viernes, noviembre 22, 2024
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CALLE SANGRE DE CRISTO, UN HOMENAJE A LOS JESUITAS DESTERRADOS

Promover el movimiento de la Ilustración le costó a los Jesuitas ser expulsados de la ciudad para no volver jamás; en cambio ganaron el honor de que el acceso por donde fueron echados se nombró Calle de los desterrados y luego Calle Sangre de Cristo.

Calles, callejones, plazas, jardines e incluso muchas de las fincas antiguas que hay en distintos puntos del Guanajuato antiguo, también denominada “La Cañada”, poseen diversas historias que surgieron de hechos que realmente ocurrieron y que dieron origen al nombre que actualmente llevan.

Ejemplo de ello es la Calle Sangre de Cristo, una de las vialidades más conocidas que se ubica en el Centro de Guanajuato capital y que va desde lo que hoy conocemos como Estacionamiento San Pedro (antes antiguo Cuartel militar) y se prolonga hasta conectar con Paseo Madero en Embajadoras.

Jesuitas expulsados de la ciudad por su revolución intelectual

Esta calle forma parte de una zona muy especial para todos los capitalinos, no sólo por la belleza visual de la arquitectura de las casonas que bordean la vialidad sino por el pasado histórico que guarda estrecha relación con la Comunidad Jesuita que llegó a la ciudad en el siglo XVIII; comunidad que, por órdenes de la Corona de la Nueva España, fue expulsada de los territorios que eran dominios del Rey. 

Situación que narran los historiadores, causó molestia entre la población guanajuatense que habitaba estas tierras, allá por el año 1767, que fue cuando sucedió la masiva expulsión de los Jesuitas no sólo de Guanajuato, sino de todos los territorios de la Corona Española. En esa época los límites de la ciudad llegaban justo hasta la calle que se llamaba San Pedro y que tras la exclusión de los Jesuitas cambió el nombre a “Calle de Los Desterrados”.

El nombre de Desterrados no ha quedado en el olvido: una placa hace constar el nombre que en alguna época se empleó para llamar a la calle (Fotografías María Espino).

“En el siglo XVIII, específicamente en 1767 se produjo la expulsión de los jesuitas de todos los territorios de la corona española y Guanajuato no fue la excepción, en el cumplimiento de la orden los sacerdotes jesuitas, desterrados, fueron conducidos hasta los límites de la ciudad por la calle de San Pedro, razón por la cual se le comenzó a denominar Calle de los Desterrados”, compartió el cronista municipal José Eduardo Vidaurri Aréchiga.

Treinta y dos años después del destierro de los Jesuitas, hacia 1799 comenzaron las gestiones para adquirir un solar, al inicio de lo que hoy conocemos como calle Sangre de Cristo, ahí se construyó el cuartel de San Pedro, por ello la calle también se llamaba así, luego de “Los Desterrados” y posteriormente la calle fue denominada como la conocemos en la actualidad, “Sangre de Cristo”.

“Ambos nombres: Sangre de Cristo y San Pedro provienen de una antigua hacienda de beneficio de plata por azogue que existió en ese sitio y que fue propiedad de don Manuel Antonio de Otero, quien se la vendió al Capitán del Regimiento de Dragones Provinciales don José Joaquín Peláez2, explicó Vidaurri.

A principios del siglo XVIII Guanajuato era muy pequeño. Hacia 1750 lo que hoy conocemos como calle Sangre de Cristo eran los suburbios de Guanajuato. Todavía no se extendía, apenas comenzaba a poblarse hacia la parte alta por el rumbo del Campanero.

En ese entonces la entrada a Guanajuato era por la parte de arriba, que se llama “La Cuesta de las Carreras”, donde está hoy el Hormiguero. Una vez que se anda por esa zona se puede bajar por distintos puntos, en carreta, a pie o con alguna mula, probablemente por el callejón del Calvario, o por el Cerro de San Miguel hacia abajo. Se puede descender por el callejón del Espinazo o del Tecolote; por varias partes, se agarra un acceso al centro de la ciudad.

Volviendo a la calle Sangre de Cristo, de acuerdo con historiadores y con el Cronista de Guanajuato Capital, lo que motivó que se le pusiera este nombre fue la expulsión de los Jesuitas quienes, desde su labor religiosa y compromiso con la población, se dedicaban a ayudar y proteger a los menos favorecidos, quienes quedaron desamparados al ser corridos los jesuitas.

“Lo que está pasando es que la orden del Rey dice que todos los Jesuitas estaban condenados al destierro de todos los territorios de los reinos de España. Es decir Perú, Argentina en donde estuvieran estaban fuera, estaban corridos”.

Los Jesuitas ganaron aceptación y relevancia entre la población porque promovían una “Revolución Intelectual” invitando a todos los ciudadanos a educarse, a aprender principalmente a leer y escribir. Por ese motivo, al ser perseguidos y expulsados los clérigos, la autoridad arrebató al pueblo su única ayuda. Eso despertó el enojo de los ciudadanos.

Secuestran a Jesuitas para evitar expulsión

En un intento por evitar que los sacaran de la ciudad, la población se llevó a los religiosos y los encerró en distintas casas.

“Cuando se produce la expulsión de los Jesuitas, en 1767, hay un rechazo de la población. La gente trata de protegerlos, va y digamos secuestra a los curas Jesuitas y los encierran en sus casas para que no se los lleven los españoles y eso provoca una reacción fuerte de las autoridades y entonces hay amotinamientos, hay un levantamiento y unos cuantos trabajadores de las minas pues rodean la ciudad y amenazan a la autoridad con quemar la casa de gobierno si no dejan en paz a los Jesuitas”, relata el Cronista de la Capital.

Vista nocturna de la Calle Sangre de Cristo y el puente de piedra por debajo del cual fluye hoy un río de automóviles (Fotografías María Espino).

Por ello, con el objetivo de que la población entregara a los Jesuitas a los soldados del Rey de España, hubo varias negociaciones entre la autoridad y los ciudadanos; finalmente lograron dar cumplimiento a la orden del Rey para expulsarlos de la ciudad. 

“Entonces los mineros entregan a los Jesuitas y los Jesuitas son llevados en una especie de procesión hasta las afueras de la ciudad. El camino que eligen es precisamente ese, es decir, en lugar de irse por la Cuesta del Tecolote se van a ir por el Callejón del Espinazo y, entonces, tienen que atravesar lo que hoy es Sangre de Cristo”.

Ya no teniendo manera de ganar la pelea para evitar que corrieran a la congregación Jesuita de la ciudad, a los habitantes de “Cuevano” no les quedó más que ceder y acompañar al grupo de religiosos hasta La Cuesta de Las Carreras y Cerro del Hormiguero; zona por donde abandonaron la ciudad de Guanajuato. Por ese motivo, por el sacrificio de los Jesuitas, se le denominó Calle de Los Desterrados en referencia a la expulsión de que fueron víctimas.

“Básicamente se trata de un homenaje de que es un acto muy doloroso para la población, para ellos es como si se hubiese derramado la Sangre de Cristo durante su destierro”.

Edifican templo de la Compañía, lo concluyen y dos años después los expulsaron

El grupo de los religiosos Jesuitas llegaron a la ciudad de Guanajuato en 1732, una misión permanente, porque muchos mineros ricos donaban dinero, entre ellos doña Josefa Teresa de Busto y Moya que fundó el Hospicio de la Santísima Trinidad, en tanto que “su compadre Pedro Lascuráin de Retana, donó dinero para que la Misión se sostuviera de manera permanente”.

“Los Jesuitas no perdieron tiempo y pronto comenzaron a dar clases de educación básica, filosofía; obviamente fundaron el Colegio, en lo que ahora se conoce como El Patio Jesuita en la Universidad de Guanajuato. Empezaron en 1747 a construir su templo (La Compañía) que inauguran en 1765 (con trabajo voluntario de mineros) y a los dos años, en 1767, los expulsan de Guanajuato. Entonces la gente queda muy sentida con las autoridades por esa acción y desde entonces pues ya no han regresado”.

 Un misterio la causa del destierro 

La causa que motivó la expulsión de la congregación de Jesuitas, por órdenes del Rey, hasta la actualidad “sigue siendo uno de los grandes misterios de la Nueva España”.

No obstante, de acuerdo con los registros de los sucesos en torno al tema, se considera que un factor importante fue el trabajo que realizaban los religiosos entre la población impulsándolos a ilustrarse (promovían las ideas de la ilustración), con la única intención de que la gente se educara y sobresaliera. En pleno siglo XVIII eso era algo que no le convenía al Rey porque, se creía, el pueblo ya no le iba a obedecer.

Otra vista de la afamada Calle Sangre de Cristo o de Los Desterrados.

Nunca más regresaron a la Capital guanajuatense

Tras la expulsión y sin poder retornar a Guanajuato, algunos Jesuitas se fueron a China, Italia, u otros territorios que no pertenecían a la Corona Española. Otros fueron más prácticos, dejaron de ser Jesuitas y se convirtieron, por ejemplo, en Franciscanos.

Entonces, es así que debido al destierro de los Jesuitas la calle que hoy conocemos como Sangre de Cristo, antes recibió el nombre de “Los Desterrados” en honor a esta congregación religiosa expulsada. 

Luego se denominó calle Sangre de Cristo pues, para los feligreses, lo que vivieron fue “como si se hubiese derramado la sangre de Cristo”. Sin embargo y pese al paso de los años el nombre de Desterrados no ha quedado en el olvido, aún hoy se observa una placa que hace constar el nombre que en alguna época se empleó para llamar a dicha calle.

María Espino
María Espino
Comunicadora de profesión. Apasionada por la investigación y la lectura. Reportera crítica que ha trabajado en diversos medios locales, nacionales y extranjeros, lo que le ha permitido conocer diversidad de ideas y costumbres. Gusto por una buena charla y amante del café.
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