“Querer ser escritora se vislumbraba como un camino no tan sencillo pues nuestra voz pocas veces era escuchada”.
Escribir no siempre es fácil y escribir cuentos, ensayos o lograr una obra literaria completa y vivir de ello podría decirse que es el sueño de muchos, pero pocos lo logran; sin embargo la escritora leonesa Paulina Mendoza se dice afortunada de haber encontrado los espacios idóneos para desarrollar su pasión al poder “ejercitar la escritura y también ganarme la vida”.
A sus 34 años de edad, Paulina Mendoza Hernández es autora de dos libros que ya se han publicado: el primero en el 2016, País de viejas profecías, y en el 2019 su segunda obra literaria Discurso desde la cama, además de varios ensayos y cuentos también ha hecho guiones de cine, incluso ha colaborado con el productor guanajuatense Amat Escalante. Su amor por las letras, la literatura y la historia la llevaron a cursar el Doctorado en Historia del Arte que actualmente estudia en la UNAM.
La afición por escribir le vino desde niña y aprovechaba en la escuela, desde la educación primaria, cualquier oportunidad para poner en práctica su pasión. No fue sino hasta que tenía 14 cuando tomó mucho más en serio el gusto por escribir e incluso ingresó a un taller de creación literaria en Casa de la Cultura de su natal León, Guanajuato.
—Dicho taller lo dirigía Juan Gil, un escritor que llegó a León exiliado de la guerra civil española. Con él aprendí a perderle el miedo a que alguien más escuchara lo que había escrito porque cada sábado llevaba mi texto hecho a mano al que sacaba fotocopias para los compañeros y luego lo leía en voz alta. Recuerdo que reíamos mucho porque siempre había personajes un poco exóticos y situaciones absurdas en los relatos que llevaba. Me di cuenta que escribir no era únicamente un acto solemne como yo pensaba, me di cuenta que podía ser divertido, que podíamos pasarla bien.
Pau, como es más conocida la autora de Discurso desde la cama, estudió la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guanajuato y entre lo mucho que recuerda que aprendió, fue a tener un amplio panorama sobre las obras literarias de Latinoamérica y saber elegir a qué obra acercarse que le impulsaran su interés y pasión por escribir.
—Lo primero que publiqué fueron unos cuentos y reseñas en la revista Balbuceo que en ese entonces editaban dos amigos cercanos. Era emocionante ver un texto publicado en papel, pero siempre tenía cierto temor de no tener la certeza de que lo que estaba escribiendo iba a gustar o no, se iba a entender o no, etc. Aun así, la labor de la escritura siempre ha estado en mí como un motor que me ayuda a habitar, observar y caminar el mundo.
Antes de encaminar todos sus esfuerzos en crear literatura, Paulina se desempeñó en otras actividades que también le implicaban escribir, pero no como ella quería, sin embargo recuerda que uno de esos empleos fue para un periódico en el que redactaba diario sobre eventos culturales. Destaca que siempre se fijaba el desafío de escribir en su trabajo no sólo como un acto mecánico de descripción, “quería escribir periodismo con toda la belleza y la complejidad que eso conlleva”.
“La poesía se puede escribir con ironía, con sentido del humor, con belleza y con dolor, que puede ser un juego, que se puede dibujar y puede convertirse en anti-poesía para ir más allá del canon y la élite”, expresa Paulina y señala que esto lo aprendió de la obra de Nicanor Parra, uno de sus autores favoritos.
La obra literaria de Mendoza encuentra inspiración, en gran medida, en hechos cotidianos; ella comenta que gusta de leer a otros autores e incluso en los periódicos, en las noticias, encuentra ideas y frases que le han abierto la mente dando paso a que aflore su alma creativa y así comienza a escribir.
Romper paradigmas y escribir siendo mujer
“Cuando empecé a escribir, el modelo o el personaje de identificación que tenía pues justo era el del ‘señor escritor’. En la licenciatura pocas veces leímos mujeres aunque había algunas profesoras que se esforzaban por abrirnos el panorama”.
Así reconoce Paulina que, aunque desde muy niña dio señal de su pasión por escribir, no le ha sido fácil avanzar en ambientes que en su mayoría predominaban los hombres, recuerda, hacían “retas intelectuales” para ver quién sabía más que otro y las mujeres que entonces buscaban incursionar en el mundo de la creación literaria, reconoce, buscaban la aprobación de esos hombres.
—Querer ser escritora se vislumbraba como un camino no tan sencillo pues nuestra voz pocas veces era escuchada. Quizá ese fue uno de los primeros obstáculos a los que me enfrenté cuando comencé a escribir: tener menos referentes de escritoras que de escritores y que en la vida de estudiante y de lectora la voz de los profesores, directores, gestores, siempre tuviera un primer lugar, parecía que para ser escritora tendría que comportarme como un escritor, es decir, poder competir en las “retas” de conocimientos y decir lo que había leído/escrito en voz alta, que se escuchara lo erudita y lo sabía qué era, eso me resultaba complicado, me resultaba muy problemático.
Para Paulina resulta complejo aseverar que hace unos 20 años la voz de la mujer tenía poca presencia en el ámbito literario, pues señala que sabe de muchas escritoras que ayudaron a construir la historia literaria; no obstante apunta que “es verdad que estuvieron opacadas por mucho tiempo, aunque señala que hablar del arte de escribir en términos de género es complicado ya que existen muchas dudas y opiniones encontradas que requieren tiempo para discernir”.
—Eso no quiere decir que no me guste lo que escriben los hombres o que no tenga escritores a quienes admire o con quienes disfrute colaborar. De cualquier forma, hablo de mis impresiones, de cómo he revisado esas dinámicas a lo largo del tiempo, desde que tenía 15 años cuando comencé a asistir a talleres literarios hasta ahora que tengo 34 años y acaba de publicarse mi segundo libro.
Actualmente existe una comunidad de escritoras que han querido plantear otra forma de hacer literatura, se ha sustituido la competencia por el acompañamiento, las “retas” de conocimiento por el compartir lecturas y para Paulina, reconoce que, eso ha sido muy valioso a lo largo del proceso de su escritura, pues señala que ahora le importa más lo que piensan sus colegas varones en lugar de buscar una validación “patriarcal” de su trabajo.
Una gran experiencia y satisfacción para Paulina fue su participación como editora del libro Voces del primer vagón, una antología hecha únicamente por mujeres, que comenzó publicándose en las estaciones de las “orugas” y después se convirtió en un libro; una obra que mostró el talento, la fuerza, creatividad y dedicación de la mujer en la creación literaria.
—La primera poeta mexicana que leí fue a Sor Juana Inés de la Cruz, luego Rosario Castellanos, Pita Amor, etc. Me gusta mucho la poesía de Maricela Guerrero, Elisa Díaz Castelo, Sara Uribe, por mencionar algunas. También me gustan mucho leer a Elena Garro y Alma Guillermoprieto, entre muchas otras escritoras mexicanas.
Escritora y ecologista
Paulina Mendoza, cuando no escribe o estudia, dedica gran parte de su tiempo a las causas ecologistas y ejemplo de ello es su participación activa en el Proyecto Pastita, en Guanajuato capital, Asociación Civil en Guanajuato capital que desde hace un par de años se ha dado a la tarea de limpiar y rescatar el tramo del río que cruza por Pastita y que han dado muestra de un trabajo en unidad con el único objetivo de conservar la buena imagen de uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad de Guanajuato.