De 1935 a 1989, era una atracción turística, no carente de morbo, llegar al monumento a Álvaro Obregón en el Parque de la Bombilla, en San Ángel, y mirar en un frasco de formol la mano derecha del sonorense.
El nombre de Obregón está ligado a Guanajuato: en Celaya comenzó a combatir a Francisco Villa y en León lo derrotó pagando el precio de perder casi por completo una de sus extremidades. En La Bombilla murió el 17 de julio de 1928, cuando era celebrado por diputados guanajuatenses.
Hay que recordar que Villa, Obregón y Venustiano Carranza habían derrotado al usurpador Victoriano Huerta, quien se apoderó de la presidencia de la República tras asesinar a Francisco I. Madero, quien a su vez había logrado echar del poder al dictador Porfirio Díaz.

Los revolucionarios, que impulsaban una nueva Constitución, rompieron entre sí y se confrontaron: Obregón y Carranza contra Villa y Emiliano Zapata. Dos proyectos diferentes del país: los primeros le apostaban a la modernidad industrial, los segundos sustentaban banderas agrarias y de mayor igualdad social.
Villa y Obregón se enfrentaron en Celaya del 6 al 15 de abril de 1915. La División del Norte, formación militar encabezada por el general Francisco Villa, fue derrotada por el ejército constitucionalista. Entre el 29 de abril y el 5 de junio, ambas fuerzas se enfrentaron nuevamente en las cercanías de la ciudad de León. A pesar de la petición del general Felipe Ángeles de retirarse al norte, Villa insistió en resistir en el Bajío, pues el Centauro del Norte había reunido a unos 32 mil hombres y esperaba recibir otros cinco o seis mil más.
El jefe de la División del Norte fundamentalmente tenía una línea de combate desde San Juan de los Lagos, con el general Rodolfo Fierro, hasta San Miguel de Allende, con las fuerzas del general Tomás Urbina, apoyadas por el general Pánfilo Natera. León, que había sido declarada capital del estado por los villistas, era un gran almacén de recursos militares, especialmente recibidos desde el Paso, Texas. Villa utilizó dos aeroplanos para explorar la región y apostaba a su caballería para aplastar a Obregón, quien contaba con las divisiones de los generales Benjamín G. Hill, Manuel M. Diéguez, Cesáreo Castro y Francisco Murguía. Tenía en Silao unos 25 mil hombres.
El 7 de mayo de 1915, los obregonistas establecieron su centro de operaciones en la estación de La Trinidad, ubicada entre Silao y León. Obregón formó con su infantería una línea desde Santa Ana del Conde hasta Otates, y el 8 de mayo ordenó que la caballería atacara los cerros de la Capilla y de la Cruz, con lo que dominó una extensa área que llegaba hasta las entradas de la ciudad de León.
Los villistas cañonearon posiciones obregonistas durante 4 días y tomaron la Capilla y de la Cruz. El 12 de mayo, con 8 mil jinetes de Villa atacaron hacia el centro de la defensa obregonista, que soportó los embates. Tras los cercados y en las loberas.
El 21 de mayo, Villa recibió 8 mil hombres de refuerzo, con los cuales emprendió una violenta ofensiva al amanecer el día 22. El general Ángeles continuaba el ataque, simultáneamente, en las haciendas de Otates y de Santa Ana del Conde.
Obregón perdió posiciones y le faltaban agua, alimentos para los caballos y municiones, por lo que el 2 de junio se refugió en Santa Ana del Conde. El general villista Felipe Ángeles enfiló hacia ese lugar su artillería.
Al ver que el ataque se iba a dirigir al casco de la hacienda, Obregón se fue hacia las trincheras y en ese trayecto estalló una granada que le voló el brazo derecho. El sonorense quiso suicidarse, pero fue impedido por su gente. Lo llevaron a la Estación Trinidad.
Quizá creyendo que había dado muerte a Obregón, Villa ordenó el alto al cañoneo e hizo retroceder a sus tropas, sin saber que casi había derrotado al enemigo.
Obregón designó al general Benjamín Hill jefe del Ejército de las Operaciones, mientras era trasladado en una camilla al Cuartel General. La herida era grave. Aunque no afectó órganos vitales, de no haber sido por la pronta atención médica, pudo haber muerto por la hemorragia.
El general Benjamín Hill asumió el mando obregonista y contra atacó y derrotó a los villistas al acorralarlos hasta la ciudad de León. El 5 de junio, las tropas constitucionalistas lanzaron una última ofensiva contra las tropas villistas, que terminaron por desalojar la ciudad de León.

Villa huyó a Aguascalientes y abandonó gran cantidad de armas y municiones en León. Estas batallas, conocidas como “de La Trinidad”, configuraron el triunfo del constitucionalismo carrancista y la derrota del villismo.
Como testigos de aquel suceso, en Santa Ana del Conde quedó la huella de los cañonazos en el chacuaco del molino, una estatua con un tiro en la nuca, y el basamento donde alguna vez hubo una placa que señalaba el lugar donde la astilla de una aguja de madera volada por un cañonazo cercenó el brazo derecho del general sonorense.
Entre los factores que explican la derrota villista destacan que Obregón tenía soldados más profesionales, en tanto que Villa concentraba una tropa más numerosa, pero no entrenada, sacada de la leva en gran porcentaje. Obregón utilizó técnicas y estrategias modernas para su época, como el manejo de trincheras para frenar a la caballería y apostarle al uso de ametralladoras para contener embates de infantería y caballería. Los villistas fueron cazados como en tiro al blanco. Villa atribuyó la derrota al haber recibido parque defectuoso que le vendieron en Estados Unidos. Fue uno de los motivos para el futuro ataque villista a Columbus.
Lo alcanzó la muerte
Álvaro Obregón fue oficialmente asesinado por José de León Toral en el restaurante La Bombilla, ubicado en el barrio de San Ángel de la Ciudad de México, el 17 de julio de 1928 a las 14:20 de la tarde. El sonorense, contrario a lo dispuesto por la Constitución de 1917. Se había reelecto y lo celebraba con diputados guanajuatenses. Iba a iniciar su segundo mandato el 1 de diciembre de 1928 y concluir el 30 de noviembre de 1934.
Aunque en su momento Toral fue juzgado y sentenciado a muerte por fusilamiento como autor del magnicidio, sólo realizó 5 disparos. Años después se sabría que recibió un total de 13 impactos de bala. Es posible que uno o más de los guanajuatenses hayan estado en una conspiración para asesinarlo.

La mano macabra y obscena
El brazo amputado de Álvaro Obregón, del que destacaba su mano, estuvo inicialmente en el monumento erigido en su honor desde 1935 hasta 1989. En este último año, por órdenes del presidente Carlos Salinas de Gortari, el brazo fue incinerado y las cenizas fueron llevadas a Sonora, donde descansan los restos del revolucionario. Posteriormente, el monumento fue reemplazado con una escultura de bronce de la mano.
La exhibición del apéndice fue objeto de bromas y críticas. Se consideraba como morbo y un acto de mal gusto su exhibición. También era referencia para picardías porque el doblez de los dedos suponía una seña obscena de carácter sexista.
Obregón hizo de su mutilación un motivo de orgullo y de sorna. Decía que era el presidente más honesto porque sólo podía robar con una mano. También contaba que cuando perdió el brazo no lo encontraban y que para que apareciera lanzaron unas monedas de oro y la mano salió de entre los escombros para tomarlas.
Y pensar que todo fue por un cañonazo disparado en León y por un festejo con legisladores guanajuatenses en La Bombilla.