El 26 de marzo de 1833, el gobernador Manuel Aranda expidió el Decreto 199 para crear la Seguridad del Estado de Guanajuato. De ahí surgiría el Batallón Primer Ligero que en 1964 se convertiría en Fuerzas de Seguridad Pública del Estado de Guanajuato.
Antecedente
En 1767, las autoridades virreinales de la ciudad de Guanajuato conformaron un grupo armado para responder a la rebelión popular derivada de las protestas por la expulsión de los jesuitas.
Fueron nombrados “Milicias provinciales” y “Legión del Príncipe” y tuvieron su cuartel atrás del templo de La Compañía de Jesús (hoy escuela del Sol), entonces conocido como “Cuartel de Hiedra” o “Cuartelillo”.
El 17 de mayo de 1799 fue adquirido un terreno de la vieja hacienda de beneficio de San Miguel, donde se construiría un nuevo cuartel al que llamarían “San Pedro” (ahora estacionamiento del ISSEG), por estar colocado junto al puente del Señor San Pedro.
Estas unidades fueron conformadas por los trabajadores mineros y de las haciendas de beneficio a la intendencia, quienes, cansados de la opresión realista, se unieron al ejército insurgente el 28 de septiembre de 1810 cuando las huestes comandadas por Miguel Hidalgo tomaron la ciudad. Con la derrota y captura del cura de Dolores en 1811, el grupo desapareció.
La corrupción imperante en el ejército conformado tras la independencia, llevó a que Valentín Gómez Farías conformara en 1831 los Batallones de la Guardia Nacional. De esa agrupación se tomó la tropa para que en 1833 se creara la Seguridad del Estado de Guanajuato.
Estuvo conformada por un batallón y un escuadrón. El batallón tenía un capitán, un teniente, un sargento primero, 3 sargentos segundos, 6 cabos primeros, 6 cabos segundos, 2 tambores, 2 pífanos y 100 soldados de infantería. El escuadrón tenía un capitán, un subalterno, un sargento primero, un sargento segundo, dos cabos primeros, dos cabos segundos, un trompeta y 42 soldados de caballería.
Por su condición de fuerza de reacción inmediata se le nombró Primer Ligero.
Las glorias
La primera acción de armas del Batallón Primer Ligero fue el 9 de agosto de ese año, cuando luchó junto a milicias de Zacatecas, San Luis Potosí, Jalisco y Michoacán, al mando de Antonio López de Santa Ana, para vencer a las fuerzas de Mariano Arista, quien se sublevó con su “Plan de Escalada” al grito de “Religión y fueros”.
En 1836, con el general Gabriel Valencia al mando, las tropas guanajuatenses combatieron en Texas para sofocar un intento separatista.
Llegó la invasión yanqui y del 21 al 25 de septiembre de 1846, con el coronel Mario Moret al frente, la soldadesca guanajuatense combatió con valor en Monterrey.
La dinámica de su tiempo fue que cada estado enfrentaba al invasor sólo si era invadido. Guanajuato, San Luis Potosí, Querétaro, Michoacán y Jalisco formaron un frente para no esperar a una ocupación de su territorio: salieron a enfrentar al enemigo.
Al mando del general Gabriel Valencia, Guanajuato integró un ejército de 5 mil soldados, quienes —hambrientos, cansados y mal armados— combatieron a los yanquis en La Angostura, cerca de Saltillo. Ahí enfrentaron con valor a una poderosa artillería. En febrero de 1847 capturaron banderas y tomaron prisionero al invasor. En agosto de ese año, enfrentaron al ataque final norteamericano en la ciudad de México. Tras la derrota de las tropas de Santa Ana, soldados guanajuatenses se unieron a una rebelión popular que fue sofocada por los yanquis.
El 22 de noviembre de 1855, el gobernador Manuel Doblado expidió un decreto para que el Batallón Primer Ligero tuviera su Banda de Música, misma que es base, de la que recientemente ha sido declarada Patrimonio Cultural Intangible del estado de Guanajuato.
En 1856 la milicia estatal enfrentó a los rebeldes que intentaron crear la República de Sierra Gorda.
Reconocimiento juarista y glorias republicanas
El Batallón Primer Ligero dio la bienvenida a Benito Juárez el 17 de enero de 1959, cuando éste asumió la presidencia, tras la renuncia de Ignacio Comonfort y estableció una presidencia itinerante.
Juárez decretó que la ciudad de Guanajuato fuera sede de los poderes republicanos y, en reconocimiento a la lealtad, valentía y capacidad, permitió que el Batallón Primer Ligero usara armas, insignias y uniformes federales y tuviera el mismo reconocimiento que el ejército nacional. Sólo Oaxaca y Guanajuato gozaron de ese privilegio. El Primer Ligero escoltó al presidente Juárez a su salida de Guanajuato rumbo a Guadalajara el 14 de febrero de ese mismo año.
El 10 de agosto de 1860, las tropas guanajuatenses fueron parte del ejército republicano que derrotó a los conservadores en Silao. Por esa razón, se le agregó “de la Victoria” a esa localidad. El 22 de diciembre de ese mismo año, el Batallón Primer Ligero, con Florencio Antillón al frente, fue también parte del ejército republicano ganador en la batalla de Calpulalpan, hecho por el que sus tropas fueron condecoradas.
Concluida la Guerra de Reforma, el Batallón Primer Ligero fue asignado a la problemática del estado, aunque siempre pendiente si algo amenazaba a la república. La gente los conocía con el mote de “Los Soldados de la Fuerza”.
Esta agrupación fue parte del ejército que venció a los franceses en la Batalla de Puebla en mayo de 1864 y en 1867 estuvo también en el bando triunfador en el sitio de Querétaro, que culminaría con el triunfo republicano sobre el invasor galo.
La conversión
Durante el porfiriato, la tropa guanajuatense cumplió principalmente el rol de fuerza rural y durante la revolución mexicana sus integrantes fueron parte de las defensas civiles que resguardaban poblaciones de la entidad.
Tras la consolidación de los gobiernos postrevolucionarios, el Primer Ligero quedó constituido en una fuerza armada de respaldo a las corporaciones municipales y para dar cobertura de seguridad en municipios que no contaban con policía preventiva.
Desde las cristiadas y hasta mediados del siglo XX, la tropa, que tenía una estructura y organización militar, usaba uniformes y cascos similares a los del ejército federal. Ya para mediados de siglo usó una vestimenta de color pardo, fue conocida como “La Furia Gris” y se distinguía por su ferocidad contra opositores políticos.
En 1964, el gobierno federal estableció que no debía existir ninguna fuerza similar a la del ejército mexicano. Las corporaciones de Oaxaca y Guanajuato dejaron de ser formalmente paramilitares y quedaron constituidas como cuerpos de seguridad estatales.
En 1972, la XLVII Legislatura local crea la Ley de Seguridad Pública para el Estado de Guanajuato y se establece que las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado de Guanajuato, como se le denominó al antiguo Batallón, cumplieran labores de policía estatal.
El viejo cuartel de San Pedro fue convertido en zona habitacional y en 1974 las ya FSPE fueron trasladadas a Marfil, en una antigua hacienda de beneficio ubicada en la esquina de la carretera con la calle Jalapa. Este edificio fue, entre 1974 y 1990, el cuartel de la corporación y se le habilitaron torreones y troneras a la manera de cuartel militar.
En 1990 fueron inauguradas nuevas instalaciones que albergaron a las FSPE y al entonces existente Tránsito del Estado y otras dependencias de seguridad pública.
En 1993, inició de manera formal la capacitación del propio personal de la corporación, así como la de los municipios de la entidad, mediante la Instalación de un Centro de Adiestramiento el cual instituyó un cuadro básico de capacitación denominado “Curso de formación de oficiales de seguridad”.
Las FSPE dependían de la Secretaría de Gobierno, pero en el 2000, por decreto de la LVII Legislatura del H. Congreso del Estado, a iniciativa del Gobernador sustituto C. Ramón Martín Huerta, fue creada la Secretaría de Seguridad Pública, que entró en funciones el 1 de diciembre de 2001, para quedar instituida la Dirección General de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado.
Las FSPE tienen un centro de formación policial y su equipamiento y organización es meramente policial, alejada de su etapa paramilitar. En 2016 se constituyó en Comisaría, para ser parte de la estructura organizacional de la SSP con ciertos niveles de autonomía.
Su equipamiento y armamento son policiales, pero su espíritu está en la herencia histórica de un ejército estatal que defendió a la patria y que tiene en su haber muchas glorias ganadas.