viernes, octubre 18, 2024
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BETINA ÁLVAREZ, LA ARTISTA QUE HA HECHO POSIBLE QUE GUANAJUATO HABITE EL MUNDO

Hace años, una pequeña niña escribió su carta a los Reyes Magos pidiendo aquello que más deseaba: una cámara fotográfica. Ella era una contadora de historias, pero esas historias no estaban hechas de palabras, sino de imágenes.

Esa pasión por el arte, y en especial por la foto, creció junto con ella. En Guanajuato, el arte vive entre sus calles, en sus museos, en los teatros y hasta en los muros de los callejones. Por eso es que la semilla germinó y floreció con más ahínco; estaba en terreno fértil.

Betina Álvarez, al crecer y tener que elegir su profesión, por supuesto que no lo pensó dos veces y estudió Artes Plásticas con especialidad en fotografía en la Universidad de Guanajuato. Al graduarse, se dedicó a la docencia en la Preparatoria durante 14 años, pero como muchas de las historias que han pasado por este espacio, la pandemia la empujó a ir más allá. A llevar al plano físico lo que tanto ama.

La idea de Betina Álvarez consiste en imprimir sus fotografías pensando en el arte utilitario, haciendo que tenga también un uso. Su formación en artes plásticas le ofrece un sólido soporte.

“Las fotos que tomo son más artísticas, me di cuenta de que estaban guardadas en mi computadora y no las imprimía”. 

Y fue así como pensó en una manera de rescatarlas de los archivos y mostrarlas al mundo: “La idea del proyecto fue que se pudieran imprimir, pero no en papel fotográfico tradicional, sino pensando en el arte utilitario, donde la fotografía tuviera un uso también. Como estábamos al final de la pandemia, empecé con cubrebocas, se podían lavar y ya no era el cubrebocas liso, sino que llevaba un paisaje, una imagen de Guanajuato o una fotografía diferente. Luego fueron bolsas para el mandado bajo el mismo concepto. Después evolucioné a los costalitos…”.

Fue así como, además de congelar el tiempo, de capturar momentos, paisajes majestuosos y lo cotidiano en su esencia más pura, llevó sus fotografías más allá: “Me empecé a dar cuenta de que mis clientes potenciales son los que vienen de turistas a Guanajuato, que quieren llevarse souvenirs distintos a los de siempre. Así que empecé a hacer monederos, fotos tamaño postal en trovicel a los que también se les puede poner una dedicatoria en la parte de atrás”.

“Ahora también tengo calcomanías, imanes, se han ido ampliando las impresiones en lo que se va haciendo, pero las tomas que hago son directas, no uso filtros. Todo se hace con foto digital, ya no son análogas, pero siempre con la idea de la toma directa. Me gusta más la foto tal y como la tomé, sin cambios”.

Y así fue como el emprendimiento de Betina comenzó a dar sus frutos y a crecer, pero ¿Qué tan complicado, o no, es tener tu propio negocio y lograr este crecimiento? “Normalmente, pensamos que tener un emprendimiento es algo fácil. Quieres ser tu propio jefe para ponerte tus horarios, tu sueldo, establecer tu propia organización y no depender de otra cosa. Pero no es así. Es mucho más complicado de lo que se puede pensar. De inicio, tenemos una idea muy romántica del emprendimiento, y que todo llega como por arte de magia. Pero es un trabajo que implica muchas más horas que una oficina. Se requieren muchos cuidados, mucha atención, muchos detalles”.

“Por ejemplo, yo estudié Artes Plásticas, así que esa parte del SAT, el pago de impuestos, dominar el Excel son cosas que no vienen en las clases. De repente hubiera querido que me dieran clases de finanzas en lugar de otras materias que en la realidad no se usan porque hay muchas cosas que debes aprender sobre la marcha y que no sabes”.

“Por ejemplo, este tipo de proyectos y programas del municipio me sirvieron mucho porque fue como darme luz a cómo se hacen las cosas, cómo se realiza un presupuesto, la forma de buscar mejores proveedores, maquiladores que tengan calidad, cómo presentas tu producto, que no sea solo entregarlo así y ya. Yo pongo la ficha técnica de las fotos en cada objeto, por ejemplo. Es mucha más chamba de lo que uno puede pensar”.

Y es que imaginamos a los artistas en sus talleres y sus lugares de trabajo, creando sin fin, pero en la vida real, si desean darle vida a sus obras y que lleguen a otros destinos, el tiempo se comparte con muchas más acciones que no se ven, no se perciben, y, por lo tanto, no se valoran.

“Toda una empresa en manos de una sola persona. Terminas haciéndote multi… Multi… Multi porque haces todo, desde empaquetar, imprimir, cortar, acomodar, diseñar y hacer un montón de cosas. Es muy bonito, pero no viene en esos sueños de cuando uno decide hacer el emprendimiento: tocar puertas, ver con quién puedes vender, que te convenga, porque luego es como tener que entregar la ganancia y hasta salir perdiendo. Tener una pequeña empresa implica muchas cosas que uno no sabía o no veía antes. Así ha sido un poco”.

Monederos, fotos tamaño postal en trovicel, calcomanías, imanes, son sólo algunas de las múltiples impresiones de las fotografías de Betina Álvarez, a partir de fotografía digital.

Y, sin embargo, nada hay más grato para un artista que poner en manos de sus clientes sus obras y sus creaciones: “He tenido muchas satisfacciones y es bonito tener un proyecto de este estilo. Cuando ves que a las personas les gusta lo que haces. O luego que me escriben para decirme que se llevaron algo mío a Australia, es muy emocionante saber que una foto tuya está allá. Por mucho que ahora vivamos en un mundo globalizado, es algo que va más allá de lo que pudiste imaginar. O cuando pasan los niños que son los críticos de arte más honestos y dicen que mis fotos están bonitas. Las personas con las que puedes convivir en estos espacios son algo que sin el negocio no hubiera conocido. Esto te enriquece un montón. Ver hasta dónde han llegado los productos y saber que están en distintos países está bien padre, y que además te digan que la persona que lo recibió está encantada, vale toda la pena”.

Es así como la magia de la fotografía además de lograr detener el tiempo y preservar momentos fugaces guarda trozos de universo en objetos utilitarios que no son solo eso, sino que encierran el encuadre, la iluminación, el momento y el corazón y la pasión de Betina Álvarez, a quien, además de los bazares tradicionales, puedes encontrar en Instagram como “Betina Álvarez fotografía”.

Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz
Elena Ortiz Muñiz es licenciada en Ciencias de la Comunicación, escritora, editora en Pacholabra Ediciones. Fundadora de los proyectos Alas para niños y jóvenes escritores y Manos en Vuelo.
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