miércoles, noviembre 20, 2024
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FOBIA PARA MUCHOS, PASIÓN PARA OTROS

Una charla con personas amigas, estudiosas y protectoras de arañas y alacranes.

Luis Uriel Cordero Hernández, Iván Mosqueda Ibarra y Brenda Viviana Vera Salazar son tres jóvenes que rompen con el tabú ante arañas y alacranes. Su trabajo consiste en guiar e informar sobre utilidad ecológica y prevención ante ataques de animales que suelen ser parte de las grandes fobias.

Luis Uriel es estudiante del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Irapuato (ITSI) y miembro de la Red de Toxicología Mexicana. Trabaja con arañas, en especial con tarántulas.

Iván es licenciado en biología, egresado del ITESI, especializado en aracnología y trabaja también para combatir dengue, chagas e intoxicación por veneno.

Brenda Viviana estudia biología, también en el ITESI. Trabaja con alacranes y estudia la biodiversidad y el entorno donde se encuentra este tipo de animales.

Iván, el biólogo;  Brenda, la experta en alacranes.

Por lo pronto, ella aclara: no son insectos, son arácnidos. La diferencia: los Arácnidos tienen cuatro pares de patas, un par de quelíceros (pinzas delante de la boca), un par de pedipalpos (pinzas); los Insectos, en cambio, tienen tres pares de patas, muchos tienen alas y/o antenas.

Dedicados al estudio para uso médico de los arácnidos, sobre todo para la extracción de veneno, explican:

“Mucha gente ve a los arácnidos como animales peligrosos; lo que no entienden es que todos los animales tienen un rol importante en los ecosistemas. Todos pertenecemos a un ciclo de vida y ellos son parte de uno”, señala Brenda.

“Si movemos a una especie o animal de un ciclo, toda la cadena se afecta”, resalta el biólogo, quien reconoce que esos animales tienen un veneno peligroso, pero lo es más para otros animales que para las personas.

Iván describe que los arácnidos son útiles para que no haya plagas de insectos como los grillos, molestos muchas veces por el ruido que generan, y las cucarachas, que representan un peligro para la salud.

¿Y qué sucede con la aracnofobia, un fenómeno social muy extendido, por qué el miedo a ese tipo de animales?, se les pregunta. Luis Uriel responde:

“Los arácnidos son altamente estigmatizados y el miedo nace de la falta de conocimiento. Ante la falta de información, la salida fácil es temerles”.

Mientras que sujeta a una araña, afirma:

“La gente cree que todos los arácnidos son peligrosos, pero la gran mayoría de las arañas son inofensivas para las personas y cumplen un papel muy importante en el ecosistema”.

De cada 100 especies de arácnidos, ¿cuántos son venenosos? Informan:

En el estado de Guanajuato tenemos tres especies de importancia médica (venenosos), de 55 registradas. En el mundo hay más de 55 mil variedades y menos de 10 por ciento son de importancia médica, destacan.

Sigue el diálogo: alguna vez se ha escuchado “me picó un alacrán y no me pasó nada”. ¿Hay gente inmune al piquete del alacrán?

El biólogo precisa:

“No hay inmunidad ante el veneno de un arácnido. Estos animales usan líquido tóxico para la alimentación y no van a desperdiciar ese veneno, tan valioso para ellos, en una persona que no es un animal que se van a comer”.

Iván agrega que se trata de “un piquete de advertencia” y no inyectan veneno: “es una picadura seca y no hay intoxicación; la gente dice que no le hizo nada, pero en realidad el alacrán no le inoculó veneno”.

¿Y cuándo sí lo inocula?, se le inquiere y responde:

“Cuando hay un nivel de estrés muy elevado es cuando sueltan una mayor cantidad de veneno”.

Brenda abunda:

“Cuando nos acercamos con miedo les podemos generar estrés, si nos acercamos agresivamente ellos van a reaccionar con agresión”.

Y lo que sigue, rompe la lógica del común de las personas:

“Si encontramos alacranes dentro de nuestras casas o en algún lugar donde están quietecitos, podemos atraparlos con un vasito y sacarlos de la casa y no nos harán daño. No están con la intención de generarnos un daño, pues el veneno es importante para ellos y no lo usan siempre”.

Persiste:

“Aunque parezcan muy ofensivos y peligrosos y dan miedo hay que cuidarlos, pues controlan plagas: controlan poblaciones de grillos y cucarachas, principalmente”.

Alacranes de León (primera imagen), alacrán (segunda imagen) y, al centro, el alacrán más peligroso en el Bajío.

La entrevistada rompe otro mito: “los alacrancitos no se comen a la mamá. Las madres de alacrán mudan de piel y cuando la gente ve la envoltura, cree que se la comieron”. Dice que el canibalismo entre alacranes sólo surge con el estrés o cuando se trata de especies muy diferentes. Muestra a una colonia de alacranes Centruroides suffusus e infamatus, de los más venenosos, usados para generar antídotos.

Hay que cuidar todas las especies, añade Iván, quien desde niño tuvo una fascinación muy grande por los alacranes. Es discípulo del Dr. Edmundo González Santillán y quien lo motivó a estudiar de manera especial a los alacranes y arañas de Guanajuato.

Tanto Iván como Uriel están familiarizados con el manejo de arañas; Brenda hace lo propio con alacranes. Los dos varones manipulan a una gran tarántula peluda; la chica hace lo propio con un alacrán “güero”, clásico del Bajío.

Iván rompe el último mito: León no “importó” alacranes de Durango; algunos pudieron llegar en las pieles que se curten para el calzado, pero esta región tiene dos especies endémicas y una de ellas es todavía más venenosa que las duranguenses.

La diferencia es que el alacrán de Durango es de mayor tamaño. Junto a los “güeros” está un gran escorpión negro, de tenazas grandes; entre más grande las tenazas, menos venenosos. Los de León son mucho más pequeños, pero su picadura cala más porque responden a los ataques.

También en materia de arácnidos, ¿en León la vida no vale nada?

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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