Imposible no hablar de las influencias de Led Zeppelin, Black Sabath, Rolling Stones, en la adolescencia del Músico Loco, como le apodaban en la secundaria a Ezequiel Delgado Zavala, baterista-percusionista de toda la vida, que empezó su periplo musical arriándole fuerte a los botes chileros que su mamá adquiría para poner sus macetas y ahora es maestro de la escuela de Música de la Universidad de Guanajuato.
Dice su amigo Rodolfo Mares que en alguna ocasión durante un concierto lo miró mientras hacía un solo de bataca y le asombró verle la piel erizada, mientras escurría el sudor por su frente rematando una canción.
Ezequiel Delgado Zavala, originario de Valle de Santiago, proviene de una familia de músicos, sus padres, sus hermanos, todos ellos tocan y cantan, hasta grabaron discos de vinilo y, de hecho, hay quien todavía los recuerda en aquel municipio como los Bambis.
El Cheque, como le dicen ahora, tenía alrededor de 10 años cuando comenzó a tocar la batería ya con grupo y todo, pero antes, cuando tenía 5, su mamá que compraba “botes de chiles para sus macetas, entonces yo los agarraba y me encerraba en el baño y a darle con palos de escoba o lo que fuera y ahí me ponía a tocar”.
Por decirlo de algún modo, desde que tuvo uso de razón, estuvo siempre rodeado de música, además que su papá, “compraba muchos discos de acetato, los LP (Long Play), que se reproducían en 33 revoluciones, entonces siempre me llamó la atención la música y siempre me llamaba la atención cómo se escuchaba la batería en los diferentes géneros que ponía mi papá”.
Escuchaban de todo, de repente eran tríos y sonaban las maracas, los bongós, la marimba, los timbales “y era algo que me emocionaba mucho”.
Realmente pudo sentarse en el banquillo frente a la tarola, los tambores, los platillos, el hi hat y demás elementos de la batería, hasta cerca de los 8 años, entonces “me grabé todas las canciones que ensayaban ellos y cuando el baterista por alguna razón no pudo asistir, mi papá me preguntó si podía tocar y así empecé”.
Eran un grupo versátil, como se clasificaba a las bandas que tocaban repertorio variado y de todo, desde baladas setenteras o gruperas, Ángeles Negros, Cumbias, música instrumental, que de repente mi papá decía “haber saca el sonido de Equis Orquesta y también tocábamos música instrumental, eran varios géneros los que interpretábamos en el grupo”.
Tocaban en fiestas particulares, en los famosos bailes de Valle de Santiago que se hacían el 25 de septiembre en el Jardín Principal, “se conocía como el Día de la Alberca y las Noches Mexicanas, ahí les abríamos a grupos famosos, Los Pasteles Verdes, Rigo Tovar, Los Babys, Miki Laure, entre otros, éramos teloneros y al final también cerrábamos nosotros”.
Integrante de una familia de 10, aunque solo Carlos que tocaba el teclado, que en aquellos años se denominaba el órgano; y Arturo que era el cantante, “ellos son los mayores que todavía grabaron discos, a mi hermano Armando y a mí ya no nos tocaron las grabaciones, pero tocábamos todas las piezas”.
Sin embargo, solo ellos dos fueron quienes se vinieron a la capital del estado, a la Escuela de Música para estudiar profesionalmente.
A lo largo de su carrera ha pertenecido a varios grupos, en los que a veces están los dos hermanos —Armando y él—; hubo un grupo, Aristos; en el 94, se armó Rockole y también tenían un grupo de Jazz, con Raúl Aranda, un saxofonista muy bueno, y algunos pianistas que desfilaron mientras duró el grupo.
“Rockole duró muchos años, realmente lo que lo acabó, fue la pandemia”.
Ezequiel ha participado en la filarmónica del Bajío como extra en los 90; luego participó en la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, la OSUG; después lo llamaron de la Escuela de Música para dar clases y es algo que sigue haciendo con clases de percusiones de orquesta y batería.
“Tocar me provocaba una gran emoción. Además de que tenía la gran influencia de Led Zeppelin, Black Sabath, Jimmy Hendrix, Rolling, escuchaba todo eso a los 14 años, entonces alucinaba con estar en un escenario así como ellos, tocando y cantando … siempre me gustó el rock y así como que mis amigos de secundaria me veían raro y me decían el músico loco, porque mientras yo escuchaba esto, ellos escuchaban Timbiriche, iban a la disco”.
Ahora es un maestro, toca cualquier percusión, timbales, marimba, bongós, congas maracas, toda la gama de percusiones de orquesta, además de que no se cansa de aprender.
Su esposa también es músico y toca el piano, guitarra, ukulele, flauta, tiene una escuela de estimulación temprana musical, además sus 4 hijos también saben tocar instrumentos y estudiaron en la escuela de música de pequeños, ahora tienen otras aficiones.
“Siempre ha sido placentero tocar música, hacer feliz a la gente el estar cantando, me llena de amor, de pasión y siempre lo he disfrutado mucho y he tocado de todos los géneros”.
Actualmente está en un dueto con Rodolfo Mares “es muy satisfactorio porque a la gente le gusta tanto que te felicita y te quedas con ese sabor rico, porque diste lo mejor de ti y la gente se queda con sabor feliz”.
¿Y tú?
Soy feliz, claro que sí.