El autobús de la ruta Américas-San Sebastián salía repleto desde la Miguel Alemán. Pasábamos el Arco de la Calzada y veíamos a la legión de ciclistas que recorrían la Calzada rumbo al destino futbolero: el estadio León o la Martinica
Esta vez el destino era el estadio Nou Camp, que se ubicaba en la entonces cuasi periferia de la ciudad. Nacía el gran clásico que despertó pasiones, mentadas de madre y escaramuzas en las tribunas: León contra el Unión de Curtidores, donde se derrochaba buen toque de la pelota y se regaba el césped con puritito orgullo futbolero.
Fue en la Temporada 1974-75 que el Curtidores debutó en la Primera División después de ascender por invitación, junto con Tigres y Potosino, para llegar a ser 20 clubes en el máximo circuito del futbol mexicano.
El León ya era un equipo de estirpe con cuatro títulos de Liga, tres subcampeonatos, cinco títulos de Copa e igual número de Campeón de Campeones.
El torneo se dividió en dos grupos y los dos equipos de la ciudad compartieron el mismo sector. El domingo 10 de noviembre de 1974, tres meses y medio después de iniciada la temporada, el estadio León fue abarrotado por aficionados quienes daban lo mismo color verde que blanco con franja azul a las tribunas.
Antes de cinco minutos, Hugo Dávila marcó el primero para el Unión. Más tarde les empató Rafael “Chepe” Chávez. Oribe Maciel y Fausto Vargas pusieron de nuevo adelante a los Curtidores. Mientras en la tribuna llovían el agua de riñón y los golpes, los Verdes se recuperaban con goles de Manuel Guillén y Luis Cánepa.
El chaparrito argentino Roberto Salomone dio la voltereta para un 4-3 a favor del León. Poco después, Juan Carlos Czentoricky empató a cuatro. Aquello era una fiesta entre leoneses que dividía pasiones: la vieja hinchada que apoyaba al equipo ya glorioso y una nueva generación que se identificaba con un equipo modesto que era todo pundonor en la cancha.
Así nació un clásico que durante 10 años dividiera en dos a la ciudad.
En esa temporada de la 74-75, León y Curtidores llegaron a la Liguilla y terminaron en segundo y tercer lugar. No hubo un campeón leonés, pero la leyenda estaba en la historia.
León 400 y La Garra Curtidora
Las primeras glorias leonesas en el fútbol fueron de 1944 a 1956, en las que el equipo logró sus cuatro primeros campeonatos de liga. Eran los tiempos de la nostalgia, pues en la niñez sesentera el equipo perdió la contundencia de antaño. Se añoraban los campeonatos en un equipo que no lograba el ansiado primer lugar para lograr el trofeo grande de la liga, pero no faltaba campeonatos de copa y de torneos con el espectáculo con Amador “La Pájara” Fuentes, Sergio “Xelajú” Anaya, Luis “El Chino” Estrada, Gabriel “El Cabezón” Mata, José “Cocodrilo” Valdez, Rafael “Chepe” Chávez, Salvador “ChavIcos” Enríquez, los hermanos Loza o el espectacular Miguel Darío Miranda, La Pantera Rosa, primer portero de extravagante vestir del balompié mexicano. La Tota era el que los hacía grandes.
El León mexicanizado se abrió al mundo y para la década de los 70 llegaron Jorge Davino, Roberto Salomone, Juan Valiente y Rafael Albretch. La copa México y el campeón de campeones llegaron a las vitrinas.
León y Cruz Azul eran los equipos del momento, con el baleado “Chino” Estrada como primera transferencia de verdes a azules por más de un millón de pesos. Las balas habrían de segar la vida del Centavo Muciño.
La ciudad se preparaba para festejar su cuarto centenario y en escena entraban Héctor “Cuirio” Santoyo, Isidro Caballero y los extranjeros Daniel Mantegazza y Osvaldo Batocletti. Era el escenario ideal para el gran clásico con el Unión de Curtidores. El equipo de la franja fue fundado en 1928 —pero habría cedido su franquicia para la creación del León—, que en 1967 había ingresado al fútbol profesional de segunda división y ascendido, por invitación, a la primera división en 1974. Conformado por veteranos y “retazos” de otros equipos, la franja sorprende.
Los Curtidores fueron la sensación: dirigidos por Antonio Carbajal, “La Tota”, en su primera campaña de 1974-75 llegaron a la liguilla, disputada por sólo 4 equipos. Vencieron al León por 1-0 y le minaron las posibilidades de ser campeón. El trofeo fue para Toluca, los verdes fueron subcampeones y los de la franja quedaron en tercer lugar.
La mítica Martinica era el búnker para apreciar a José Luis Lugo, Mario Cuevas, Alejandro Villalobos, “El Gallo”, Pío Tabaré González, Roberto López, Salvador Carrillo, Hugo Dávila, Jorge Lizardo, Oribe Maciel, Fausto Vargas y Juan Carlos Czentoricky, con una banca integrada por el exverde Guillermo “Puskas” García, Héctor Bentron, José Luis Rivera, “El Sabanita”, Alberto Morales, Sergio Silva, Salvador Enríquez “El Chavicos” y José Luis Sánchez.
En 1975-76, Unión de Curtidores nuevamente calificó a la liguilla. Fue derrotado en semifinales por el América, que ese año se coronó campeón.
Así fue el contexto deportivo futbolero de una ciudad que celebraba sus 400 años, que con una fuente en el Jardín de la Industria se erigía ahora como Plaza de los Fundadores, con su flamante Centro de Convenciones y Exposiciones y sus primeras ediciones del Salón de la Piel y del Calzado (SAPICA).
El León era el fuerte, el de más liguillas, jugadores más caros y mejor estadio, pero no fue capaz de derrotar a Curtidores en los partidos clave. Los de la franja contribuyeron, por ejemplo, con el histórico juego del 26 de junio de 1975, a que el León no lograra ser campeón.
Por eso 1976 fue el momento del hervidero de pasiones. La hermosa camiseta de León 400 brilló en el pecho de los verdes. Unión de Curtidores colocaron el simbólico León 400 en una playera de utilería y en el short.
León y Unión de Curtidores disputaron otro clásico el domingo 4 de enero de 1976, a sólo una quincena de días del 20 de enero. Hubo sobrecupo en La Martinica, con aficionados sentados incluso en el césped de la cancha. León se vengó con un 3-1, pero la vetusta Martinica sufrió graves daños que obligarían a su equipo a jugar también en el estadio León posteriormente.
El 20 de enero de 1976, el estadio León fue sede de los festejos oficiales por el León 400 y recibió en su césped al Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández. ¡Fue hermoso, fue hermoso!
Pasado el momento cuatricentenario, los dos equipos llegaron a liguillas en las temporadas posteriores, pero ninguno de los dos pudo regalar a la ciudad la dicha de otro campeonato.
Acérrimos enemigos, León y Curtidores fueron troncos de una misma raíz: Los de la franja entraron a la Liga Mayor en el torneo de 1943 para ser profesionales. Con jugadores provenientes del Unión de Curtidores y de la Selección de Guanajuato se formó el Unión-León para la temporada 1944-1945.
Las dos glorias futboleras de León habrían de vivir, años después, la vergüenza del descenso. Curtidores ascendió en 1999 y su franquicia fue vendida por Valente Aguirre al Puebla para evitar que el León saliera de la ciudad. Los verdes le deben mucho a la franja.
Décadas después también se iría La Martinica, el terrible espacio curtidor. Ésa, empero, es otra historia.