Hay mujeres que son misterio y simpleza, al mismo tiempo inalcanzables pero accesibles, etéreas pero fuertes como roca, así es Alix Agní, salmantina, madre, artesana, terapeuta holística, mujer magia.
Desde pequeña siempre le gustaron los accesorios, especialmente los brazaletes, los imaginaba y los creaba en su mente, pero casi nunca los encontraba en la realidad tal y como los había pensado, por eso decidió hacerlos ella misma. “Los accesorios dicen mucho de las personas que los usan”. Aprendió a observar, a veces encontraba guías, pero la mayor parte del camino la ha recorrido sola.
“La elaboración de la filigrana es compleja porque se requieren diferentes calibres de alambre para engarzar las piedras y que estén protegidas —nos explica—, cada pieza lleva su tiempo”. Alix cuenta que este trabajo le parece fascinante porque era la forma en la que trabajaban nuestros ancestros, todo lo elaboraban con minerales, alambres, nudos e hilos.
A través de esta actividad adquirió conciencia mineral, nos habla de que cada piedra tiene una frecuencia energética que ayuda a elevar nuestro poder, como las obsidianas, piedras oscuras que pueden cortar las energías que obstruyen el camino, repelen lo negativo, se usan en terapias porque vienen desde el interior de la tierra y trabajan para que la sombra aflore. “No podemos ser luz si antes no hemos aprendido a contemplar nuestra sombra, que muchas vienen desde mucho tiempo atrás poblándonos como patrones repetidos generación tras generación”.
Pacientemente y con su voz suave y relajada explica que los cuarzos en cambio tienen una vibración muy alta. Cada uno lleva una cierta frecuencia en la que trabaja y reintegra una armonía a través también de los colores. Es así como la amatista conecta con el chacra de la frente, nos hace intuitivos, ayuda a calmar la ira, los dolores de cabeza y el insomnio. En cambio el rosa es amoroso, aligera el temperamento, trabaja la autoestima, el amor propio y armoniza las relaciones. El cristal atrae la luz y amplía la energía, y el citrino potencia la prosperidad, la felicidad y la creatividad.
A pesar de su juventud es una mujer que guía a otras mujeres, es terapeuta holística enfocada en la sanación. Y es que al convertirse en madre de una niña entendió que había que hacer algo para sanar esa femineidad enferma por las culpas y el rechazo. Así que comenzó a trabajar en círculos de mujeres, a realizar meditaciones, danzas y rituales de empoderamiento para unificar el sagrado masculino.
“Las mujeres —dice— tenemos más apertura para buscar la espiritualidad, nos integramos más en la búsqueda de nosotras mismas” y es que pareciera que la mujer se pierde en sí misma y en los otros. Por eso es que trabaja las memorias uterinas, la conexión del útero con el corazón como una forma de aceptación por todo lo que conlleva nacer siendo mujer. Así comenzó un aprendizaje que nunca deja de fluir y de enseñarle. “Cuando hacemos las paces con nosotras mismas hay una correspondencia de energía que nos hace sentir mejor. Corazón y útero tienen un campo magnético muy amplio, y al sentirlo hay cambios de vida en la manifestación de una misma, nos reprogramamos de una forma más sana y consciente, ya no desde lo que proyectamos, sino desde lo que realmente somos”.
Alix narra que en el círculo de mujeres hay una fusión muy valiosa de aprendizajes, vivencias y experiencias. Entre todas aprenden a soltar, a visualizar esas lealtades femeninas que dejan una marca en el interior programándolo con un patrón indefinido generación tras generación. “Crecemos escuchando ‘no hables’, ‘no digas’, ‘no hagas’; eso nos deja una gran inseguridad, nos bloquea el chacra garganta y dificulta la expresión… A mí me decían que la artesanía no me iba a dar para vivir, pero yo me di cuenta de que es posible especializarse en varias cosas, que puedes reintegrarte y descubrir la gran imaginación que hay en uno. Somos fractales del universo que se experimentan a sí mismos. Podemos ser lo que deseamos con enfoque, determinación y disciplina… Yo elijo, yo decido, yo puedo, yo tengo. Esos son nuestros mayores poderes”.
Su hija ha crecido en compañía de ese tarot que su madre lee como una herramienta para ayudar a sus consultantes a enfocarse y tener una visión más amplia de lo que sucede, no como un ejercicio adivinatorio sino como una guía de la travesía del humano en situaciones específicas del presente: “Las lecturas ayudan a canalizar la energía de quienes se sienten inseguros, a tomar decisiones, es una manera muy hermosa de buscar una percepción más amplia en un presente que va transformando ese futuro del que somos co-creadores”.
Y concluye “cuando logras unificarte las respuestas llegan, entonces entiendes ese por qué y eso es solamente tuyo, si quisieras contárselo a alguien no sería posible porque es algo inexplicable para los demás, solo cobra sentido para ti. Todo son fractales, visiones y sensaciones. La vida es continua… deberíamos considerar salir del caparazón y dejar de vivir banalmente para comprender que todo lo que necesitamos está en nosotros y solo ahí lo encontraremos”.
A lo largo de la entrevista su pequeña hija se acerca repetidamente intentando llamar su atención. Para ella es cotidiano verla haciendo su joyería de filigrana en forma de anillos, pulseras y dijes; echando el tarot; dando terapias; elaborando aretes de macramé; trabajando con plantas energéticas; fabricando velas y hasta haciendo malabares. Su madre es su ejemplo, es su fuerza, es su luz. Y a pesar de su corta edad, esa pequeña sabe que también conectando las manos con el corazón se es capaz de sacar adelante un universo entero, como lo ha hecho Alix Agní, su mamá.