lunes, septiembre 16, 2024
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MARCELA VERA: PULSERAS DE EMERGENCIA QUE PUEDEN SALVAR VIDAS

Es cotidiano leer en las noticias sobre madres buscando a sus hijos desaparecidos, algunos son encontrados rápidamente, pero otros ya no se vuelven a reunir con los suyos nunca más sin que se sepa qué sucedió; gente hospitalizada sin identificaciones; personas a las que asaltan y se quedan sin posibilidad de contactar a sus familiares para pedir ayuda, migrantes desmayados en el camino que nadie conoce. Hoy, esas realidades pueden contar una historia distinta gracias a las poderosas pulseras de ERLink.

Marcela Vera tenía una vida estable como empleada en el gobierno. Trabajaba en el sector turístico, en la dependencia de FONATUR, y por supuesto que parte de sus funciones era viajar, por lo que para ella eran cotidianas las peripecias en los aeropuertos: maletas perdidas, mascotas que no llegan a su destino, personas perdidas y desorientadas en los aeropuertos…. “Personalmente, me encanta viajar y andar en la fiesta. Pero todo este tipo de cosas me hacían pensar: Híjole, solo traigo mi teléfono, y si lo pierdo, me quedo incomunicada”.

En el año 2018, Marcela estaba participando en un maratón en la Ciudad de México cuando de pronto un corredor se desplomó: “Llegan los paramédicos, le empiezan a dar reanimación y RCP… y lo único que captan mis oídos claramente es la frase: «es un corredor sin número». Yo me dije, no puede ser posible que una persona que tiene una vida y una identidad pueda perderlo todo en un instante porque nadie sabe nada de ella… de por sí que para los periódicos los corredores somos solamente un número”.

Marcela Vera Alvarado, emprendedora, creadora de la pulsera de identificación personal.

El shock que le ocasionó esta experiencia encendió su alerta: había que hacer algo para que la gente sepa quiénes somos en situaciones críticas y vulnerables.

Entonces sucedió que se quedó sin trabajo; al principio lo tomó como una oportunidad para descansar, pero no pasó mucho tiempo sin que se pusiera en trabajar en esta idea: la identidad de las personas vulnerables: “Ahí comienzan a gestarse las pulseras de emergencia ERlink: “pedí préstamos, invertí gran parte de la liquidación que me habían dado. Tuve una agencia, soy publicista, así que me dediqué a intentar hacer alianzas para construir este equipo. Todo iba muy bien… hasta que llegó la pandemia”.

En el 2020 el concepto de las pulseras estaba completamente armado: “Nosotros no inventamos el producto de cero totalmente, existen otros artículos de identificación. Simple y sencillamente desde hace muchas generaciones se usan los dog tags de los militares. Lo que hemos ido haciendo es fusionar todo lo necesario en un solo producto. Empiezo a revisar primero las características similares que otros artículos de identificación tienen, como nombre, edad, sexo, enfermedades y rasgos particulares específicamente. La diferencia es que ahora tenemos mucha tecnología como para poder empezar a crear sistemas en donde esto sea más benéfico”.

“Pensamos que los dog tags son muy buenos, pero una cadena puede salir volando. Por otra parte, al ser de metal, es conductora de energía, así que, en un caso de reanimación, esta identificación militar quema. La pulsera, en cambio, surge como un artículo específico para poder portar al héroe del asunto, que es el código QR y que viene en esta pulsera que puede usarse indefinidamente, que lo hace visible y que tiene una funcionalidad. La pulsera no se sale”.

¿Por qué es tan importante el QR? Pues porque al ser escaneado enseguida se envían alertas a las personas que el usuario designó como contactos de emergencia para avisarles que algo está sucediendo, y al mismo tiempo, en la pantalla del dispositivo que se usó para abrir este QR se despliegan los datos de identificación y médicos de la persona en situación vulnerable.

Lo que está de por medio es la vida de las personas, su identidad en un momento de peligro, en ese lapso vacío en que los minutos son vitales y se pierden tratando de tener información de la persona: “Nos mueve la necesidad de comunicar. Nuestro lema es «todos tenemos algo importante que decir». No nada más el nombre, sino el sexo, identidad, género, en fin. Cada persona tiene algo en especial que es relevante que se sepa. Somos únicos e irrepetibles y nuestras características son distintas”.

Cuando el 2020 llegó, y el planeta entero se paralizó llevándose sueños, estabilidad y la posibilidad de crecimiento, a Marcela también la hizo caer. “En ese momento, yo estaba sola con el proyecto, el proyecto era mío y yo era todóloga. No te puedo decir que había mucho dinero para desarrollarlo, pero sí que había ingenio. Tuve mucho apoyo de amigos y amigas que se sumaron al proyecto porque, a fin de cuentas, es altruista, independientemente de que es un negocio también. En pandemia, nos dimos cuenta de que sí, podía ser un producto muy útil y necesario en ese momento, pero el chico que me apoyaba con el software falleció de covid y me quedé atorada. Yo ya daba por perdido el proyecto, la inversión, el dinero que había pedido prestado y que ahora, además, tendría que pagar. Me quedé con muchos compromisos”.

Así llegó el 2023, Marcela decidió venirse a vivir a Guanajuato, acá están sus padres, y en ese proceso de mudanza encontró todas sus pulseras almacenadas, y decidió buscar a Eric Suárez, quien ya le había dicho tiempo atrás que cuando quisiera vender su proyecto o buscar socios, le avisara. Así que se puso en contacto con él, le pasó el proyecto para que lo analizara y a la semana siguiente ya estaba sentada con una empresa colombiana que es un monstruo en tecnología y ciberseguridad.

“Me senté con ellos como en un shark tank y finalmente me dijeron que sí querían comprar el proyecto, pero que yo siguiera siendo parte de él. Me dijeron que, como el proyecto era mi bebé, solo yo podía sacarlo adelante, y que nadie mejor podría entenderlo. Se comprometieron a respetar la marca y los valores de mi emprendimiento. Me cobijaron. Me ofrecieron el respaldo que necesitaba. Y volvimos a arrancar en 2023, en julio. Entre febrero y marzo salió el nuevo tiraje de pulseras. Las revisamos, analizamos los pros y contras, lo que había que mejorar”.

Uno de los retos a los que Marcela tuvo que hacer frente al arrancar el proyecto en un inicio fue el miedo de la gente a usar la tecnología, pero gracias a que la pandemia dejó un gran aprendizaje en ese sentido, han podido avanzar con mayor rapidez: “al principio tuve que trabajar en la difusión de la pulsera, y luego en cómo escanear el código. Ahora ya es distinto, hay muchas posibilidades para ello. Estamos muy apapachados con la tecnología que existe en este tiempo”.

¿Cuántos casos conocemos cada uno de nosotros en los que, de haber tenido esa pulsera, las cosas habrían sido distintas? “Me contaron de un caso en una agencia de viajes en la que estaba un empleado que no hablaba nunca con nadie. Llegaba, se sentaba a trabajar y se levantaba al final de la jornada. Un día, sufrió un infarto, pero sus compañeros no sabían ni su nombre, mucho menos si tenía familia, si ya estaba enfermo, no sabían nada de él y perdieron mucho tiempo. El objetivo de la pulsera es acortar tiempos para que la atención pueda ser inmediata, personalizada y cercana”.

Marcela, en este tiempo, ha acumulado una serie de experiencias invaluables: “Fue muy satisfactoria la vez en la que me escribieron para decirme que encontraron a una abuelita con Alzheimer a minutos de haberse alejado gracias a que entró en una tortillería y ahí escanearon su pulsera de emergencia. Recibir mensajes como ese se ha convertido en parte de mi vida diaria desde que me dedico a esto”. 

Pulsera de identificación personal, un accesorio que no lo es tanto: puede salvar vidas.

“No obstante, también me he dado cuenta de que hay muchos sectores vulnerables para los que la pulsera puede ser imprescindible: niños, jovencitas, adolescentes… me he sentado con familiares de las desaparecidas en la Ciudad de México me llevaron los policías con ellas porque una pulsera puede ayudar perfectamente a identificar un cuerpo encontrado en medio de la nada; también con los bomberos de la Ciudad de México con quienes además probamos la resistencia de la pulsera y ahora sabemos que aguanta intacta hasta 6 minutos bajo un fuego intenso antes de quedar destruida, mucho más de lo que soporta el cuerpo de una persona en la misma situación. Todos somos vulnerables. Es una realidad que no sabemos en qué momento puede suceder un siniestro, un sismo, un accidente o una desaparición”.

Actualmente, ERLink está trabajando en la creación de identificadores para mascotas, igualmente, con un QR que contenga toda su información. Pero lo que más les importa hasta ahora es que las personas compartan la información para que todos conozcan las pulseras y la forma en la que pueden ayudar a alguien que las porte solamente escaneando el código. Afortunadamente, ya hay promotores de las mismas en 12 estados de la República, y la familia va creciendo.

Puedes conocer más sobre esta empresa en la página web www.erlink.app y a través de las redes sociales.

Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz es licenciada en Ciencias de la Comunicación, escritora, editora en Pacholabra Ediciones. Fundadora de los proyectos Alas para niños y jóvenes escritores y Manos en Vuelo.
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