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POSADA: DE AGUASCALIENTES A LEÓN Y DE LEÓN PARA EL MUNDO

El grabador que ilustró a los “41” y que legó un número para la identidad homosexual, el creador de La Calavera Garbancera que sería la base para la diegorriveriana Calavera Catrina, el ilustrador de tragedias y grandes crímenes, el que satirizó a personalidades de su tiempo y dio imagen a personajes de la fantasía literaria, murió en la pobreza y el abandono el 20 de enero de 1913; el día que la ciudad donde se casó y vivió 16 años cumplía 337 años de su fundación.

José Guadalupe nació el 2 de febrero de 1852 en el barrio de San Marcos, de la ciudad de Aguascalientes. Era un adolescente cuando en 1868 entró como aprendiz al taller litográfico de don Trinidad Pedroza.

El joven dibujante se desenvolvía en un ambiente bohemio y liberal que era mal visto por su familia. En 1871, en plena efervescencia por la reelección de Benito Juárez, Pedroza y algunos de sus amigos fundaron un impreso satírico, al que bautizaron como El Jicote, “”Periódico hablador, pero no embustero, redactado por un enjambre de avispas”. 

Casa donde estuvo el taller de Posada en la Ciudad de México y antigua calle del Indio Triste, hoy Gante, donde estuvo el taller de Posada en León. (Fotografías tomadas de Google Earth)

El 11 de junio de 1871, El Jicote declaró la guerra al grupo comandado por el gobernador Jesús Gómez Portugal. Imprimieron 11 números en la Tipografía de Ortega (calle de Tacuba Núm. 17), salvo el número 3, que se tiró en el propio taller de Pedroza; tenía una periodicidad semanal y un formato de 23.5 por 16.4 centímetros. El periódico era redactado por Antonio Cornejo, Urbano N. Marín, Sóstenes E. Chávez, Epigmenio Parga y Trinidad Pedroza. El ilustrador: José Guadalupe, con “verdaderos retratos de todos los personajes, trabajos artísticos en toda la acepción de la palabra”, según Rodrigo A. Espinoza, biógrafo del grabador.

En el segundo número de El Jicote, Posada retrata la pugna que se daba a nivel nacional entre Benito Juárez y Lerdo de Tejada y muestra una imagen que a la postre le costó su “exilio” de Aguascalientes: un Juárez recibiendo una patada en el trasero. Por esa aventura política, José Guadalupe y su maestro tuvieron que buscar otro horizonte.

En León

En 1872, ambos se trasladaron a la vecina ciudad de León, donde José Guadalupe había ganado una plaza de maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria (que luego sería la Preparatoria), en la que fue profesor durante cinco años.

Posada era un profesional y cumplía con lo que el cliente le pedía. A la par de dar clases, se dedicó —al lado de su mentor Trinidad Pedroza— a la litografía comercial: textos de anuncios y carteles y la estampación de imágenes religiosas. 

En orden sucesivo: dibujo de Posada en “El Jicote”; el Tricentenario de León, 20 de enero de 1876 y San Sebastián Mártir, las dos ilustraciones de Posada.

Don Trinidad y Posada abrieron un taller en la calle del Indio Triste número 14 (hoy Gante). En 1873, el maestro Pedroza regresó a Aguascalientes y José Guadalupe vivió su etapa de bonanza. Conoció a María de Jesús Vela, se casó con ella el 20 de septiembre de 1875 en la Parroquia del Sagrario y tuvieron un hijo: Juan Sabino, en 1883.

En León trabajó para la fábrica de cerillos La Victoria, para la que realizó una serie de 24 personajes que caricaturizó: toreros, militares y personas con enormes cabezas de caballo, burro y chivo. Su trabajo con los impresores leoneses fue en su mayoría estampas religiosas como Nuestra Señora del Refugio, Virgen de la Luz, Nuestra Señora del Rosario y Señora de San José.

Elaboró impresos para el Obispado, como el libro titulado Un retrato directo de la Madre de Dios, en 1885. También realizó la litografía del Santo Patrono de León, San Sebastián Mártir. En 1876 ilustró las fiestas del tercer centenario de la ciudad que lo había adoptado.  

Su taller era el más exitoso para la impresión de invitaciones para bailes, bautizos y bodas; ordenaciones sacerdotales y esquelas. Dibujó a personajes variados, entre ellos destacados empresarios como Jorge Heysser; filántropos como Liborio Fuentes, el torero leonés Rodolfo Gaona y hasta bandoleros como Valentín Mancera.

De la tragedia a la partida

En 1888, la ciudad vivió una de las más terribles inundaciones de su existencia. El agua destrozó cientos de viviendas y Posada ilustró la tragedia con una serie de grabados publicados en la prensa de la Ciudad de México. Mostró con crudeza el desastre, con las viviendas derrumbadas por la fuerza del agua y los cuerpos hundidos en el lodazal; pero también dibujó la labor solidaria de reconstrucción y la velada organizada en el Teatro Doblado para reunir fondos para los damnificados.

Posada ilustró la tragedia de la inundación de 1888 con una serie de grabados publicados en la prensa de la Ciudad de México, mostrando con crudeza el desastre.

El taller fue destruido por la inundación y Posada emigró a la Ciudad de México, donde tuvo su gloria como grabador, sobre todo al lado de Antonio Vanegas Arroyo, donde se desarrolló su gran trabajo que tiene en sus calaveras el mayor reconocimiento a su obra.

Empezó como colaborador de La Patria Ilustrada, periódico dirigido por Irineo Paz, donde dio forma gráfica a personajes como “Doña Caralampia Mondongo”, “El Padre Cobos” y “Don Chepito Mariguano”.

Carlos Monsiváis escribió en su libro Los mil y un velorios, crónicas de la nota roja en México que Posada convirtió los crímenes más notorios en expresión artística y vio en los hechos de sangre los cuentos de hadas de las mayorías: “el horrorosísimo hijo que mató a su horrorosísima madre o una mujer que se divide en dos mitades, convirtiéndose en bola de fuego”.

Entre los más famosos grabados de José Guadalupe Posada destaca La Catrina y las ilustraciones de criminales mexicanos como el Robachicos o el Chalequero, quien fue el primer asesino serial de este país.

Dos grabados de Posada, por demás influyentes: la Calavera Garbancera, base para “La Catrina” de Diego Rivera, y El Baile de los 41.

Aunque se atribuyen colaboraciones para El Ahuizote y El Colmillo Público, Posada no fue un antiporfirista; caricaturizó, incluso, a los zapatistas. Ideológicamente, no fue un revolucionario, aunque, como buen profesional, hizo grabados tanto de Porfirio Díaz como de Francisco I. Madero, Félix Díaz y Emiliano Zapata

La crisis generada por la revolución iniciada en 1910 llevaría a Posada a la decadencia de su existir. El historiador Agustín Sánchez González (revista Relatos e Historias en México), señala que el 20 de enero de 1913, José Guadalupe Posada murió, a los 60 años de edad: “pareció no importar a nadie. El cadáver de don Lupe, cuya acta de defunción señaló alcoholismo como causal, salió de una vecindad marginal de Tepito con rumbo a las tumbas de sexta clase, las únicas gratuitas del panteón de Dolores. Ahí permaneció sin que nadie reclamara sus restos, quedando en el olvido en una fosa común, junto a decenas de calaveras del montón que, como él, fueron olvidadas”.

Existen dos libros que abordan su vida en León: Primicias Litográficas del Grabador J. Guadalupe Posada y La Etapa Leonesa de José Guadalupe Posada. La ironía de la vida: el 20 de enero es fiesta para la ciudad y luto para el arte y la cultura.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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