sábado, noviembre 23, 2024
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EL PARADOR SANGRE DE CRISTO: FANTASMAS, ALMA Y VIDA

El camino que lleva de Valenciana al Cristo Rey está lleno de sorpresas. Antes había un letrero de madera a un costado del sendero en dirección a Guanajuato en el que podía leerse: “A partir de hoy, una parte de tu alma se ha quedado aquí”. Yo pensé que era por lo idílico de los paisajes y la paz que se respira entre esas montañas.

Pero no, el letrero no obedecía a nada de ello… era una advertencia para quien se ha atrevido a surcar esos caminos, porque después del observatorio de la UG, las comunidades, la entrada a la Mina Bolañitos, el panteón de la Luz y el viñedo se encuentra un lugar que evoca un paraje abandonado lleno de aventuras, un lugar que fue creado para el disfrute de muchos, aunque muy pocos lo han descubierto hasta hoy: el Parador Sangre de Cristo.

Belinda Selene León Araujo, encargada administrativa del Parador compartió que el lugar cumple 9 años en agosto, el mismo tiempo que ella tiene de trabajar en él. Para quienes habitan en las comunidades cercanas: el Barrio Mágico de Mineral de la Luz, Sangre de Cristo, San Pedro Gilmonene o Mexiamora el parador ha sido una opción ideal de empleo cerca de sus casas. Todo el personal pertenece a esas áreas, menos don Rubén que vende en el parador los productos que él y su hija fabrican a base de xoconostle y que viaja desde Irapuato, y otra persona que vive en Guanajuato Capital.

El Parador Sangre de Cristo fue creado para el disfrute de muchos, aunque muy pocos lo han descubierto hasta hoy, refiere Belinda Selene León Araujo.

A pesar de carecer de publicidad y de formar parte de los recintos culturales y turísticos a cargo del estado, quienes lo han visitado se ven obligados a regresar. Y es que cuenta con un área libre con juegos para niños y mesas para comer en las que se pueden organizar fiestas infantiles tan solo cubriendo la entrada al lugar: 15 pesos por persona.

En el complejo se puede visitar el Museo de Minería en donde no solo están expuestos los implementos que se usan para este arduo trabajo, sino también la evolución de los mismos con el paso de los años. La minería es una de las actividades económicas más importante para estas comunidades, y aquí se puede aprender la historia y vivir la experiencia de entrar a una mina interactiva a recolectar oro en la oscuridad y con tan solo la luz del casco, como los mineros reales.

También se encuentra el Museo de las Catrinas en el que es posible convertirse en una de ellas, admirar la exposición de catrinas realizada por diversos artistas guanajuatenses, aprender de la historia de las mismas y admirar el magno altar dedicado a los artesanos.

Y por supuesto, las célebres y controversiales momias viajeras, 36 en total. Cada una en su vitrina con un nombre inventado para romper su anonimato, ya que tienen más de 150 años de existencia.

Entre estos tres recintos hay también una cafetería, una tienda artesanal Marca Guanajuato, tienda de juguetes artesanales, sombreros, bordados y la maravillosa y deliciosa tienda de don Rubén que con mucha emoción y amabilidad explica los procesos de fabricación de mezcales, mermeladas de xoconostle, productos de nopal y gomitas de sabores, además de las “irresistibles” como él las llama: las cocadas más ricas que se pueden encontrar.

El Parador cuenta con área libre con juegos para niños y mesas para comer, Museo de Minería y Museo de las Catrinas.

Belinda Selene nos dice que: “los visitantes más asiduos son los peregrinos a Cristo Rey que se quedan en el hostal por 150 pesos la noche. Son habitaciones comunitarias para hombres y mujeres con capacidad hasta para 70 personas. Todas cuentan con sus enseres y baño con regaderas separados. También cada año tenemos el evento de Atlas, este año se postergó hasta el 2025. Son estudiantes de danza contemporánea. Ellos rentan el hostal como por diez días y toman sus clases en el área de comedores”.

El lugar está abierto a recibir propuestas artísticas y culturales, de exposiciones, encuentros, eventos familiares o de alto nivel, convenciones y campamentos. Las instalaciones dan para eso y mucho más. Merecen ser descubiertas, habitadas, apropiarse de sus posibilidades y disfrutar ese rostro de Guanajuato que no todos conocen, y al mismo tiempo se puede aprovechar la experiencia de realizar una fogata nocturna para contar historias de miedo bajo las estrellas.

Historias como las que Selene y el personal del Parador han vivido a lo largo de sus jornadas de trabajo, que a veces son sumamente solitarias por la falta de visitantes: “Nos han pasado cosas paranormales en este lugar. La chica que está a cargo del Museo de las Momias cuenta que una vez ella estaba en su escritorio y escuchaba que caía una canica. Iba y se fijaba pero todo parecía estar en su lugar. Hasta que le dio por revisar momia por momia, y sí, había una que estaba  movida. Ella siente que esa momia sí se sale de su vitrina…

“En el Museo de Minería, en la mina interactiva también se siente que alguien refugiado en la oscuridad observa. Una vez me pasó que, como tenemos cámaras, pensé que algunos de mis compañeros estaban en la mina interactiva porque se veía la luz encendida del foquito del casco, entonces pensé en asustarlos. Me metí del otro lado para sorprenderlos, la recorrí toda pero no había nadie. Al salir le pregunté al compañero encargado que a dónde se habían ido quienes andaban en la mina pero él me dijo que nadie más que yo había entrado. En la primera sala de minería se siente también que alguien está observando. Que se asoma en las esquinas y luego desaparece. Son varias cosas porque hasta los guardias han platicado que de pronto ven a alguien que corre y no es nadie. Tiene misterio el lugar”.

Y si hay dudas al respecto, solo hay que entrar al baño para descubrir que no estamos solos, que alguien siempre nos observa detrás de esa silueta fantasmal.

Que tiene misterio el lugar, dicen quienes allí laboran, en un contexto de historia y tradición guanajuatenses.

En el camino de regreso a Guanajuato el letrero ya no existe, las letras se han borrado y el metal que sostenía las maderas se ha desprendido, pero aún cuando ya nada lo anuncie, es un hecho… una parte de nuestra alma se ha quedado en esos caminos… en ese parador.

Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz es licenciada en Ciencias de la Comunicación, escritora, editora en Pacholabra Ediciones. Fundadora de los proyectos Alas para niños y jóvenes escritores y Manos en Vuelo.
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