viernes, septiembre 20, 2024
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LA CASA SALMANTINA POR DONDE NO QUISO VOLVER A PASAR JOSÉ ALFREDO

En Revolución 144 vivió Nacho, el hermano mayor del vate de Dolores, donde nacería, a partir de una promesa, “Caminos de Guanajuato”.

Corría el año de 1953, en Salamanca, Guanajuato. Ignacio Jiménez Sandoval y Alicia Aguinaco acababan de casarse. El hombre, hermano mayor de José Alfredo Jiménez, en ese momento incipiente triunfador, había llegado a la ciudad a trabajar a la refinería junto con Víctor, el menor. Y doña Carmelita, su madre.

Decidieron irse a Salamanca, ya que la refinería necesitaba de más obreros para trabajar en las nuevas instalaciones de PEMEX. Cuando el compositor regresaba a su estado natal, pasaba por la ciudad antes o después de estar en León, de donde solía partir rumbo a Dolores Hidalgo, su pueblo adorado.

Los tres hermanos Jiménez: Nacho, José Alfredo y Conchita, con su señora madre, doña Carmelita. En la segunda imagen: José Alfredo Jiménez siendo niño (Fotografías del Museo de José Alfredo Jiménez).

Las ánimas de los Jiménez

Fue el 24 de junio de 2023 cuando estuve en esa casa. Ahora es una suerte de mini centro comercial. En su fachada destaca una tienda de conveniencia y arriba están una barbería y en un lugar se realizan tatuajes. Junto a la tienda se encuentra un acceso a la finca. A la entrada venden tradicional nieve de garrafa, ya típica en la ciudad petrolera. Al fondo está la cafetería “Artesanas”, donde decenas de personas se congregaron para atestiguar la presentación editorial de El último trago. Amores y filosofía joséalfredianos.

Lo que antes fueron habitaciones ahora son espacios para el comercio. En el patio, donde fue presentado el libro, flotaba la anécdota de aquel momento que marcó a la identidad cultural guanajuatense. De acuerdo con las versiones salmantinas, Nacho comentó a José Alfredo: “le has compuesto canciones a muchos lugares, pero no a nuestro Guanajuato”.

Era la llamada de atención del hermano mayor al menor. La versión popular indica que el vate de Dolores respondió: “Nacho, ya habrá momento de escribir a nuestra tierra, que es hermosa y eterna, pero ahorita lo más importante es escribirle y cantarle a las mujeres”. Ignacio insistió y el hermano menor, en ese tiempo de 27 años de edad, se comprometió a escribir una canción para honrar al estado.

El destino, sin embargo, dispuso otra cosa en la vida del hermano mayor, que le impidió conocer dicha canción: en los primeros días de octubre de 1953, Nacho cayó enfermo. Había sufrido un coma diabético. Lo llevaron a la ciudad de México, donde finalmente falleció. En contra de los mitos urbanos, Nacho no murió en un accidente en la refinería ni tampoco lo mataron en una pelea de gallos ni en la cantina “La Rosa de Oro” —que estuvo ubicada en la esquina de Hidalgo y Cristóbal Colón, a unas calles de la casa— por negarse a pagar una apuesta:

José Alfredo Jiménez Medel, uno de los hijos de José Alfredo, ha dado a conocer el acta de defunción del mayor de los Jiménez. El documento indica que Nacho fue sepultado en el Panteón Francés de la Ciudad de México el 6 de octubre de 1953 y consigna que la causa de la muerte fue una pancreatitis consecuencia del coma diabético.

Las versiones de la familia indican que, en el velorio, doña Carmelita, madre de los Jiménez Sandoval, repetía una y otra vez “no vale nada la vida, la vida no vale nada”. De ahí partió José Alfredo para cumplir, aunque fuera de manera póstuma, la promesa a su hermano mayor.

Aspecto actual de la que fuera casa del hermano mayor de José Alfredo Jiménez y aspecto del bar La Rosa de Oro que se hallaba en la esquina de Hidalgo y Cristóbal Colón, en Salamanca, Gto. (Fotografías tomadas de Google Earth).

No volvió a pasar por Salamanca

“Caminos de Guanajuato” fue compuesta a finales de 1953 y estrenada en enero de 1954 en la plaza de Toros de León, llamada también “Reforma”, que se ubicaba donde estuvo el Cine Coliseo.

En ese tiempo la feria era diseminada en varios espacios: cerca de la plaza se ubicaban el casino y el palenque y los juegos mecánicos estaban distribuidos incluso en el parque Hidalgo.

El estreno causó extraordinario revuelo. Las reseñas indican que José Alfredo la cantó tres veces y la última lo hizo en los tendidos, entre un público eufórico y emocionado.

El “bonito León, Guanajuato”, en “su feria con su jugada” escuchaba que “No vale nada la vida, la vida no vale nada; comienza siempre llorando y así llorando se acaba. Por eso es que en este mundo, la vida no vale nada”.

En esa ciudad donde “se apuesta la vida y se respeta al que gana”; se haría famoso a nivel nacional gracias a la canción, que fue uno de los grandes éxitos comerciales del año. En 1955 José Alfredo mostró una discreta versión de sus inicios como artista en la cinta “Caminos de Guanajuato”, que fue éxito de taquilla en México y países hispanoparlantes.

José Alfredo siguió rondando los Caminos de Guanajuato por 20 años más, pasando por tanto pueblo, hasta que la Parca lo juntó con su hermano. No volvió a pasar por Salamanca porque ahí lo hería el recuerdo. Prefirió rodear vereda.

Plaza de Toros Reforma, que estuvo ubicada donde hoy es el Centro Comercial “Coliseo”, en León, Gto., donde José Alfredo cantó “Caminos de Guanajuato” por primera vez en público  (Fotografía del sitio mexicoenfotos.com).
Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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