo”, aclara Neftalí: “no tenemos alguna ascendencia otomí, pero traemos las raíces de lo que es Tierra Blanca”.
En efecto, don Antonio lo aprendió y lo enseñó a sus nietos entonces apenas unos niños. Por eso ellos tocan en honor y memoria de don Toño Pititos.
Tundito, aclaran los hermanos, proviene del otomí y significa “música que toca el hombre”. Explican que se trata principalmente de sones que exigen una gran memoria. Y en efecto, aunque parezca música monótona, tiene una diversidad tonal.
Las piezas de tundo no llevan letra. Cuando es canción, precisa Eli Lama, es muy complicado aprender la letra.
¿Que representa para ustedes esta música? Eli Lama responde:
—Para nosotros es la raíz de una tradición que no debe morir, es un nuevo nacer, un nuevo amanecer.
“Tocamos por honor a nuestro abuelo”, recalca Neftalí. Lo aprendieron desde niños, como lo muestra el video que puede ser visto: en https://www.youtube.com/watch?v=eUaT2kQDlaU.
Para ellos, los tunditos son “música de grandes”, en referencia a los mayores, los ancianos.
Neftalí estudió terapia física en San Luis de la Paz. “Creo”, explica, “que el simple hecho de saber algo de los grandes te da más poder cuando se trata de sanar a los demás, nos vamos enriqueciendo música sanadora”.
Eli Lama, por su parte, precisa: “me dedico al cien por ciento a resaltar la tradición”.
En efecto, en Doctor Mora tienen un grupo de niños que aprenden a tocar los instrumentos y a seguir la tradición. “Estoy llenando a mi pueblo de esa tradición”, añade; andamos del tingo al tango y regresamos a formar gente nueva para los tunditos, que nos oigan y vean tocar como hace 15 años atrás oímos a nuestros abuelos y maestros”.
Y el remate de la charla:
Neftalí: “No te avergüences de donde eres, nos sentimos orgullosos de donde venimos”.
Eli Lama: “Hay que rescatar las tradiciones, hay que compartir porque hoy estamos aquí y mañana quién sabe. Hay que compartir mientras nuestro Dios nos lo permita”.
La blancura de la manta de sus trajes se funde entre el mundo multicolor de la fiesta huapanguera xichulense. Flauta y tambor se funden con la fuerza de tambores y conchas de los danzantes.
Huapango mestizo, danza mexica y sones otomíes en ese noreste del Guanajuato que poco se conoce. El frío obliga a beberle al mezcal.
¡Salud, tunditos!