jueves, septiembre 19, 2024
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DE ECLIPSES, SUPERSTICIONES Y PREMONICIONES

En la historia de la humanidad, fenómenos como los cometas y los eclipses —lunares o solares— han estado rodeados de fascinación, pero también de miedos, premoniciones y supersticiones.

En este territorio de lo que hoy es México, desde la era prehispánica hasta la Nueva España, para llegar a la época independiente, ha ocurrido casi una veintena de eclipses y siete ocasiones ha pasado el cometa Halley. En esta ocasión el tema serán los eclipses.

En un país con una historia llena de convulsiones sociales y políticas, es de esperarse que se le dé un carácter premonitorio a los fenómenos astrales.

Los eclipses producen fascinación pero también generan miedos, y han dado lugar a premoniciones y supersticiones a pesar de ser hechos registrados científicamente.

He aquí el listado de eclipses totales de sol en este territorio desde la conquista a la fecha, consignados en documentos históricos:

En 1606, Enrico Martínez calculó los eclipses que habrían de suceder entre esa fecha y 1620. Predijo el del 10 de junio de 1611, que fue total y se vio en el sureste. 

El astrónomo Carlos de Sigüenza y Góngora describió el eclipse del 23 de agosto de 1691: “A muy poco de las ocho y tres cuartos de la mañana, nos quedamos no a buena[s] sino a malas noches […] al mismo instante en que faltó la luz, cayéndose las aves que iban volando, aullando los perros, gritando las mujeres y los muchachos, desamparando las indias sus puestos en que vendían en la plaza fruta, verdura y otras menudencias […] se causó de todo tan repentina confusión y alboroto que causaba grima”. 

Felipe de Zúñiga y Ontiveros calculó que ocurriría un eclipse en la parte central de Nueva España el 13 de mayo de 1752. Asimismo, el astrónomo Antonio de León y Gama predijo el del 24 de junio de 1778, visto también desde Ciudad de México. Sólo pudo contemplar una parte del fenómeno, debido a que las nubes cubrieron la unión del Sol y la Luna durante la mayor parte del tiempo.

No es por hablar de premoniciones. Pero en ese lapso ocurrió en la Nueva España la expulsión de los jesuitas en 1767.

Ya en el México independiente, Francisco Díaz Covarrubias calculó el del 25 de marzo de 1857, que antecedió el triunfo liberal sobre los conservadores y luego la invasión francesa. El astrónomo calculó hora de inicio y de cuándo el oscurecimiento sería total y cuándo terminaría. Fue visto en Baja California, Sonora, Sinaloa y otros estados del norte del país. 

Ante cualquier desgracia o cambio político posterior al eclipse, no faltaron voces y escritos que daban al eclipse un carácter premonitorio.

Porfirio Díaz llegó al poder en 1877 y creó los observatorios Astronómico Nacional, Meteorológico y Central. De manera que cuando se presentó el siguiente eclipse total, en 1900, había una mayor organización científica. El eclipse total, ocurrido el 28 de mayo de 1900, había también sido pronosticado por Díaz Covarrubias. Fue nuevamente el norte del país el espacio más favorable para observar al fenómeno.

Documentos de la época describen que a medida que se ocultaba el sol, bajó la temperatura. Los animales comenzaron a volver a su corral y las aves de granja se fueron a sus lugares de pernoctación. Hubo gente que celebró la oscuridad total. Al terminar el fenómeno, todo volvió a la normalidad. Era la bienvenida a un nuevo siglo que suponían de progreso y modernidad.

La prensa de la época describió que en las ciudades el eclipse fue visto con alegría y sin prejuicios. 

El eclipse solar total del 11 de julio de 1991

Ese día tocó hacer crónica del eclipse total en la ciudad de León. La zona peatonal mostró gente que con sus vidrios ahumados y lentes especiales vendidos para el acontecimiento (algunos con vidrios inadecuados), observaron cómo el sol era cubierto por la luna.

El eclipse fue visto por más de 50 millones de personas en el país y es uno de los más largos, pues su tiempo aproximado en la fase de la totalidad fue de casi siete minutos.

Era el eclipse mejor observado de todos los tiempos por su duración y por la tecnología ya disponible. Fue visto en su fase de totalidad en 20 estados. Guanajuato fue uno de ellos.

La UNAM preparó cuatro telescopios de ocho pulgadas de diámetro (20 cm) conectados a cajas divisoras de imagen y con filtros H alfa para registrar la cromósfera en la luz roja que emite el átomo de hidrógeno.

Se asignaron espacios para la correcta observación del fenómeno y hubo campaña en medios para explicar la forma correcta de observarlo.

En México, desde el periodo prehispánico, han ocurrido casi una veintena de eclipses y siete ocasiones ha pasado el cometa Halley.

En el caso del estado de Guanajuato, la universidad local aplicó medidas similares a la UNAM y su observatorio fue uno de los espacios más concurridos para la observación. También realizó la campaña sobre la forma correcta y los objetos adecuados para ver el fenómeno.

El del 8 de abril es una nueva fecha histórica, cuando nuevamente se muestre en parte del territorio nacional un eclipse total, luego de una serie de eclipses parciales registrados previamente. El más reciente fue en 2017, que en la mayor parte del estado no pudo ser visto por estar ese día el cielo nublado.

Supersticiones y premoniciones

Mientras que científicos y la mayoría de la población ve a los eclipses como algo no peligroso, para la creencia popular —especialmente del medio rural— el fenómeno genera afectaciones a la vida. La creencia más común es que genera malformaciones a las criaturas en gestación y hay que colocar un objeto metálico que absorba esas “energías”. De ahí que las embarazadas se colocaron un seguro de metal.

Como que late más la creencia en la premonición. Es año electoral, a lo mejor el eclipse preludia algo inesperado.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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