lunes, febrero 3, 2025
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HASTA LA PRÓXIMA, GUADALUPE-REYES

La tradición cristiana cuenta que Jesús nació en Belén, en tiempos del Rey Herodes. Y cada 6 de enero, en cada hogar, se debe partir una rosca de pan en cuyo interior está una figurita con la imagen del Niñito Jesús y a quien le toca debe invitar tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria en que se celebra la cuarentena de la Santa Virgen María.

Cristina Barros y Marco Buenrostro, expertos en gastronomía y amantes de la cocina de las diferentes regiones de México, aseguran que “como las tortillas, los tamales tienen que estar calientitos, para saber bien”. Y de acuerdo con sus investigaciones, los tamales ya se comían en México y otras partes del mundo mucho antes que las sabrosas tortillas.

Con la tamaliza del 2 de febrero, que tuvo lugar ayer en miles de hogares cristianos, se da por concluida la temporada de festividades navideñas, que de hecho, siempre inicia el 12 de diciembre (4 días antes de la primera posada) con la celebración del Día de la Virgen de Guadalupe, quien se le apareció al indio Juan Diego en el Tepeyac en el año 1531.

Tamales de mole, de zarzamora y otros provenientes de Michoacán.

Si bien los tamales en sus más variados sabores son el alimento con el que se desayunan miles de personas cada mañana, ya sea solos o en torta (guajolota), con café o atole, el 2 de febrero es una verdadera fiesta familiar, motivo de reunión de amigos y día de gran venta para los tamaleros y tamaleras del país. Es, en síntesis, el gran día de los tamales.

Los tamales trascienden los hogares para llegar a museos y numerosos recintos culturales, más, como el Museo Nacional de Culturas Populares y el Complejo Cultural Los Pinos, ambos en la Ciudad de México, donde durante varios días se promueve el conocimiento y la valoración de la riqueza cultural y gastronómica de México, mediante los tamales.

Son días en que llegan a la capital del país tamaleros tradicionales de Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Yucatán, así como de las alcaldías capitalinas Coyoacán, Iztacalco, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco, cada cual con sus recetas y sabores únicos.

Los tamales tradicionales dulces y salados de mole, rajas y verdes; las especialidades regionales como el tlalpilque y el zacahuil; y creaciones originales y poco comunes como el tamal de pulque con insectos o el de mamey, en estos días se pudieron acompañar de atoles y bebidas ancestrales, como el pozontle, el tascalate, el pozol y algunas otras más.

Tamales de capulín, patrios y de mole almendrado.

La Fiesta de la Candelaria es un espacio único para convivir en familia, disfrutar de un ambiente festivo y aprender sobre las raíces culturales de México, porque el tamal, del náhuatl tamalli, es un alimento que data de tiempos prehispánicos. Crónicas del siglo XVI dan cuenta de su existencia en los ritos ceremoniales y en la vida diaria.

La tradición de comer tamales el Día de la Candelaria está muy relacionada con el uso ceremonial que tenía dicho alimento en las diversas festividades prehispánicas, como la del inicio del ciclo agrícola, Atlcahualo, celebrado el primer mes del calendario mexica. Por su sabor y características nutritivas, es un alimento que ha sobrevivido en el tiempo.

En Latinoamérica, de acuerdo con su procedencia, este platillo es llamado de diversas maneras: Hayaca en Venezuela y Colombia; humita en Perú, Argentina y Chile; nacatamal en Nicaragua y Honduras; pisque en El Salvador y Honduras. Todos con diferentes ingredientes y procesos de elaboración, pero al fin y al cabo, son tamales.

La costumbre de comer tamales ha perdurado hasta nuestros días y es un alimento que se distingue en celebraciones de todo tipo a lo largo del país, como bodas, bautizos, día de difuntos o en la Semana Santa. Y junto con los moles, atoles y tortillas, los tamales son en sí mismos un universo culinario usado por los mayas hace alrededor de dos mil años.

Tamales en hoja de maíz y también veganos.

En un mural maya del año 100 A.C., ubicado en el sitio arqueológico de San Bartolo en Petén, Guatemala, aparece una mujer que ofrece una canasta de tamales al Dios del Maíz. En otra pintura, que data de años 300-600 D.C., en los restos de la ciudad de Calakmul, en Campeche, “La Señora de los tamales” regala a un hombre un plato de este alimento.

Por su parte, en su libro Historia General de las Cosas de Nueva España, fray Bernardino de Sahagún da cuenta del tipo, sus usos y las ocasiones en que se consumían tamales, incluso antes de la Conquista española; el Códice Florentino relata sobre la diversidad de este alimento, las ocasiones en que se comía, y comparte pistas sobre cómo se preparaban.

La Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ) destacó que la permanencia del tamal en México ha traspasado el tiempo y las fronteras económicas, sociales y culturales, lo que ha permitido que sus variantes se cuenten por centenas, y que las ocasiones de su consumo estén ligadas a la vida cotidiana, festiva y religiosa de todos sus pobladores.

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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