Croniquillas que datan del siglo XIX dicen que por encargo de un editor, en 1806 los hermanos Charles y Mary Lamb escribieron Cuentos de Shakespeare, la adaptación para niños y jóvenes de 20 obras teatrales del Bardo de Avon. Con una prosa concisa, rescataron el lenguaje del dramaturgo; Charles adaptó las tragedias, y Mary las comedias.
Este título llegó a las librerías de la Ciudad de México en una bonita edición de la Dirección General de Publicaciones (DGP), con 10 de los 20 cuentos publicados en 1806, entre ellos “La comedia de las equivocaciones”, “Romeo y Julieta”, “Hamlet”, “Sueño de una noche de verano”, “El rey Lear”, “Otelo”, “La tempestad”, “Macbeth”, y otros más.
El lector curioso y medianamente enterado notará que no se trata de simples adaptaciones con un toque de “obritas infantilizadas”, sino de un trabajo sensato por lo cual pueden ser leídas no sólo por niños o jóvenes, ya que su importancia radica en que salieron a la luz en un contexto previo a la Época de Oro de la literatura infantil, en plena era Victoriana.
Originalmente, estas adaptaciones salieron en el periodo del Romanticismo, lo cual fue muy importante porque en el siglo XIX se comenzaron a hacer libros que no fueran tan didácticos o de instrucción, sino que permitieran que el niño dejara volar su imaginación con historias inteligentes, bien elaboradas y con un profundo análisis del ser humano.
Se trata de una edición muy bella, limpia, sobria y elegante, que se distingue por ser seria y dirigida a los jóvenes para que se acerquen a Shakespeare. La intención es que tengan, sobre todas las cosas, una idea clara de la trama de 10 de las principales y más famosas obras de Shakespeare que, eventualmente, los podría motivar a buscar el texto original.
El libro cuenta con ilustraciones de los españoles Jesús Cisneros y Javier Zabala, así como del talentoso mexicano Manuel Monroy, quien en su momento dijo que el proyecto representó un reto interesante para los ilustradores, pues a lo largo de los siglos existe toda clase de dibujos que han acompañado las obras del dramaturgo, poeta y actor inglés.
Para Monroy son obras inagotables en términos expresivos. “Como lectores podemos abordarla no sólo desde el punto de vista del contenido histórico, sino cómo lo hacemos nuestro. La parte más interesante de ilustrar es la interpretación. Yo no me caso con una idea, sino que hago una especie de investigación para enriquecer mi propia lectura”, dijo.
Con la idea de llegar a una mayor población lectora en español, el libro que reapareció originalmente en el marco del 400 aniversario de la muerte de William Shakespeare (2016) posee una pasta dura y es de fácil manejo. La traducción estuvo a cargo de Darío Zárate Figueroa y es una buena ventana para entrar al fascinante mundo de ese autor.
Resulta ocioso señalar que William Shakespeare es uno de los más grandes (mejor dicho, grandiosos) autores que ha dado la humanidad. Su herencia literaria y enorme poder para ser permanentemente contemporáneo, han dado la inmortalidad a ese dramaturgo, poeta y actor inglés nacido en 1565 y muerto en 1616. Es un genio de la literatura universal.