Hay personas que son definitivas y marcan nuestra existencia de por vida en muchos sentidos. Que cuando somos niños las vemos enormes, y cuando crecemos descubrimos que sí, que eran célebres. Y la mejor manera de agradecer su vida y sus obras es perpetuando su memoria y manteniendo sus huellas profundas indelebles al paso del tiempo.
Para Marcel González Camarena, ser el nieto de Jorge González Camarena fue la mejor fortuna que pudo tener en su vida: “Tuve la gran ventaja de ser el nieto mayor y siento que desde niño siempre tuve el gusto por el arte y la cultura. Eso es algo que mi abuelo percibió, y es lo que hizo que él procurara que estuviéramos mucho tiempo juntos. Durante mi infancia y adolescencia yo viví con mis abuelos en su casa. Así que iba con él a todos lados, estaba junto a él en su estudio y lo acompañaba en sus reuniones con sus amigos intelectuales y artistas”.
Pero no sólo eso, Jorge González Camarena se esmeró en hacer de la infancia de su nieto una época feliz e inolvidable: “Desde niño nos poníamos a leer, él por su lado, yo por el mío. En la noche, acostados en la recámara, comentábamos lo que había leído, lo que había entendido. Muchos fines de semana nos íbamos solos a Tequesquitengo que era la casa de fin de semana, leíamos, platicábamos, jugábamos ajedrez…”.
Quizás, uno de los momentos más especiales para Marcel, fueron esas noches a la hora del cuento: “Mi abuelo me inventaba cuentos, los improvisaba. Eran muy divertidos e interesantes, porque las historias iban cambiando conforme pasaba de niño a adolescente. Siempre con una finalidad de hacer consciencia en mí de los principios morales, de hacer alegorías para que comprendiera la importancia de la constancia, los valores y el para qué de las cosas. Como la persona inteligente que fue, siempre estaba en general de muy buen humor”.
Jorge González también dejó en su nieto la semilla por la historia: “Mi abuelo me platicaba mucho de historia, y yo en algunas ocasiones hasta corregí a mis maestros, les decía que eso no había sido así, porque eran cosas que ya había leído y platicado con mi abuelo. Me encanta la historia. En mi biblioteca, la mayor parte de los libros que tengo son de arte, de historia y política. Siempre me gustó”.
Fue así como pasó el tiempo, cuando Marcel tenía 21 años, en 1980, su abuelo fallece: “Mientras él estuvo con vida, al crecer a su lado, era para mí una persona muy cercana a la que consideraba incluso como un segundo padre. Sabía que mi abuelo era un personaje muy importante, premiado. Yo lo acompañé muchas veces a cenas en el Palacio Nacional con el presidente en turno. En alguna ocasión también fuimos hasta el hangar presidencial para una gira que hizo con el presidente Luis Echeverría. Sin embargo, más que ninguna otra cosa, era simplemente mi compañero, mi abuelo”.
Es en ese momento, cuando la presencia física de aquel gran hombre ya no estaba, que Marcel empieza a estudiar quién fue su abuelo en realidad: “Me propuse verlo desde afuera, ya no como mi abuelo, sino como el gran personaje que fue. Y empiezo a encontrar muchas otras cosas de las que no me percataba… Descubrí lo importante que fue y sigue siendo para el país. Siempre me dicen que qué orgullo descender de un personaje así, pero yo les respondo que es más orgullo ser mexicano y tener un personaje como Jorge González Camarena que ha puesto en alto a nuestro México”.
Así fue como supo que González Camarena fue un dibujante nato que siempre sintió fascinación por el color y la forma. Que los ojos de sus personajes son contundentes, que las superficies de sus obras están llenas de vida y pueden verse, tocarse y escucharse, como se oye el silencio en su obra La Procesión.
Aprendió que en Los diablos el maestro interpreta el terror de las guerras mediante un diablo que representa el dolor y la destrucción de la raza humana, consecuencia de lo que sintió en un viaje que realizó al Medio Oriente poco antes de morir. Esta obra quedó inconclusa y presenta las últimas pinceladas del artista. Actualmente, forma parte del acervo del Museo Soumaya, Plaza Carso, Ciudad de México.
También que Conquista fue, sin duda, uno de sus trabajos más importantes, hoy conocido como La fusión de dos culturas. Fue pintado en el castillo de Chapultepec en 1963. Mural por todos conocido, no sólo por su innegable importancia artística sino también porque apareció en los billetes de 50 mil pesos, los de más alta denominación que han circulado en México, a finales de los ochenta y principios de los noventa. Y que también fue seleccionado para la edición conmemorativa de 1992, por el 500 aniversario de la Fusión de Dos Culturas, para la que se acuñó una colección de cinco monedas de dos onzas troy en plata ley 0.999 cada una. La obra se encuentra en el anverso de la moneda, mientras que en el reverso están las cinco águilas que se han utilizado a lo largo de nuestra historia como país.
Y que La Patria, además de haber sido la icónica portada de los libros de texto gratuitos, en 4 ocasiones La Lotería Nacional la ha usado para sus billetes conmemorativos y Correos de México ha emitido hasta el momento 3 sellos postales, lo que hace de esta obra la más reproducida de la historia, rebasando por mucho los dos mil millones de copias.
Seis años después, luego de entender la trascendencia de cada paso de su abuelo, crea la Fundación Jorge González Camarena: “Desde entonces he escrito mucho sobre mi abuelo, me han publicado algunos artículos y he hecho una investigación muy profunda sobre su obra. El objetivo es que la gente conozca a Jorge González Camarena, quien, a pesar de ser un muralista tan importante, de haber pintado la obra más conocida por los mexicanos, que es La Patria, es menos conocido que otros pintores. La misión principal es lograr poner su nombre en el lugar que le corresponde en la historia”.
Antes de la pandemia, existía en San Miguel Allende un centro cultural de la Fundación en el que se impartían talleres a niños, jóvenes y adultos: “Los talleres son muy importantes porque si bien no todos los alumnos serán artistas reconocidos, sí se logra derribar este muro que le impide a las personas acercarse a la cultura y al arte. Por alguna razón es algo que da miedo, o a veces incluso flojera, lo cual es absurdo porque, siendo México un país con tanta riqueza cultural, tenemos los porcentajes más bajos de gente interesada en la cultura… Hay que crear lectores y visitantes a museos para que no sean solo extranjeros los interesados en conocer, los admiradores de arte. Se debe fomentar el gusto empezando con los niños, que tenían aquí sus cursos de verano”.
La labor de la Fundación iba más allá: “También apoyamos a nuevos valores. Cada primero de mes hacíamos una inauguración de obra, tanto óleo, como fotografía y grabado. Obviamente, tratando al mismo tiempo de brindar un apoyo para las nuevas generaciones de artistas”.
Hoy, la lucha por fomentar la obra de Jorge González Camarena se centra en las conferencias que Marcel dicta llevando con él la historia de los 38 murales que su abuelo pintó en vida, y las más de 2,000 obras de caballete de las que fue autor, todas magníficas y en las que el pintor retrata algún pasaje de los hechos históricos de nuestro país.
“Tengo varios años dando conferencias sobre la vida y obra de González Camarena. Acabo de dar una hace tres semanas aquí en San Miguel Allende. Ahora, Estela Cordero, que es una gran amiga, me ha hecho favor de invitarme a la Casa Museo Gene Byron, que es un lugar precioso, para dar esa conferencia. Siempre me queda un gran sabor de boca porque en cada conferencia hay personas que se interesan en saber más, y a pesar de la vasta obra que creó en vida, cuando se menciona que pintó La Patria, se sorprenden mucho porque no lo sabían”.
“Afortunadamente, el Gene Byron me da la oportunidad de que junto con la conferencia también se pueda montar una exposición de obras de González Camarena. A través de la Fundación se hacen oleografías que son una reproducción muy cercana a un óleo. También tengo ya tres meses de estar haciendo litografías, que se pueden vender enmarcadas o sin marco”.
“Todo lo que se exponga estará a la venta, e incluso se puede encargar alguna de sus obras sobre pedido, en otras medidas, y así, además de difundir la obra, pueden entrar recursos a la Fundación para seguir haciendo camino. Tanto las oleografías como las litografías van firmadas, numeradas y con su certificado de autenticidad firmado por mí, que soy el autorizado legal para hacerlo. De manera que cobran un valor mayor a que si fuera una reproducción simple”.
Entre todas las anécdotas que ha coleccionado de su encuentro con la gente a través del quehacer de la fundación hay una que le emociona particularmente: “En una ocasión, un matrimonio me contactó a través de la página de Facebook. Era de Acuña, Coahuila, que es frontera con Estados Unidos. Me mandaron a hacer un Liberación sin enmarcar. Me pidieron que se los enviara enrollado porque ellos tenían un buen marquero. Siempre acostumbro pedirles a quienes los compran que, si me pueden enviar una foto de la obra colgada en su casa, no todos lo hacen, pero ellos sí. Mi sorpresa fue muy grande cuando vi que modificaron una pared de su casa, solo para poner esta litografía. Le hicieron un marco estupendo e iluminación especial. Me comentan que hacen reuniones en su casa, y los amigos a los que invitan preguntan por la obra, así que ya se volvieron expertos en González Camarena y sus reuniones ahora son alrededor de la obra y su autor, lo cual me da una enorme satisfacción porque se está cumpliendo el objetivo”.
“Hemos estado en Puebla, en la Ciudad de México, en Querétaro, en San Miguel de Allende, ahora en Guanajuato. Teníamos ya muchas invitaciones que por la pandemia se detuvieron, pero ya estamos retomando. Hay una invitación para ir a Chile a visitar el mural que pintó en la Ciudad de Concepción, llamado Presencia de América Latina, que fue premiado en Viena como el más hermoso del mundo, y se reprodujo en la estampilla postal que conmemoró el 75 aniversario de la Universidad. Luego fue declarado Monumento Histórico por decreto 147 el 30 de abril de 2009″.
“La intención es que poco a poco vaya creciendo y vayamos recorriendo todo México para empezar, y ¿Por qué no? También otras partes del mundo para dar a conocer la obra de González Camarena”.
El sábado 19 de octubre, a las 12 del día, Marcel González Camarena estará en la Casa Museo Gene Byron para contarnos la historia de primera voz y mostrarnos el genio y la maestría de su abuelo a través de sus obras. La entrada es libre.