viernes, octubre 18, 2024
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DÍA DE MUERTOS, DETONANTE DE LA CREACIÓN ARTÍSTICA

Decían los antiguos que cuando morían, los hombres no perecían, sino de nuevo comenzaban a vivir, casi despertando de un sueño y se volvían en espíritus o dioses, y cuando alguno se moría, de él solían decir que ya era teotl.

Fray Bernardino de Sahagún (Historia General de las cosas de la Nueva España)

La conmemoración del Día de los Muertos en el México rural y urbano, los días 29 y 30 de octubre, y 1 y 2 de noviembre de cada año, forma parte de la lista del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde el pasado 7 de noviembre de 2003, por ser un momento privilegiado de encuentro de las personas con sus antepasados.

También significa en el imaginario colectivo una magnífica oportunidad para la sana convivencia entre los vivos, un espacio en el tiempo para la reflexión y la evocación de la vida y obra de quienes ya se han ido, y un motivo de celebración de la existencia en este plano terrenal y la transición hacia el más allá, según la cosmovisión de cada familia.

“El patrimonio inmaterial proporciona a las comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad, favorece la creatividad y el bienestar social, contribuye a la gestión del entorno natural y social y genera ingresos económicos. Numerosos saberes tradicionales o autóctonos están integrados, o se pueden integrar, en las políticas sanitarias, educativas o la gestión de los recursos naturales”, explican los postulados de la misma UNESCO.

Desde tiempos ancestrales, el arte popular también ha tomado a los Días de Muertos como fuente de inspiración. (Fotografías, Juan Carlos Castellanos)

En la práctica, la celebración y conmemoración del Día de Muertos en México representa claramente un detonante generador de las más variadas expresiones artísticas y culturales, como arquitectura simbólica, obras plásticas, objetos artesanales, ceremoniales, juguetes, y un sinnúmero de objetos de uso cotidiano, utilitarios y de ornato, además de comida.

Creaciones coreográficas, piezas teatrales, murales, pinturas de caballete, canciones, poemas, arte en cualquier tipo de material y en los formatos más diversos, programas especiales de televisión, series documentales, películas, vestimentas, óperas y toda clase de creación enmarcadas en las Bellas Artes, ha sido inspirada en los Días de Muertos.

En tianguis, mercados, tiendas departamentales y grandes almacenes se pueden encontrar piezas de pequeño, mediano y gran formato, a precios económicos y altísimos. Son obras de arte y artesanías realizadas en cerámica, ebanistería, esmaltes, estampado, orfebrería, joyería, metales, textiles, vitrales, dibujo, cartón, papel picado y otros materiales más.

Consecuentemente, el paisaje urbano y de interiores en comercios se viste con los colores de temporada, aunque también de Halloween, es decir, de café, verde, negro y naranja a través de las calaveras y catrinas, sahumerios, ofrendas y altares miniatura, calabaza en tacha y cruda, camote, flores de cempasúchil, y las aromáticas velas, veladoras, y cirios.

El Día de Muertos en México representa claramente un detonante generador de las más variadas expresiones artísticas y culturales, como arquitectura simbólica, obras plásticas, objetos artesanales, ceremoniales, juguetes, objetos de uso cotidiano, utilitarios y de ornato, y comida. (Fotografías, Juan Carlos Castellanos)

Como se sabe, gracias a la tradición oral que pasa de boca en boca todos los saberes, las ofrendas del Día de Muertos son altares de origen prehispánico. Se colocan en cada hogar y también en los cementerios y en algunas ocasiones, en el sitio donde falleció la persona a quien se dedica. En rigor, los días de recuerdo son del 28 de octubre al 2 de noviembre.

En algunas zonas, ciudades, pueblos y rancherías del país, el 28 de octubre se dedica a las personas que murieron a consecuencia de un accidente, de manera trágica o súbitamente; el día 30 se espera la llegada de las almas de los niños que murieron sin haber tenido la oportunidad de ser bautizados, por lo general, son recién nacidos o de pocos días de edad.

De acuerdo con el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos, es decir, es un día dedicado a los niños y adolescentes, y el 2 de noviembre se consagra a los Fieles Difuntos, es decir, a los adultos y adultos mayores. A todos ellos se les espera en casa y en ocasiones, además, se visitan sus tumbas para ser limpiadas y adornadas.

La tradición del Día de Muertos es de origen prehispánico, cuando los antiguos mexicanos honraban a sus muertos una vez pasada la temporada de cosecha, lo que tiene lugar hasta la fecha entre septiembre y noviembre. Con la llegada de los españoles hace poco más de cinco siglos, el sincretismo cultural cambió, modificó, anuló y enriqueció esas prácticas.

La Orquesta Iberoamericana ya alista su función especial para este 2 de noviembre en la Ciudad de México. (Fotografías, Juan Carlos Castellanos)

En los altares u ofrendas se incluyen veladoras y cirios (la luz que guía y da paz y a las almas), incienso (el aroma que purifica el ambiente), agua (calma la sed de los difuntos), sal (para que el espíritu que llega no se corrompa durante su estancia en el mundo de los vivos) y flores de cempasúchil (su aroma y color ayudan a las almas a llegar a su ofrenda)

Otros elementos imprescindibles son el pan de muerto que por su forma representa el ciclo de la vida y la muerte, y los alimentos que el difunto más disfrutaba en vida. La fruta de temporada también da color y aroma a los altares y ofrendas, como las cañas, mandarinas, guayabas, naranjas, jícamas y las siempre presentes calaveritas de azúcar.

El papel picado que es trabajado con singular belleza por familias enteras de artesanos en prácticamente todo el país, representa el aire, uno de los cuatro elementos que debe estar presente en cualquier ofrenda. La foto del difunto a quien se recuerda con esta práctica ancestral es importante, para que su alma llegue a verse y entienda que el altar es suyo.

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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