jueves, septiembre 19, 2024
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LA VOZ DE LA TORMENTA; JACINTO JARAMILLO 

“Yo siempre buscaba explicar qué es lo que estaba ocurriendo; las tormentas son parte de la vida

El estruendo del agua al caer con furia sobre las láminas en medio de rayos y truenos, más que temor, generó una profunda inquietud de qué es lo que estaba pasando y por qué; se fue la luz y la tormenta siguió en su enérgica intervención, mientras que el pequeño Jacinto de unos 3 años de edad, trataba de entablar un diálogo, una comunicación directa con esa fuerte tormenta, entenderla y traducirla. 

“Yo siempre buscaba explicar qué es lo que estaba ocurriendo; las tormentas son parte de la vida y así lo veía desde pequeño; fue algo que en mi medio de escasos recursos, por supuesto que el aliciente importante era poder saber qué. Y como había unas frases o libros por ahí, que estaban enfocados a dar respuestas del por qué. Las personas siempre se preguntan por qué.” 

“Buscábamos algunas explicaciones para razonarlas, algún argumento al respecto y creo que ese fue el inicio en mi caso, de ver qué ocurría en el reino natural y en este aspecto específico, en el medio ambiente, para saber por qué llovía y por qué no, y por qué algunas nubes daban lluvia y otras no.”

“Esto —las preguntas y la falta de certezas— fue creciendo paulatinamente. Nos tocó una infancia difícil en la cual teníamos limitaciones y no había algo bien definido sobre lo que sería el futuro. Los recursos no alcanzaban y menos para pensar en estudiar una carrera en alguna universidad.”

Jacinto Jaramillo Rocha, meteorólogo, jubilado de la Universidad de Guanajuato (fotografías de Carlos Olvera)

Jacinto Jaramillo Rocha, meteorólogo, jubilado de la Universidad de Guanajuato, luego de estar al frente del Observatorio Meteorológico por los últimos XX años, se queda pensando que efectivamente, a pesar de las precariedades que vivió en esa época, nunca interrumpió esa comunicación con la naturaleza de la región. 

“Provengo de una familia en la que fuimos 9 hermanos, actualmente somos 8 y soy uno de los de en medio, soy el cuarto. La dificultad se hizo más presente cuando murió mi padre cuando yo tenía 11 años y todos los planes de estudiar o de desarrollarnos se vinieron abajo, porque fue justo en la etapa en la que entras a la secundaria y obviamente tenías que ser realista y saber qué podías hacer y qué no.” 

“Las cosas se complicaron a partir de ahí, teníamos dificultades como muchos e igual tuvimos que esforzarnos y estudiar de manera libre cuando podíamos, había que trabajar y también buscar salir adelante.” 

“Iniciamos trabajando en una tienda del barrio, poco antes de los 11 años. Antes colaboraba con mi abuelo que era Cabo de Veladores en la Mina del Cubo y por eso conocí todas esas comunidades: El Cubo, Cebolletas, Rosa de Castilla, Villalpando, El Tajo.” 

“Había que cuidar muchas instalaciones y me llevaba desde los 9 años a esas revisiones. Conocimos las bajas temperaturas de Villalpando, donde amanecíamos cualquier mes de enero, con hasta 10 grados bajo cero, como en algunos de esos puntos que son de las zonas más frías de Guanajuato.” 

 ¿Estas vivencias permitieron tu comunicación con el entorno? ¿Fue un don, una habilidad? 

Creo que es un conocimiento, si me permites el término, que se alimentó, que se mamó, desde pequeño; recuerdo las madrugadas cuando iba a Villalpando en un tramo carretero de aproximadamente 6 kilómetros en medio de la Sierra y apreciabas el cielo.

Observabas los elementos desde la parte más alta de nuestra ciudad, desde los entornos de la ciudad de Guanajuato y mirabas hacia el horizonte los límites con Michoacán, veías los grandes desarrollos nubosos, con tormentas eléctricas impresionantes y siempre había un interés porque a las 2 o 3 de la mañana en esa calma absoluta, en medio de la Sierra, era verdaderamente impresionante ver un cielo tan limpio, en esa época —hace unos 50 años—había muy poca luz artificial y la bóveda celeste era impresionante y hasta observabas la caída de algunos meteoritos. 

Creo que esa parte fue la que definitivamente me impactó y agradó tanto, como para buscar una explicación a este tipo de fenómenos naturales; en el caso de la astronomía —que en algún momento pude elegir— en lugar de prepararme en el área de sismología o bien en el área de meteorología, que en este caso fue la que más me llenó, aún cuando tuve algunos inicios en la sismología con la con el doctor David Novelo en la UNAM, esto fue un buen impulso, pero al ser parte de Ciencias de la Tierra, fui encargado por un tiempo corto de la estación sismológica que estaba en el Cerro Gordo, de León, Guanajuato. 

Jacinto Jaramillo Rocha, meteorólogo afincado en Guanajuato capital (fotografías de Carlos Olvera

¿Te ha tocado un rayo alguna vez? 

Justamente en Ciudad Alemán. Realmente las vivencias que nos hizo pasar el Servicio Meteorológico Nacional era entender qué es lo que ocurría, justamente en Ciudad Alemán, Veracruz, nos tocó estar cerca de Coatzacoalcos y sobre todo del Río Papaloapan; justamente cuando un cuerpo de agua está en movimiento y las tormentas eléctricas son muy fuertes —había nortes continentales—, nos tocó observar situaciones verdaderamente muy difíciles. Habitantes de las comunidades que perdían animales porque eran arrastrados por las aguas y las reses iban ahogándose en el río, terminaban con árboles, con animales de corral, que para esas personas eran muy importantes, eran su patrimonio. 

Eso nos hizo tratar de explicar qué era lo que ocurría y siempre la meteorología, al hacer un análisis, busca la prevención, no se puede hacer otra cosa es como en el caso de los huracanes, el propósito final de los huracanes es que yo te avise, con dos o tres días de anticipación, de qué fenómeno se está acercando y qué daño o afectación nos puede generar en la zona, por lo tanto a partir de ahí aprendes que la protección civil es importante y justo en nuestro país nace después de los sismos de 1985.

¿Y después de varios años lograste entablar comunicación con el entorno, hablaste con las nubes, con la tormenta? 

Todos tenemos algo de sensibilidad y cuando la parte sensible de una persona se enfoca a conocer el medio natural, no quiero decir que uno sea privilegiado, simplemente observamos los detalles, en el Servicio Meteorológico Nacional —donde en algún momento se reconoció a Jaramillo como el Mejor Observador Nacional— se me dio un cargo de análisis de nubes y a partir de ahí se me nombro Instructor Nacional de Nubes, porque tenía la capacidad de analizar lo que era el nacimiento, evolución y muerte de una nube y de acuerdo a ello, ver qué paso seguía a partir de esa disolución o nueva formación. 

Contar con la capacidad de analizar lo que era el nacimiento, evolución y muerte de una nube (fotografías de Carlos Olvera)

Por lo tanto, ahí conoces que ciertas nubes nos dan lluvia, que ciertas nubes nos provocan fenómenos ópticos como los arcoíris o que ciertas nubes producen determinada cantidad de lluvia y esa puede crear problemas solo en una ciudad, de acuerdo al volumen o al tiempo de caída de agua, que se denomina como intensidad. 

Como un abogado que es sensible a lo que hace, o un médico, parte de nuestra labor era observar y por eso es que se denomina como Observador Sensorial, a la gran mayoría de observadores meteorologistas que es finalmente el término que se aplica, pero también hay un área que se denomina como observación sensorial que es cuando careces de ciertos equipos, pero tu capacidad de observación suple a esos equipos.

¿Esta actividad te permite vida social, o es muy demandante? 

Durante 16 años que me convertí en instructor del Servicio Meteorológico Nacional y con la responsabilidad de las retransmisiones de todos los códigos que se manejan, porque has de saber que en la meteorología se manejan números, para poder interpretar un análisis de cualquier parte del mundo sin la barrera del idioma. No hablo ruso o alemán por lo tanto, manejo el idioma de los números y puedo interpretar lo que está ocurriendo en esos puntos.

El intercambio de información, precisamente nos da esa posibilidad de interpretar lo que allá ocurre y que ellos interpreten lo que tenemos nosotros. 

En 16 años no tuvimos un día de vacaciones porque estábamos con el compromiso con la Universidad de Guanajuato y la Comisión Nacional del Agua; a partir de ahí, no había sábados y domingos, porque teníamos la guardia permanente para tener información de primera mano y generar pronósticos, con toda esta información en el centro de previsión ya fuera en el Golfo de México o de la ciudad de México. 

Se espera que el meteorólogo prediga con cierta certidumbre los fenómenos de su área de estudio (fotografías de Carlos Olvera)

¿Qué te decían en tu casa? 

La esposa es la que más lo batalla. Mis tres hijos tuvieron la educación de su mamá porque su papá nunca estaba con ellos por estar inmerso en lo que hacíamos. Con el más pequeño sí tuve más contacto con él porque deje de ser instructor del SMN, pero seguí con la UG y ya con un poco menos de demanda, pero con mayor tecnología, que nos permitía hacer análisis desde casa. 

Ahora lo seguimos haciendo y con algunas carencias, porque ya estamos jubilados, pero traemos en la sangre esa venita de poder interpretar lo que está ocurriendo y tan es así que tenemos la bondad de las personas que nos escuchan en algún momento, o que nos leen y eso es importante, porque se valora lo que se hace en los medios y porque siempre estamos dispuestos a buscar, a entender y explicar que es lo que está ocurriendo. 

¿Hay algún misterio por descubrir en cuanto a las herramientas e instrumentos, ha ido cambiando o es el mismo?

La tecnología ha sido importante y de hecho se manejan como tres niveles de observación; en superficie con equipo portátil o un equipo fijo que es el que aprendes a leer; posteriormente hay algo que se denomina como Niveles Medios de la Atmósfera, se arrojan globos radio sonda, conectados a un equipo de cómputo y los sensores van arrojando, cómo se comporta, de dónde viene la corriente de aire, o si el desarrollo nuboso tiene gran crecimiento y el Satelital, que mide cómo se va moviendo la nube, o cómo se va desplazando un huracán. 

Yo en especial le tuve un gran cariño a un equipo que tuvo la Universidad o que tiene, es un barómetro de cubeta, se le denomina barómetro de Torricelli que data de antes del año 1900, es un equipo Italiano que tenía una sensibilidad tremenda. 

Ese aparato era tan eficaz, que si lo sabías observar e interpretar, si había un bajón muy rápido, te estaba anunciando una baja presión fuerte y por lo tanto salías y observabas que ligado a esta información se estaba formando una nube de gran desarrollo y esa baja presión era la premonición de que en no más de media hora tendrías una fuerte tormenta.

Ese es uno de los equipos que recuerdo con más cariño, los otros son evaporímetro, ciclómetros, termómetros uno seco y uno húmedo que con la lectura estableces la humedad relativa en el medio ambiente y también la de punto de rocío, que es cuando ya está próxima la lluvia.

Nubes inofensivas, otras que producen lluvia, nubes que provocan arcoíris (fotografías de Carlos Olvera)

Carlos Olvera
Carlos Olvera
(CDMX 1963) Reportero para medios nacionales y locales, entre los que se cuentan El Nacional, Milenio semanal, Milenio Diario, Revista Época, El Nacional de Guanajuato y titular de informativo radiofónico FLNoticias; Cinéfilo y adicto a la lectura y el café.
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