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DE “LA BURRITA” A LA CENTRAL DE AUTOBUSES: EL SERVICIO DE PASAJEROS PARA GUANAJUATO

El Camino Real de Tierra Adentro conectaba a Guanajuato con Silao y con Dolores Hidalgo. A la ciudad minera se llegaba a caballo o en diligencia por Marfil o se bajaba con mulas por El Tecolote en el sur o por la Sierra de Santa Rosa, en el norte. Luego llegarían los autobuses y con ellos las centrales de autobuses.

Los primeros buses

El 12 de noviembre de 1932, de la ciudad de León salió el primer camión de pasajeros en el estado de Guanajuato. Se estacionó frente al número 102 de la calle Belisario Domínguez y partió con destino a Irapuato a las 7:30 horas (Historia de la Línea Flecha Amarilla).

A finales de esa década comenzó la línea León–Querétaro, sucesora de la Línea León–Irapuato. El 18 de junio de 1948 se extendieron a San Luis Potosí y anexas.

En el centro de Guanajuato Capital se situaba el paradero de autobuses foráneos, cuya dimensión era enorme para la estrechez de la ciudad. 

La movilidad de los autobuses fue lograda gracias a la Carretera Panamericana, la federal número 45, de Ciudad de México a Ciudad Juárez, en su paso por Querétaro, Celaya, Salamanca, Irapuato, Silao, León, Lagos de Moreno, Aguascalientes. Zacatecas, Torreón y Chihuahua, por citar las localidades consideradas de mayor importancia.

A la ciudad de Guanajuato el traslado era en ferrocarril. La afamada “Burrita” que salía de Irapuato, pasaba por Silao y llegaba a la capital.

Era el servicio de trenes número 281, con la máquina con el número 658. Este tren paraba en Arandas, El Copalillo, Vieyra, Villalobos, Pico de Oro, El Cerrito hasta llegar a Silao, y de ahí a Cuarta Parte, La Cuesta, Santa Teresa, Nochebuena, Marfil y Guanajuato (la estación de Tepetapa) y de regreso.

Antes de 1908, el tren salía de Silao y llegaba hasta Marfil. La estación estaba donde se ubicó la tienda del ISSSTE. La vía fue desviada hacia el norte para que llegara a Tepetapa y así la ciudad tuvo en el ferrocarril su principal medio de movilidad con el resto del país, pero las salidas eran contadas y se requería un servicio más constante.

En la década de 1940 se empezó a construir la carretera federal Silao-Guanajuato-Dolores Hidalgo y en la década siguiente surge la flamante carretera federal 110 que conecta a las tres ciudades. Es entonces cuando el autobús llega a la capital y se alterna con el ferrocarril.

La primera terminal en Guanajuato

La primera terminal de autobuses de pasajeros que llegaban a la capital se ubicó en el Pasaje de los Arcos, también conocido como Pasaje Alejandro Von Humbolt. Funcionaba como espacio de estacionamiento para los autobuses, sobre la calle Luis González Obregón. 

No existían las terminales de autobuses. En León, las terminales estaban en la calle Justo Sierra, junto a la cárcel municipal y en la calle Gante. Luego pasarían al Jardín de la Industria, lo que hoy es la Plaza de los Fundadores. 

Vista panorámica y más en detalle de la terminal de autobuses foráneos en el centro de la ciudad de Guanajuato. 

En Silao las terminales estaban en las calles Álvaro Obregón y Libertad, en las inmediaciones del cine Montes. Los autobuses paraban ahí, fuera procedentes de León o Irapuato, para ir a la capital y las personas viajeras aprovechaban para comprar racimos de limas o jícama con chile y limón.

En el caso de la capital, los autobuses tenían que ajustar sus horarios al sistema de tránsito de la avenida Benito Juárez, que tenía horarios para ir en dirección al Paseo de la Presa y horarios de regreso.

La primera central de autobuses

En 1969 fue inaugurada la Central de Autobuses de León y en 1974 la de Irapuato. La capital necesitaba la suya y en esa misma década la tuvo: la Hacienda Purísima de Flores, que se encontraba ubicada en la Avenida Juárez.

De esa manera la ciudad tenía su nueva terminal y acababa la odisea del tránsito por Benito Juárez, máxime que, para esas décadas, los autobuses eran de mayores dimensiones.

La de Purísima de Flores había sido una virreinal hacienda de Beneficio, construida estratégicamente a la orilla del río Guanajuato, que en 1964 se había convertido en Calle Subterránea.

La Central de Autobuses tenía acceso por la rampa de Tamazuca y por el puente sobre la Subterránea, que la conectaba con la avenida Juárez. Los buses transitaban por el pasaje Manuel Leal para ir a Dolores Hidalgo.

Mural de la muy antigua entrada a la ciudad, camino de herradura, por la Bajada del Tecolote, pintado en la actual Central de Autobuses. A su lado, anuncio en el directorio telefónico de León en 1965.

La entrada y salida a la ciudad era por las llamadas “Curvas Peligrosas”. Huelga decir por qué adquirieron ese nombre.

Y así, con pesados autobuses que colmaban las reducidas calles de la ciudad, transcurrieron las décadas de 1970 y 1980.

La actual central de autobuses

El 1 de marzo de 1990, el gobernador Rafael Corrales Ayala inauguró la nueva Central de Autobuses, que remataba la construcción de otra emblemática: la autopista de cuota Guanajuato-Silao.

La nueva Central de Autobuses está diseñada para tener hasta 500 salidas diarias para dar servicio a 25 mil pasajeros por día.

A mediados de esa época, el presidente Ernesto Zedillo concesionó las vías del ferrocarril y las empresas privadas que se beneficiaron con esa medida ya no ofrecieron servicio de trenes de pasajeros. La ciudad tenía dos trenes que llegaban a ella: la “Burrita” y el tren El Constitucionalista, que salía de la ciudad de México y hacía escala en Querétaro.

Actual Central de Autobuses de la ciudad de Guanajuato. (Imágenes tomadas de Google Earth)

Los autobuses se convirtieron en los amos de la movilidad interurbana. Cuando las vías del ferrocarril fueron levantadas entre Las Teresas y Tepetapa para ser convertidas en vialidad, se canceló otro proyecto planteado por gobiernos estatales: el tren interurbano.

De las recuas a los tranvías de mulitas, del ferrocarril a los camiones. El tren de pasajeros regresará a Irapuato y quizá más adelante a Silao y León. A la capital del estado es ya imposible. Sólo resta mejorar su actual Central de Autobuses.

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Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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