viernes, septiembre 20, 2024
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EL VIENTO ÚZA’ (JONAZ) VIAJA COMO ÁGUILA HACIA EL SOL (KÚNHE ÚZA’ TEPÉ’ KUNDAH UMÁ-IRÚ)

Chichimecas de la Misión y Pozos, herederos de una cultura nunca sometida.

Son los ézá’r (plural de úza´), los jonaces de Misión de Chichimecas, descendientes de los que en 1552 firmaran en el Donasi (que significa “lugar de dominio y vida”), un tratado de paz para que Juagué Nánde’ (Laguna Grande) fuera ciudad de unidad indo-española y tuviera el nombre de San Luis. Así nació San Luis de la Paz y así quedaron relegados en una Congregación.

Ellos, sin embargo, reivindican un pasado de rebelión y con sus danzas marcialmente vigorosas y su canto en úza’ y ñämfo (como llamaban los chichimecas a la lengua castellana), exigen cumplir promesa de paz.

Van de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, a donde les requieren, sea para honrar a un santo o una santa o para un festival de cultura. Ahora, ellos hablan con un kithú (nombre que los hñähñu ―otomíes― dan al mestizo). 

Música ligada con los sonidos de la naturaleza.

El primero en dialogar es Tomás Machuca, quien pide se le llame Jonaz de los jonaces chichimecas:

“Estamos tratando de conservar nuestra tradición y la lengua con nuestros compañeros”. Y sí, el grupo de danza úza’-jonaz chichimeca, integrado con gente de la Misión y de Pozos, retoma los elementos más tradicionales de la cultura chichimeca y lo llevan a sus cantos y danzas, con sus atavíos de ruséhe simáe’áethé (piel de coyote) y sus risé-kundha (plumas de águila), con sus rostros pintados para la guerra o la caza.

Reitera su nombre originario: Jonaz, así nomás.

El siguiente es Úmbo (negro), cuyo nombre castellano es Aurelio García, quien añade: “rescatamos la cultura chichimeca para que no se eche a perder y para seguir adelante con ella, para las nuevas generaciones”.

―¿Qué les motivó a integrarse a esta dinámica de representar a la cultura chichimeca?

Responde Heriberto García López

―Me motivé viendo a los mayores que yo cómo traiban su cabello largo; yo ‘taba niño, los veía y decía “cuando sea grande quiero ser como ellos”.

―Vimos que dominas la lengua úza’, ¿por qué este gusto, de dónde surgió esta inquietud, cómo aprendiste esta lengua; es de tu familia? 

Heriberto explica que, aunque es de origen úza’-jonaz, su familia ya no hablaba su lengua originaria, pero él reivindica su cultura ancestral y por eso participa en el grupo. Proyecta esa convicción en su hijo y por eso se llama Umá-irú (Umairo), que significa Sol. Su nombre formal en la cultura ñämfo es Umairo Sebastián García Cruz.

Otro orgulloso de sus raíces es Kuri, que significa Agua. De familia que sí hablaba úza, en español se llama Eduardo García:

―Hablamos desde que nacimos, somos originarios. Desde niños hablamos nuestro idioma chichimeca, que se llama úza’. Desde niños ‘tamos hablando. Batallamos mucho para aprender el español, pero ahorita, gracias a Dios que ya aprendimos a hablar un poquito el español. Antes no podíamos hablar ni tantito ni poquito, pero ahorita ya la vamos librando hablando en español.

Y, para demostrarlo, dijo lo anterior en su lengua natal.

“En español me llamo Eduardo García, pero me gusta más mi otro nombre”, recalca. “Me gusta más mi apodo”.

―Es tu otro nombre; son tus dos nombres ―se le comenta.

Responde con una leve satisfacción en su cara.

Kúnhe es voz úza’ que significa Viento en ñämfo, conocido formalmente como Ernesto Tovar, a quien hace años en una visita a Pozos, pueblo mágico cercano a la Misión de Chichimecas, le encontré cuando fabricaba instrumentos de la cultura prehispánica. Explica:

―Seguimos trabajando, siguiendo con el rescate de la tradición indígena de los sonidos del México antiguo: los tambores, los teponaxtles y las flautas.

Es un entusiasta promotor de la Fiesta de la Toltequidad y es el principal proveedor para los impulsores de la cultura musical prehispánica y para los originarios que mantienen la tradición y siguen con sus expresiones sonoras.

Danza y música de una cultura ancestral. Tanus (Estrella de la Mañana), Venustiano García.

En esta ocasión no les acompañó Tanus, Estrella de la Mañana en ñämfo y Venustiano García en su identidad oficial.

De más de 40 años, al igual que la mayor parte de los entrevistados, tiene su larga cabellera negra, Es el guardián de una lengua casi extinta en Guanajuato.

Son descendientes de un antiguo linaje de fieros combatientes que dominaron la serranía guanajuatense (León, San Felipe, Ocampo, San Luis de la Paz, San Diego de la Unión y San Miguel de Allende); que disputaron a los purépechas lo que hoy es el corredor industrial hasta llegar a asentarse en Mo-o-ti, que los del otomí-mexicas llamarían Paxtitlán y los del sur llamaron Quanax Huato.

Una parte de ellos, los hñähñu  encabezados por los ézá’r, decidieron firmar la paz; los huamares y huachichiles, sin embargo, mantuvieron la beligerancia hasta ser derrotados en 1592. La vigencia de sus danzas y la resurrección de su lengua dicen que fueron militarmente vencidos, pero nunca culturalmente sometidos.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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