El majestuoso palacio que fue residencia de Agustín de Iturbide, cuando fue proclamado emperador de México el 15 de mayo de 1822, hoy cobija entre sus gruesos y altos muros una colección realmente gloriosa: casi 500 nacimientos, conformados por más de 3 mil 600 piezas, creados por los grandes maestros del arte popular de México e Iberoamérica.
Joya arquitectónica del barroco mexicano construida entre 1779 y 1785 por el arquitecto novohispano Francisco Guerrero y Torres para que ahí viviera la familia Moncada-Jaral de Berrio, el edificio está en la calle Francisco I. Madero número 17, Centro Histórico de la Ciudad de México, y la exposición abre de lunes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas.
Son 434 piezas y 3 mil 320 conjuntos de 216 maestros de 101 localidades de 21 estados del país. También se presentan 63 conjuntos de 369 piezas creados por 54 artistas de 15 países de Iberoamérica. Son obras de la colección de Fomento Cultural Citibanamex, una de las más grandes y significativas del arte popular mexicano e iberoamericano.
Algo de historia. Se atribuye a San Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana, el inicio de los Nacimientos entre los años 1200 y 1226. Se cuenta que siendo apóstol, recorrió la campiña cercana a la pequeña población de Reiti, Italia, en el invierno de 1223, cuando la Navidad lo sorprendió en la ermita de Grecco. Ahí, tuvo una gran inspiración.
Pensó que sería bonito reproducir con personas reales el misterio del nacimiento de Jesús. Él construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en el interior y pidió prestado un buey y un asno. Luego invitó a un reducido grupo de gente para recrear la escena de la adoración de los pastores, los Tres Santos Reyes Magos y demás personajes.
La idea de reproducir el nacimiento se popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano pues de Italia pasó a España y de ahí a todas partes. Con el correr de los años, de los seres vivos se pasó a la utilización de figuras de barro. Se cree que el primer nacimiento como los conocemos hoy se elaboró y montó en Nápoles, Italia, a fines del siglo XV.
El rey Carlos III ordenó que los Nacimientos, conocidos entonces como Belenes, se extendieran y popularizaran en todo el reino italiano y español. Primero fueron San José, la Virgen María, el Niño y los animales (el buey, la mula y el borrego) y paulatinamente se sumaron el ángel, la estrella fugaz o cometa, los pastores y los Santos Reyes Magos.
Sin embargo, el ingenio y la creatividad han ido más lejos. Actualmente hay Nacimientos de grandes proporciones lo mismo que miniaturas, con lagunas donde nadan los patos y peces, cascadas, montañas, y diversos personajes de la vida cotidiana como la señora que echa tortillas en el comal, el panadero, el carnicero, el leñador y un etcétera interminable.
De acuerdo con la tradición, el Nacimiento se pone en los hogares mexicanos al inicio de las Posadas (16 de diciembre) sin el Niño Jesús, quien es colocado hasta el día 24 a media noche y permanece ahí hasta el 2 de febrero, cuando se celebra el Día de la Candelaria o “Levantada”. Los materiales con que se elaboran las figuras cubren una gran variedad.
La incorporación de elementos característicos de la región, como la arquitectura, la flora, y la fauna, agregan un toque especial y único a cada Nacimiento y los convierte en obras de arte que celebran la identidad local y la creatividad de los artesanos. Los hay de barro, madera, papel, fibras vegetales, piedra, cerería, y otros materiales naturales y sintéticos.
La exposición “Nacimientos. Arte y tradición”, cuenta con la curaduría y el proyecto museográfico de Cándida Fernández de Calderón, experta en el tema del arte popular, y ofrece una fusión de la tradición histórica de los nacimientos con las técnicas ancestrales del arte popular y un toque contemporáneo que refleja el valor artístico de sus creadores.
A lo largo de la muestra, el público aprende que el barro es el material más utilizado en la confección de Nacimientos, y en ellos se refleja el dominio de las diversas técnicas que han alcanzado los alfareros mexicanos. Generalmente se utilizan los moldes que se han conservado por generaciones, incorporando métodos, tintes y personajes modernos.
El estado de Jalisco es el mayor productor de Nacimientos. Ahí se utilizan técnicas de decoración tales como el petatillo, el bruñido, el policromado y la alta temperatura. En Tonalá se elabora el bruñido policromado, llamado “barro bruñido de olor”, que es una técnica de origen prehispánico, con tierra de un solo color, crema, café oscuro o morado.
La madera, junto con la cerámica y la cera, fue uno de los materiales más comunes para la fabricación de Nacimientos. El trabajo en madera en México es una rama del quehacer artístico desde tiempos prehispánicos; durante el Virreinato, los indígenas retomaron el oficio del tallado y la ebanistería, y adoptaron técnicas nuevas, como el estofado.
Además de barro y madera, la exposición también incluye Nacimientos elaborados en cera, material que fue introducido por los europeos para elaborar velas, y en el periodo virreinal, tuvo una enorme demanda dentro de la liturgia religiosa. También fue utilizada para la confección de figuras religiosas, para el cuerpo completo o sólo cabeza y manos.
Es en el siglo XVIII cuando aparecen los primeros Nacimientos de cera, aunque su gran momento de esplendor ocurrió en el siglo XIX, con una producción abundante y variada que va desde pequeños retratos, tipos populares y Nacimientos. En México, esta tradición en cera se mantiene hasta la fecha en la zona del Bajío. Michoacán es un gran productor.
Por otro lado, se exhiben Nacimientos que ponen de manifiesto que el oro, la plata y el cobre fueron utilizados en México antes de la llegada de los españoles, y se trabajaban ya sea por el método de fundición o de labrado. Con la llegada de los conquistadores, se introdujo el hierro, el latón y la hoja de lata, y se enseñaron nuevas formas de trabajarlos.
Estos recursos naturales han sido utilizados para realizar variados objetos de arte popular. Entre ellos, destaca la plata que se trabaja sobre todo en Taxco, Guerrero, y en algunas ciudades de Yucatán, cuyos Nacimientos de filigrana son notables. Otro material usado con éxito es la hojalata, por ligera, resistente, y de muy bajo costo para el artesano.
Del mismo modo, el tejido de fibras naturales y la cestería es una de las actividades artesanales más antiguas y comunes en todo el mundo, incluso, anterior a la cerámica. En México algunos productos tienen origen prehispánico y otros son de raigambre virreinal; son 80 especies de fibras las usadas en el país, pertenecientes a 20 familias botánicas.
Paja de trigo, tule, palma real, palma de jipi, ixtle, vara de sauce, hoja de plátano, zacate y totomoxtle, son manejadas para crear artesanías como los Nacimientos, lo mismo que semillas de varias plantas como la siempreviva que se prepara con pegamento y pintura. También se usa la cáscara de cacahuate para elaborar complementos de los Nacimientos.
Se muestran Nacimientos de papel, cartón y trapo. Pero los hechos en miniatura llaman poderosamente la atención. Los objetos en proporciones diminutas se han producido en todas las culturas, todos los tiempos, en todo el mundo. En México, están representados en casi todas las ramas del arte popular, como los Nacimientos. Palma, cuerno, madera, vidrio, cera, piedra, metal, cobre, hueso y cerámica son algunos materiales recurrentes. De todo eso hay en la exposición “Nacimientos. Arte y tradición”.