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LEÓN EN 1910 Y “SU FERIA CON SU JUGADA”: ENTRE LA MODERNIDAD, EL CONSERVADURISMO Y LA REVOLUCIÓN

Ha concluido la feria de León y retoma las características que le definieron antes de la etapa de pandemia. Es el tema para la siguiente referencia histórica:

Desde el 19 del corriente se abrieron las puertas de la Partida en el Hotel Guanajuato, que ha quedado convertido en elegante salón por el bonito adorno con que se ha engalanado.

La concurrencia fué numerosa, llamando la atención de los visitantes la buena orquesta que allí toca, así como las cantadoras, sobresaliendo una de ellas que canta muy bien y puede figurar como tiple en una zarzuela.

La primera tapada de gallos en la plaza de la misma partida estuvo también muy concurrida y más lo estará en las topadas subsiguientes, cuando entren en juego los principales galleros que han venido á las fiestas.

Así relataba el periódico El Obrero, en su edición del 22 de enero de 1910, los detalles de la máxima fiesta de León.

El texto, que pudo haber sido escrito por Manuel o Ramón Orozco debido a que el director, Jesús Rodríguez, estaba encarcelado por criticar al gobernador porfirista Joaquín Obregón González, destacaba también:

Desde el día 18 ha llegado muchísima gente á la ciudad, siendo insuficientes el gran número de tranvías que se han puesto a disposición de los visitantes.

El 20 y ayer aumentó el número de pasajeros, siendo en su mayor parte jugadores. Pocas son las familias que vienen, seguramente por lo pobre del programa.

La Perla del Bajío

En 1910, León tenía 90 mil habitantes, según el censo de la época. La ciudad presumía hermosos edificios, entre los que destacaban la obra del arquitecto Luis Long. Su casi recién construida Cárcel Municipal era, durante la feria, un centro expositor de obra de los presos y de comerciantes. Contaba con su moderna estación de ferrocarril y ya tenía obras hidráulicas para prevenir inundaciones, que tanto daño habían hecho al finalizar el siglo XIX. De los templos católicos al Teatro Manuel Doblado, la ciudad mostraba su diversidad cultural: misas y sermones en los primeros, representaciones dramáticas, mítines y zarzuelas en el segundo, sin olvidar de la gran novedad de la época: el cinematógrafo.

La Gran Feria

La prensa de la época reseñaba cada año de manera especial los festejos del aniversario de la fundación de la ciudad. En su edición del 26 de diciembre de 1908, El Obrero, destacaba el programa de su feria, con el desfile conmemorativo como principal atracción, mismo que tenía como escenario la calle Primera de Guanajuato (hoy Madero) era, el espacio de las expresiones cívicas de la ciudad.

Los tranvías llegaban a la plaza principal por la calle de Pachecos (hoy 5 de Mayo), donde los campesinos vestidos con manta y sus mujeres con rebozo veían pasar a los catrines muy formales con su traje, moño y bombín o sombrero de copa en esos carros jalados por mulas. En las tiendas del centro vendían desde pistolas hasta el ya popular fonógrafo, con discos de cinco pesos con polkas, shotises, valses o cantos de ópera. El principal escenario para corridas de toros, peleas de gallos y cinematógrafo era La Plaza de Gallos, orgullo de la ciudad.

En ese contexto, El Obrero remitía en su edición del 22 de enero de 1910 la abundancia de ladrones que despojaban de bienes y dinero a locales y visitantes, la exposición montada en la cárcel y reseñada por el mismo Jesús Rodríguez, la serenata con la Banda del Batallón del primer Ligero y los carros alegóricos. En su edición del 28 de enero narraba la corrida de toros dedicada a los aficionados:

A las cuatro de la tarde el aspecto de la plaza era animado. El tendido de sombra estaba casi lleno. Los palcos primero y segundo completamente ocupados y el apartamiento calefactorio.

En contraste, El Pueblo Católico, importante periódico de la moral cristiana, publicaba el 23 de enero un artículo titulado “Progresamos, Progresamos”, en que mostraba la postura del conservadurismo leonés:

Progresa la prostitución á la sombra del disimulo prodigiosamente por esa multitud de holgazanes, plaga de la sociedad.

Progresa el juego, tan cariñosamente protegido por los guardianes del orden y la moralidad pública.

Abundaba en su edición del 30 de enero:

Las leyes, en lugar de poner un correctivo al mal, le da alas, permitiendo todo aquello que tiende á favorecer á las pasiones del individuo; la moral se ve ultrajada en folletos y pinturas obscenas, en los espectáculos públicos, en las calles, en las conversaciones…

La feria y su jugada era noticia y orgullo y sembraba la semilla de la fama que habría de tener en José Alfredo Jiménez su despegue nacional. Pese al discurso moralino, el pueblo acudía a su fiesta y la disfrutaba al máximo.

Nos llegó la bola

En enero, mientras los leoneses festejaban, Roque Estrada y otros notables maderistas llegaron a la ciudad para empezar a formar los primeros clubes antirreeleccionistas en el estado.

La postura opositora a que Porfirio Díaz continuara en el poder no era ajena para los leoneses: el notable y respetado sabio local, Toribio Esquivel Obregón, se había sumado desde 1909 al grupo formador del no maderista Partido Antirreeleccionista (PA) en la ciudad de México , junto con otros guanajuatenses, entre ellos el ingeniero capitalino Alfredo Robles Domínguez y el silaoense Cándido Navarro.

Francisco I. Madero realizó una gira proselitista por el estado de Guanajuato a finales de marzo y el día 31 de ese mes estuvo en León, el espacio más paradigmático de la feria: la Plaza de Gallos. El Obrero destacó que hubo más de mil asistentes e intervinieron como oradores el Lic. Roque Estrada y el periodista Pedro Hagelstein.     

Con este mitin, León entraba a la historia prerrevolucionaria. A los maderistas se sumaron Esquivel Obregón y compañía. Madero ganó la Convención Independiente, fue el candidato a presidente, encarcelado y formalmente derrotado, lo que dio lugar a que fijara al 20 de noviembre como inicio de la Revolución contra Díaz.

En 1911 a León le habría de alcanzar la “bola”. Para enero de ese año ya la feria, como era costumbre, dejaba de ser la noticia principal: los titulares estaban dedicadas a las batallas contra los rebeldes maderistas.

Durante varios años ni la feria ni la ciudad fueron las mismas. La gesta revolucionaria la despobló, el servicio de ferrocarril quedó interrumpido, sufrió el ataque de Pascual Orozco en 1914, la ocupación villista en 1915 y el caos económico carrancista de 1916 a 1919.

La era de los caudillos de Sonora iría resucitando paulatinamente a una ciudad que pasó de ser una urbe agrícola y textil (sobre todo rebocera) a centro zapatero nacional. La feria y su jugada volverían con nuevos bríos.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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