viernes, septiembre 20, 2024
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PENTRITA

Gitana: libertad en dos ruedas

Una motocicleta de forma estilizada y a su vez de construcción fuerte (después sabría que es una Avenger Cruise) se estacionó justo afuera del lugar donde sería la entrevista y fue acomodada con cariño y cuidado por su conductora, tan similar a su vehículo del cual ella sabe que es la  carrocería. Esa fue la primera imagen que recibí de Gitana, mientras yo compraba un refresco antes de subir.

Ya con la luz eléctrica como auxiliar, vino la presentación , una sonrisa franca, una cabellera roja detenida detrás por una banda de tipo paliacate, botas, pantalón obscuro y el rasgo más distintivo de la indumentaria: un chaleco de piel con varias insignias al frente ganadas, a base de recorrer kilómetros en carretera, con su información personal y detrás una figura femenina con casco blanco y llamas de fondo con el nombre del motoclub femenil del cual es fundadora y presidenta “Diosas de fuego”. No se trata de una cuestión de moda y estilo, aunque ciertamente lucen muy bien, si no que son, junto con los guantes y la concentración su equipo de seguridad.

— Te llegas a caer y te llegas a hacer quemaduras de tercer grado— me dice y luego insiste en que a los copilotos se les debe brindar, incluso a costa de la propia seguridad del conductor, mínimamente un casco,  guantes y pedirle que traiga botas. Hace tres años tuve un accidente y las botas que traía me salvaron de romperme el tobillo y la rodilla.

Para los mortales de a pie, de  automóvil, de transporte público, suena descabellado pensar en un medio de transporte cuyos riesgos son tan notorios, a pesar de su increíble eficiencia y ahorro de gasolina, pero como dice Gitana, a ella no le gusta ver el camino a través de un vidrio, si no que prefiere ser parte de él, sentirlo en el cuerpo, poder disfrutar los paisajes e incluso detenerse a retratarlos,  llegó a mencionar que a veces se siente en trance mientras maneja, como si fuera meditando,sabe que depende totalmente de ella, pero ha aprendido a confiar en sí misma. La moto solamente te permite llevar lo necesario y ella considera  que eso es más que suficiente.  Ante la alienación y el confort, ante la negación de los peligros que existen en los caminos, los bikers deciden ser conscientes de su entorno, de su persona y obviamente de su motocicleta.

Los amigos del camino

Doce años lleva al manubrio, pero ha estado siempre cerca de las motos por sus amigos y curiosamente esta palabra se repite mucho a lo largo de la entrevista y de los escritos que amablemente me envió para poder hacer este texto, la amistad parece ser un valor fundamental y, me atrevería a decir, que hasta una necesidad en este estilo de vida, ya que les une una misma pasión, una en la que siempre será bienvenido encontrar una cara conocida o un chaleco reconocible que te tienda una mano o te brinde compañía en el camino. La aventura y las peripecias consolidan vínculos, suelen volver del viaje con nuevas amistades.  

Este sentido de grupo se acentúa y cobra una relevancia vital cuando se convierten en un convoy,  viajan escalonados para evitar carambolas ante los obstáculos, los roles están determinados por la destreza y experiencia del conductor pero también por el vehículo que lleva, cada uno tiene su nombre y función específica, la comunicación es vital y en plena era de la tecnología prevalecen, además como un lenguaje universal, las señas, como el puño en alto que es un alto, el cambio de carril que se indica bajando la mano del lado de destino o tocarse el casco, que indica que el conductor o la moto se encuentran mal y necesitan ayuda.

Durante la charla surgen datos y más datos sobre el chaleco, tienes que demostrar como prospecto durante seis meses constancia, afinidad y obediencia a las reglas de seguridad para ganarte utilizar su imagen en la espalda, pues usarlo implica que las acciones de uno afectan o benefician al resto y a su vez te da una protección más allá de la del material del que está hecho, la pertenencia a un grupo, la información vital a la mano, por si desgraciadamente se ocupa, el ser visible para los autos y reconocible para otros bikers, e incluso como han proliferado los robos a dos ruedas, el portarlo evita que la policía te tome por un  criminal.  

Y es que hablando de criminales, aún pesan fuertes estigmas sobre los bikers, a Gitana la han increpado muchas veces con la pregunta ¿Qué haces con esos mugrosos? y al llegar a algunos destinos se siguen topando con el miedo de las personas que ocultan sus objetos de valor cuando los ven, que siguen pensando que son forajidos que vienen a hacer daño, rebeldes que huyen de algo y en la ciudad se encuentran con personas que no soportan ver que no todo el mundo tiene que sufrir en el tráfico, que se enojan si pasan entre ellos, pero también si ocupan su carril y les lanzan su lámina o sus improperios porque si.

La realidad es que no solo se reúnen para rodar juntas, para regalarse amuletos como atrapasueños cuyas plumas los salvan de las desgracias o colas de mapache que siempre regresan a sus dueños si les cortan la punta, también hacen labores altruistas, como recolectar tapitas de refresco para costear  tratamientos oncológicos, ropa o insumos para orfanatos, albergues de animales y  personas en situación de calle, a quienes además les organizan cenas e incluso luchar con temas más tenebrosos como la violencia de género, pues al formar parte de la federación Diva bikers ayudan y canalizan a las instituciones a mujeres que están viviendo esta situación. Personalmente recuerdo con cariño como durante las labores posteriores al sismo de 2017 los motociclistas fueron una pieza voluntaria y fundamental para distribuir los donativos a donde más se necesitaban.T

Pero el trabajo de Gitana no se queda ahí, el mundo biker es hermoso, pero costoso y se necesita una fuente alterna de ingresos, que ella ha conseguido gracias a su sex shop (pues ya vimos que romper prejuicios es lo suyo) a la cual además promociona con su propio programa de entrevistas sobre temas de sexualidad y que se transmite los jueves.

La charla se pudo prolongar por horas, por días tal vez, por su excelente disposición y por lo extenso de la cultura a la que pertenece, pero ya saben que el tiempo es finito y tal vez es por ello que es tan importante poderse desplazar rápido y ligero a nuestro destino, pero aún más importante es encontrar eso que haga que seas tan feliz como para repartirlo con los demás, no solo de forma material, si no de abrir el camino y de enseñar a los nuevos a recorrerlo. Y ella lo ha logrado. 

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María José Bataller Álvarez
María José Bataller Álvarez
(CDMX 1987) Antropóloga de formación, vaga por pasión y escritora por necesidad (expresiva principalmente), ha trabajado en diversos proyectos de gobierno y sociedad civil con todo tipo de poblaciones, labor que la ha hecho conocer a la ciudad y a sus habitantes desde distintas perspectivas, también funge desde hace tres años como entrevistadora de artistas y activistas independientes en Capitán Gallo.
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