POR José Luis Durán King
Hay días en los que te levantas sin un solo gramo de alma en el cuerpo. Días en los que con sinceridad aceptas que lo mejor de ti quedó embarrado en muros y calles desconocidas de cualquier rincón del mundo, cuando tus zapatos se desgastaron por caminar en círculo desde los seis años hacia un lugar sin coordenadas posibles cuyo registro no aparece ni en los mapas antiguos.
(IMAGEN: Carta Universal. Diego Ribero 1866)