En los albores de 1843, la administración conservadora del gobierno de Antonio López de Santa Anna proyectó una renovación del Sistema Educativo Mexicano. En ese contexto, y gracias al buen manejo de los fondos de la Lotería (fundada el 7 de agosto de 1770 como la Real Lotería General de la Nueva España), se buscó impulsar el desarrollo de las artes.
Lo primero fue reorganizar la Academia de San Carlos, y se contrató a artistas europeos de renombre para que enseñaran aquí las últimas novedades del arte que triunfaban en Roma. Pero la pintura de paisaje quedó relegada, y fue hasta 1853 que el director del área de pintura, Pelegrín Clavé, pensó en traer un maestro, experto en paisaje y perspectiva.
Y en mayo de 1854 se eligió al pintor y grabador italiano Eugenio Landesio (Altessano, 1810-París, 1879) como maestro titular de pintura de las clases de paisaje, perspectiva y ornato, debido a su larga y sólida formación artística en una Roma cosmopolita, donde aprendió de las tradiciones del paisajismo francés, italiano y alemán. Lo mejor de Europa.

A pesar de la importancia que Landesio tuvo para la formación de grandes pintores, y de la aceptación que gozó su producción artística a lo largo de los 20 años que permaneció en México, los Liberales lo condenaron al olvido por ser extranjero, por haber aceptado trabajar para Maximiliano de Habsburgo, y por no apoyar a la República Restaurada.
El tiempo transcurrió y, hoy, ha despertado el interés de un grupo de historiadores del arte por revalorar a este enorme artista, revisitar su obra, y observar sus aportes al paisajismo mexicano en su justa dimensión. Punto culminante de una profunda investigación es la exposición Eugenio Landesio. Las lecciones del arte que se inauguró este 5 de junio.
En la muestra, se explica que, con casi 46 años cumplidos, Eugenio Landesio desembarcó en el puerto de Veracruz el 10 de enero de 1855. Tres días después llegó a su nuevo hogar en la capital mexicana: la Academia de San Carlos, en lo que hoy es el Centro Histórico. Lo primero que encontró fueron graves carencias, las cuales de inmediato quiso corregir.
Los materiales didácticos para sus clases eran escasos, faltaban manuales de perspectiva y de teoría del paisaje y, por lo común, no había nociones ni un vocabulario correcto para referirse al género. Para remediarlo, Eugenio Landesio escribió un manual de perspectiva y otro sobre la pintura de paisaje, mismos que fueron usados con júbilo por sus alumnos.
En el siglo XIX Landesio fue defensor del paisaje. Sus ideas quedaron en su abundante producción, elogiada por su alto valor simbólico y por ser encargada por mecenas como mineros y hacendados. Sin embargo, el legado quedó presente en su apasionada labor docente que permitió transmitir sus conocimientos a una generación de discípulos.

En sus apuntes teóricos, definió al paisaje como “la representación de todo lo que puede existir en la naturaleza bajo forma visible y artística”. Dicha acepción realza el carácter abarcador de los cuadros propios del género. Además, le dio al paisaje el nombre de pintura “general”, en contraposición de la pintura de figura, a la que llamó “particular”.
Como profesor, explicó que además de conocedor de las teorías, un buen pintor “general” debía ser diligente, apasionado, sensible, constante, sin sombras de pereza, hábil para los colores y las formas, inteligente, y ducho en matemáticas, historia natural, física, química y geografía. Con ese bagaje, Landesio inauguró la tradición de hacer paisaje en México.
En el marco de la inauguración de la exposición, el director del Museo Nacional de San Carlos (MNSC), recinto que cobija la muestra, Jorge Reynoso Pohlenz sintetizó al decir que “en la obra que se presenta se ve el extraordinario trabajo de ese maestro italiano y de sus influencias europeas, del entorno donde se desarrolló, y su aporte a sus discípulos”.
Mencionó que está representado el imaginario mexicano, pues Landesio buscó la manera de mostrar el paisaje en una construcción entre lo que se percibe y se representa en el lienzo. “Estuvo poco más de dos décadas en México y le tocaron los gobiernos de Juárez y Lerdo de Tejada y la gestión de Maximiliano, además de la Guerra y Leyes de Reforma.
Luis Alberto Gómez Mata, quien realizó la investigación y la curaduría de la exposición, dijo por su parte que el objetivo es hacer una relectura, la principal y más importante que sobre el artista se ha realizado hasta hoy. “Llegó en 1855, un año turbulento en México. A pesar de eso, la muestra no es cronológica, sino a través de su formación y docencia”.

Recordó que el historiador, poeta, político y filósofo mexicano Justo Sierra (Campeche, 26 de enero de 1848-Madrid, 13 de septiembre de 1912), promotor de la fundación de la Universidad Nacional, hoy Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que “antes no hubo un paisajista que hiciera todo lo que Landesio hizo en México”.
La exposición reúne más de 50 piezas entre óleos, fotografías, tratados, dibujos y litografías, que muestran la relevancia de Landesio como fundador de la Escuela Mexicana de Paisaje. Incluye obras de sus discípulos José María Velasco, Károly Markó “El Viejo”, Luis Coto, y Gregorio Dumaine y otros, además de obras de su autoría.
La exposición Eugenio Landesio. Las lecciones del arte permanecerá abierta hasta el 14 de septiembre en el MNSC (Avenida México Tenochtitlán 50, Alcaldía Cuauhtémoc), de martes a domingo de 10:00 a 18:00 horas. Desde ahora y hasta el día de su cierre, se darán talleres para todo el público (con materiales incluidos) y un coloquio con especialistas sobre el tema.