Hoy que el destino
me trajo hasta esta tierra,
donde el Pacífico es algo sin igual;
es necesario que toquen las guitarras
para cantarle un corrido a Mazatlán.
Así era la letra original del Corrido de Mazatlán que José Alfredo Jiménez compusiera en enero de 1954 y que se convirtiera en el himno de ese puerto. Es una pieza que se incorporó al repertorio tradicional de “El sinaloense”, “El sauce y la palma”, “El niño perdido” y otras canciones emblemáticas de esa población.
Aunque fue compuesta en tierra de banda de música de viento, inicialmente fue interpretada con mariachi. José Alfredo no la grabó hasta 1968 con el Mariachi Vargas de Tecalitlán, en los estudios de la desaparecida disquera RCA Víctor.
Ya para entonces el pueblo mazatleco había hecho suyo el corrido y cambió la letra a “es necesario que toque la tambora”. José Alfredo grabó luego una versión con banda y lo hizo con la de Cruz Lizárraga, para hacer un nuevo cambio a la letra: “es necesaria la Banda del Recodo / para cantarle un corrido a Mazatlán”.
Y no podía ser de otra manera: la música de banda es emblema de Sinaloa, su identidad y cultura.
Yo sé que debo cantar con toda mi alma
para esta gente que es puro corazón;
a ver si llega mi canto a la montaña
y hasta en el faro se escucha mi canción.
José Alfredo comenzó a cantar en 1948, pero empezó su carrera de éxitos a partir de 1950. Para 1953 ya estaba consagrado. Cuenta la leyenda guanajuatense que ese mismo año estuvo en casa de su hermano Ignacio, en Salamanca, y que el día que Nacho se casó le reclamó que había compuesto canciones a muchos lugares, pero no a su estado natal.
Nacho murió el 6 de octubre de 1953 y de ese dolor de hermano del talento de José Alfredo nacería “Camino de Guanajuato”, que fue cantada en la Plaza de Toros “Coliseo” de León durante la feria de enero. Prolífico como era, “El Rey” también complació a los mazatlecos.
¡Ay, qué bonito Paseo del Centenario!
¡Ay, qué bonita también su catedral!;
ahí hasta un pobre se siente millonario,
ahí la vida se pasa sin llorar.
Dice la historia popular mazatleca que José Alfredo Jiménez estuvo “un tiempo” en el puerto y que se enamoró del lugar y por eso le compuso el corrido y lo hizo desde su condición de hijo del Bajío:
Yo soy fuereño,
nací de aquí muy lejos,
y, sin embargo, les digo en mi cantar:
que tienen todos ustedes un orgullo,
el gran orgullo de ser de Mazatlán.
La periodista Rosina Grave así explica las supuestas razones de la inspiración para la composición del corrido: “Se sabe que José Alfredo estuvo una temporada por la ciudad de Mazatlán, en actividades relacionadas con el turismo, misma donde tuvo algunas presentaciones y aunque hay muchas versiones, se dice que cantautor se enamoró perdidamente del puerto, haciendo lo que un hombre le haría a una bella dama: «componerle y cantarle una canción»”.
La historiografía mazatleca afirma que José Alfredo, como lo hacían las y los triunfadores del canto y el cine de la época, se hospedó en el Hotel Belmar, ahora histórico, aunque avejentado, ubicado en Paseo Olas Altas, a unas cuadras de la Plaza Machado, cerca de los mejores restaurantes y bares de la ciudad. Es recuerdo y nostalgia que ya turísticamente no compite con los rascacielos de cristal y acero que dominan la costa.
Pero lo anterior es otro tema: el hombre de corazón de condominio mostró así su amor sin fronteras ni territorios:
Esas mujeres que tienen por mujeres,
ante las rosas las pueden comparar;
porque el aroma que tienen los claveles
lo tienen ellas y tienen algo más.
El Corrido de Mazatlán es una loa a la tierra y a la gente, al estilo de un compositor que gustaba honrar a quienes le aplaudían con canto a sus terruños, desde la inmensa Chihuahua hasta la pequeña Tlaxcala. Así cantaba al pueblo que le ovacionaba:
Y de sus hombres, ¿pues qué podría decirles?,
que son amigos y nobles en verdad;
y sin que olviden sus típicas arañas,
¡qué lindo es todo lo que hay en Mazatlán!
Cuando llegaba al estribillo, el coro popular se hacía algarabía, con banda en las playas que manifestaba el orgullo de ser mazatleco y la admiración por la belleza del puerto:
¡Ay, qué bonito Paseo del Centenario!
¡Ay, qué bonita también su catedral!;
ahí hasta un pobre se siente millonario,
ahí la vida se pasa sin llorar.
Monumento a José Alfredo Jiménez
El Corrido de Mazatlán se transformó en el himno del puerto y la primera versión de música de mariachi dejó su lugar a la banda de música. Por eso las y los mazatlecos promovieron en 2019 hacer un monumento al vate de Dolores.
En noviembre de 2020 fue inaugurada la estatua dedicada al compositor en el Paseo Olas Altas, pero en mayo de 2023 se le movió a un mirador hacia la zona de la montaña, en la glorieta el “Corazón”, del Paseo del Centenario.
Desde ahí resuena la voz de José Alfredo:
Yo soy fuereño,
nací de aquí muy lejos;
y, sin embargo, les digo en mi cantar;
que tienen todos ustedes un orgullo,
el gran orgullo de ser de Mazatlán.