domingo, septiembre 8, 2024
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GABRIELA ANA ZANOR PROMUEVE LA INVESTIGACIÓN PARA PRESERVAR LOS CUERPOS DE AGUA EN GUANAJUATO

La investigadora estudia la Laguna de Yuriria, la presa La Purísima, la Presa Ignacio Allende y, próximamente, la Presa Solís.

Con catorce años de antigüedad en la Universidad de Guanajuato, la Dra. Gabriela Ana Zanor es una comprometida geóloga e investigadora de los lagos y las presas del estado de Guanajuato. Adscrita al Departamento de Ciencias Ambientales, de la División de Ciencias de la Vida (DICIVA), analiza la calidad del agua, los sedimentos y el estado de contaminación para conocer la problemática de eutrofización, es decir, el aumento de nutrientes en los cuerpos acuáticos por la descarga de aguas residuales en distintas actividades humanas.

La investigadora ha participado en tres proyectos: la Laguna de Yuriria, la Presa La Purísima (Guanajuato) y la Presa Ignacio Allende (San Miguel de Allende), y en próxima fecha lo hará en la Presa Solís (Acámbaro). Gabriela Zanor mantiene colaboraciones nacionales e internacionales, por ejemplo, con la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Departamento de Ingeniería en Minas, Metalurgia y Geología de la UG, la Universidad de Haifa (Israel) y la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).

Como mujer científica, Gabriela Zanor se siente afortunada por la elección de una profesión desde su niñez, cuando le encantaba recolectar rocas y minerales deseando entender la formación de las montañas, el camino que siguen los ríos y las geoformas, misma pasión con la que, como docente, transmite los resultados de su labor e involucra a las y los estudiantes en proyectos de educación ambiental.

A Gabriela Ana Zanor en su niñez le encantaba recolectar rocas y minerales, deseaba entender la formación de las montañas y el camino que siguen los ríos. 

En específico, la investigación en la Laguna de Yuriria es parte del proyecto de la tesis doctoral de una de sus estudiantes, Cinthya Soledad Manjarrez Rangel, de la cual es directora la Dra. Zanor y co-director el Dr. Eduardo L. Piovano, de la Universidad Nacional de Córdoba.

Según explica la especialista, en esta investigación se aplicó una técnica de paleolimnología a través de la perforación del sedimento (lodo o fango) del fondo de la laguna para obtener un núcleo de sedimentos inalterados en el tiempo, lo cual posibilita el estudio cronológico por capas de la materia orgánica, nutrientes, metales y fósiles, con lo que se reconstruye su historia considerando la repercusión de factores naturales (variaciones en el clima y la geología) y el impacto de las actividades humanas.

Entre los hallazgos principales en la Laguna de Yuriria se identificó que existía un ambiente diferente al actual y que, progresivamente, el cuerpo de agua cambió hasta convertirse en un tiempo reciente en la laguna como hoy se conoce, con escasa profundidad (2 metros) y proliferación de lirio acuático. Al presentarse la enfermedad de la malaria en la época colonial, este ambiente se inundó mediante la construcción de un canal con el agua del río Lerma, según datos documentados en material histórico. Se analizaron también fósiles de organismos que han vivido ahí y han mostrado evidencias del pasaje de ambientes contrastantes y cambios en los parámetros de la calidad del agua, como los niveles de nitrógeno y carbono.

En la Laguna de Yuriria, a través de paleolimnología, se reconstruye su historia considerando la repercusión de factores naturales y el impacto de las actividades humanas. 

A decir de la investigadora: “Nos interesa el punto de vista científico, pero también tratar de aportar conocimiento y alguna solución para las personas que han vivido en el territorio toda su vida; la relación agua(paisaje)-sociedad para nosotros es muy importante y nos permite revalorizar culturalmente un lugar y difundir ese conocimiento. Al dar a conocer su historia, se revaloriza el patrimonio histórico, cultural y ambiental del cuerpo de agua y se logra promover su cuidado y protección”. Al mismo tiempo de ese comentario, enfatizó la necesidad del líquido para los lugareños en cuanto al riego agrícola, las actividades de recreación y los servicios de alimentación.

Tocante al proyecto de la Presa de la Purísima, se desarrolla un estudio diagnóstico, tanto en temporadas secas como húmedas. La contaminación en ese sitio está mayormente asociada a los metales propios de la minería que históricamente se ha desarrollado en la zona desde hace aproximadamente quinientos años, aunque, explica la geóloga, las rocas en el estado de Guanajuato tienen también concentración de metales que se liberan naturalmente, por lo que está pendiente determinar si la fuente es natural, humana o ambas.

En cuanto a la vinculación con la población en este cuerpo acuático rodeado por ríos que bajan de los cerros circundantes, se ha encontrado la presencia de floraciones algales que enturbian el agua, mismas que repercuten negativamente en los peces que la habitan y, por ende, en la actividad pesquera.

Con respecto a la Presa Ignacio Allende, se ha descubierto un alto contenido de nitrógeno y fósforo, razón por la cual se agota el oxígeno y prolifera excesivamente el lirio acuático, detalla la investigadora. Esto limita los usos del agua para la población (agua potable, recreación, pesca, acuacultura, riego agrícola), situación que se agrava por el estrés hídrico presente en el último año. Desde el punto de vista biológico, en este cuerpo se analizan también las algas y el ciclo de descomposición del lirio junto con sus implicaciones.

Además del punto de vista científico, el interés de Gabriela Ana Zanor está en aportar conocimiento y alguna solución para las personas que han vivido en el territorio toda su vida. 

Al referirse a la investigación que iniciará en la Presa Solís, la más grande del estado de Guanajuato, Zanor precisó que la atención estará puesta en las repercusiones de la actual sequía y la viabilidad del desarrollo de la acuacultura para la mejora del bienestar socioeconómico de los pobladores.

El costo de los equipos y análisis requeridos es uno de los principales desafíos en este tipo de trabajos; sin embargo, la investigadora reconoce cómo la colaboración interinstitucional ha permitido solventarlo y expresa el deseo por compartir los hallazgos con las instancias gubernamentales para tomar acciones de remediación, así como la disposición de los cuerpos académicos para participar en talleres sobre protección y preservación de ambientes acuáticos, al igual que en comités para el cuidado de áreas naturales y la aplicación de estrategias de mejora.

Desde la perspectiva de Gabriela Ana Zanor, hacen falta geólogas y geólogos para estudiar todos los recursos naturales, el agua superficial y los mantos subterráneos, la relación clima-calidad del agua, los contaminantes del agua superficial y subterránea, las rocas y los minerales, los suelos y los paisajes, los volcanes, los yacimientos petrolíferos y la minería, actividades económicas que permiten el desarrollo de la sociedad. Considera relevante invitar a las niñas y las jóvenes para adentrarse en la ciencia y eliminar barreras impuestas de manera personal: “ser científico(a) es tener todos los días un reto como detectives; tenemos una motivación grande: descubrir algo para ayudar a la sociedad”.

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