Esta ciudad te hace feminista, este país te hace feminista y cuando entras en contacto con otras mujeres empiezas a cuestionarte tu propia historia.
Los feminismos no pueden ser una charla cafetera
“El feminismo duele; duele porque al paso de los años, la situación actual de violencia, y desigualdad que viven cientos de mujeres ha obligado a que la sociedad deje de ‘romantizar’ y se cuestione lo que sucede, llegando a la conclusión de que no todo en este mundo está mal. Simplemente las cosas han podido ser mejores. Es por ello que el feminismo realmente duele, porque pesa reconocer que hoy por hoy, las mujeres aún tienen que negociar, subordinarse y aceptar muchas reglas que siguen siendo mayoritariamente masculinas”: Iovana Rocha Cano.
Aguerrida, fuerte, disruptiva y emprendedora, pero también sensible, empática y noble es la activista por los derechos de las mujeres e integrante del grupo de trabajo para la Alerta de Género, Iovana Rocha Cano. Para ella resulta difícil establecer una relación de confianza con personas con posturas misóginas o violentas, situación que guarda relación con las experiencias que ha vivido durante acompañamientos a mujeres en situación de riesgo, casos en los que ha sentido muy de cerca el dolor, el miedo, e incluso la muerte.
“Los feminismos no pueden ser una charla cafetera, si no atraviesan tu vida no es, pero también tienes que ser indulgente. El que te atraviesa la vida no quiere decir que eres una mujer feminista sin margen error. Todos los días hay que estar revisando posturas”.
Además, Rocha menciona que ser feminista la ha llevado a cuestionar la relación que hay con otras mujeres competitivas, pero sobre todo la ha llevado a descubrir que al ser activista luchando por los derechos de otras mujeres, se convierte en una persona riesgosa para los hombres, pues consideran que vas a poner en alerta a otras mujeres. Este tema es relevante no por lo que ellos opinen sino por la lógica de prioridades que ha establecido la sociedad.
“El feminismo duele porque cada vez eres más consciente de lo complejo que es en este momento salir de casa, o que te digan vas a tener una hija y que lo primero que pienses es en su seguridad. El feminismo duele porque es muy complicado no sentir rabia, dolor; incluso el feminismo duele porque eres más señalada que un violentador”.
Modelos de masculinidades
Es necesario mayor involucramiento de los hombres en el feminismo, en enfoques distintos a los hasta ahora aprehendidos; que eduquen a los hombres en una conciencia de lo que significa ser mujer actualmente en una época en la que están matando-desapareciendo mujeres; mujeres sufriendo acoso callejero y pese a esa realidad aún hay muchas personas que añoran un pasado en el que era normal, bueno hasta “bonito” que un desconocido se robara a una mujer porque le gustó.
“Escucho a los que añoran el pasado y dicen: ‘qué bonito cuando se robaban a las mujeres a caballo’. Digo ¡qué diablos!, ¡qué terror imaginar que llegue un tipo al que no conoces y te lleve a su casa y que sea el responsable de los 50-60 años de tu vida! Que el amor haya sido un derecho ganado apenas para estas generaciones y no para todas. En qué momento hemos idealizado el pasado sin reconocer los dolores que atravesaban la vida de las mujeres”.
Libre elección y oportunidad de denunciar abusos y violencia
Para Iovana Rocha, a través de la experiencia adquirida mediante el acompañamiento a muchas mujeres que han vivido algún tipo de violencia, hoy la educación sexual sigue asociada al cuidado “de un huevo”. Sin embargo, el hecho de que hoy las mujeres tengan libertad para decidir cuántos hijos quieren tener o si no desean ser madres, así como amplias opciones para denunciar violencia o acoso, es un “despertar tremendo” como sociedad.
Reconoce que ella también sufrió acoso callejero y antes no supo qué hacer; pero hoy sabe cómo reaccionar, y al igual que ella muchas otras mujeres. Rocha señala que hoy existe un feminismo más crítico y más receptivo.
“Claro que entiendo a las compañeras que gritan pero también a las compañeras que callan y no me atrevo a distinguir que el dolor de una sea mayor que el de otra (…) escuchas tantas historias, pero reconoces que todas son distintas, pero que reconoces también que el elemento común es que somos mujeres de este país, somos mujeres de estos tiempos, somos mujeres de esta ciudad y no es tan distinto. El miedo que me dicen sienten cuando caminan por la calle lo he sentido”.
Decenas de mujeres, decenas de vidas y de historia
A lo largo de los años que Iovana ha trabajado con acciones de ayuda a mujeres que la han buscado solicitando apoyo para liberarse de situaciones de violencia, ella ha llegado a la conclusión de que se es feminista a partir de la historia de cada persona y de ahí se trata de comprender lo que, como mujeres viven y padecen.
“Nos hicimos feministas con nuestra propia historia. La historia feminista parte de tu historia. Es una construcción interna”.
Iovana recuerda que desde niña mostró interés en ayudar a otras mujeres pero fue cuando tenía, quizás 15 años, cuando tuvo mayor oportunidad de acercarse y escuchar historias reales, historias de vida de mujeres que estando en un asilo de ancianos le contaron las vejaciones de que fueron víctimas en su matrimonio y que por no romper las normas que establecía la sociedad tuvieron que tolerar y aprender a vivir así.
Aunque Rocha señala que en su hogar no había violencia, reconoce que sí había “tratos diferenciados” entre las mujeres y con mayor condescendencia y favoritismo hacia los hombres; ella cuestionaba esas actitudes, como el tema de los permisos distintos para ellas y ellos.
“No puedo ubicar un momento exacto de mi vida en donde descubro esta vocación. Lo que sí sé es que desde siempre me cuestioné mucho el estado de las cosas, particularmente, creo, el despertar de la indignación al empezar a identificar que los pisos no eran muy parejos surge en la adolescencia, viendo lo que está ocurriendo en la Preparatoria, pero también lo que yo empezaba a cuestionar que ocurría en casa. Soy una de las cuatro nietas en un mundo de mayoría nietos”.
A sus 15 años comenzó a dar el servicio social en un asilo de ancianos. Ahí estableció buena comunicación con las señoras y éstas le contaban que vivieron violencia física y psicológica en sus hogares; fueron las mujeres asiladas las que le mostraron historias de vida que coincidían con lo que ya comenzaba a cuestionarse sobre la desigualdad para las mujeres.
“Yo no había visto violencia en casa, ni en mis espacios escolares pero veía desigualdad. Ya con ellas lo que descubro son mujeres con profundas soledades, enfermas, precarizadas y todas sin excepción con historias de violencia (…) muchas de ellas tenían recuerdos de dolor”.
Tras dos décadas de arduo trabajo de ayuda a mujeres, de aprendizajes y continua preparación, Iovana Rocha encuentra que las historias de violencia de cada mujer se mantienen en las mentes de cada víctima e incluso, pese a tener otras vivencias o enfermedades como alzhéimer, los recuerdos que en muchos casos prevalecen son aquellos episodios de violencia al interior del grupo familiar.
“Han pasado más de 20 años y sigo colaborando con mujeres adultas mayores y me sigo dando cuenta de que esas historias están ahí en sus conciencias. Puedes envejecer, se te pueden olvidar muchas cosas, pero la violencia que viviste ahí está, como un recuerdo permanente que no tiene que ver con demencias, es tan doloroso que atraviesa las conciencias”.
“Mis grandes maestras y quienes creo que profundizaron en mí una gran indignación que yo ya empezaba a gestar fueron ellas (mujeres en asilo). Veía cosas en casa que no me cuadraban del todo, llegaba a la escuela y veía cosas que no me cuadraban y llegaba al asilo y escuchaba esas historias que me hacían cuestionarme severamente qué significaba ser mujer. Me empezó a aterrorizar la idea de la vejez: empecé a cuestionar mucho las condiciones, porque mayoritariamente son mujeres, mayoritariamente enfermas, mayoritariamente en soledad, y por qué mayoritariamente sin un peso en la bolsa después de que habían trabajado toda su vida”.
Decenas de vidas y de historias tocadas
Cuándo comenzó Iovana Rocha con charlas, discursos y mensajes de impulso a mujeres, ella no lo recuerda con precisión; no obstante rememora y tiene muy presente que fue su mamá quien por vez primera le sostuvo un micrófono para que ella hablara en público y ese ha sido un recuerdo que la acompaña y le da fuerza en cada una de sus presentaciones y en su andar por diversos caminos.
“El poder de la palabra me lo dio mi madre y a partir de ese momento decidí que nadie más me lo iba a quitar. La primera mujer que me sostuvo un micrófono fue mi madre y eso me da una fuerza infinita. Cada vez que hablo, me imagino que me sigue sosteniendo el micrófono. Yo haré lo propio con mi hija porque hablar es uno de los recursos más potentes que tenemos las mujeres para nombrar, exigir y visibilizar”.
Rocha sostiene que mucho de lo que ha logrado obtener a nivel personal y laboral ha sido gracias a la motivación que siempre recibió de su mamá; una mujer que no pudo ser médico como siempre lo deseó, porque las opciones que se le brindaron no le permitían cursar esa carrera. Así que se conformó con ser maestra de profesión por “imposición”.
“Mi madre es una mujer transgresora porque sin haber tenido una serie de oportunidades ella me procuró otras, incluso ella tiene oportunidades que su mamá no tuvo. Eso significa: nacimiento no es destino, y veo en mi linaje femenino que cada una fue generando condiciones distintas para la otra y ahora me cuestiono qué tengo que hacer para mi hija”.
Los retos han sido bastantes, las satisfacciones; pero también han sido muchos los riesgos a los que se ha expuesto Iovana Rocha. Esto es así pues no ha sido bien vista por todos su lucha por ayudar a mujeres violentadas, trabajo que le ha costado romper con ciertas creencias y quebrantar ciertas normas volviéndose “incomoda” para muchos, pero eso no la ha frenado.
“He arrancado muchos derechos y sigo arrancando muchos. Porque en una sociedad tan conservadora sé que no he sido cómoda para muchos y muchas (…) represento el riesgo de trasgredir, de mover usos y costumbres que son cómodos para algunos y algunas, entonces hay que caminar con esto (…) he sido más valiente de lo que me hubiera podido imaginar algunas otras inconsciente, asumí muchos riesgos”.
A más de veinte años de trabajo, en los que incluso ha recibido amenazas por su trabajo, Iovana Rocha se dice convencida de lo necesario que es hoy el aprendizaje y el poder hacer uso de herramientas no sólo jurídicas, también sociológicas, históricas, terapéuticas para cuidarse y defenderse pues menciona que cada vez resulta más compleja y “terrorífica” la violencia que enfrentan las mujeres.
La mujer determinada, fuerte y valiente hoy, más que nunca, lucha por lograr más y mejores espacios de igualdad para las mujeres y sobre todo libres de violencia. En su andar ha conocido a muchas mujeres que le han cambiado la vida y la impulsan a dar cada día lo mejor de ella. Pero de todas, una en particular hoy le causa incertidumbre ante la realidad que se vive y lo que será en unos años, cuando crezca: su pequeña hija, que le da mayor fuerza para avanzar.
“La maternidad me hizo más responsable respecto a que el tiempo ya me alcanzó y que en el escenario actual mi hija, en su adolescencia o en su niñez o en su etapa adulta, tenga un Guanajuato o un país distinto. Lo veo muy difícil y eso me duele y me apremia”.
Así, Iovana Rocha hoy se dice plena con una vida y una familia que la hace feliz, con una pasión por la lectura y el continuo aprendizaje, por hacer ejercicio y acompañada de sus 14 perros tiene la fuerza y la motivación para ir por más, por ella y por ellas, pues destaca que ser feminista no tiene horario ni días fijos, “lo disfruto y asumo con una responsabilidad distinta”.