sábado, septiembre 21, 2024
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ENTRE SIERRAS Y MONTAÑAS: SOBRE LAS OLAS DE UN MAR DE TIERRA ADENTRO

La apertura de la Presa de la Olla: tradición e historia.

La gente de Cuévano, la Atenas de por acá, no necesita sofisticaciones para divertirse. Le basta un cerro coronado con peñascos o una cascada anual y artificial, un poco de música, un tianguis de pueblo, un día de puestos de flores y juguetes hechos con huevos de pascua, que sus políticos se “placeen” con singular alegría y que haya carpas con cerveza para ser felices una, dos, tres, cuatro veces al año.

Así como la gente de Pedrones-León iba a la estación para celebrar con comida y música el arribo del tren, la gente de Cuévano-Guanajuato acampa y amanece en el cerro el Día de la Cueva, ve salir el sol el Viernes de Dolores o se arremolinaba para ver los globos de Cantoya, acude a un acto gubernamental de rutina. 

Dice la leyenda urbana que una de esas fiestas, la apertura de la Presa de la Olla surgió cuando el gobierno decidió dejar que el agua de la presa corra por los alcantarillados de la ciudad; que limpie la casi siempre pestilente Calle Subterránea, antiguo drenaje del pueblo. Ese día, que debe ser el primer lunes de julio de cada año, la peste a caño de la Calle Subterránea, beneficiada por la fiesta, se va por un rato. En esta ocasión el retraso de las lluvias llevó la fiesta al día 17.

El contraste de una misma celebración en dos momentos históricos, la primera más distante en el tiempo; la segunda, más actual (fotografía blanco y negro: México en fotos).

Los orígenes

En el siglo XVIII, la ciudad necesitaba un vaso regulador de las aguas que bajaban por el río Guanajuato o que se guardaran en tiempos de sequía. En 1700 la urbe minera había sufrido el desbordamiento del río El Sitio (actual Calle de Belén); en 1714, la sequía afectó a la Nueva España y Guanajuato la sufrió con singularidad, pues el agua era también necesaria para la minería.

La construcción de la Presa en el Rancho de la Olla fue propuesta en 1741. Era Alcalde Mayor don Juan Jiménez. El Cabildo aprobó la obra, presionado por la escasez de agua que sufría en aquel entonces la población cuevanense.

El 4 de agosto iniciaron las obras de construcción y en 1747 se llenó por primera vez, aún sin estar concluida, pero si apta para el deseado servicio de abasto de aguas a la ciudad. En 1749 quedó terminada con tres o cuatro varas menos de como se ve actualmente. La mitad de los gastos fue costeada por Vicente Manuel de Sardaneta y Legaspi, Primer Marqués de la mina de San Juan de Rayas.

Pese al esfuerzo, la obra no pudo evitar que 1760 la ciudad sufriera su primera gran inundación. En 1776 comenzó la construcción de la presa en Cañada de Pozuelos, pero como fue terminada en 1791 no pudo evitarse que en 1780 la ciudad sufriera una segunda gran inundación.

Rumbo a la fiesta

Los estacionamientos quedan saturados desde temprana hora. Una cada vez más creciente peregrinación recorre el Paseo de la Presa, con cuevanenses a pie que ven pasar autobuses atiborrados de quienes no quieren caminar.

Es un camino con historia.

En 1795, el intendente Riaño trazó la carretera que conduce a la Presa, para lo que construyó el puente de San Juan y el de Victoria y con ello surge un bello paseo que daría vigor y prestancia a una ciudad que tiempo después sería escenario de una gesta libertaria.

Riaño habría visto con asombro a esas turbas de hombres que cargan niños, flanqueados por mujeres en short o con leggings, contrastantes con los ampones vestidos del virreinato.

Años después de concluida la Independencia, en 1832, don Marcelino Rocha sugirió el entubamiento de las aguas de la Olla. La inestabilidad política y económica de un país disputado por monarquistas, federalistas y centralistas postergó la obra. Finalmente, el 3 de diciembre de 1849 inició la red de tuberías, y además se levantó el bordo de la Presa.

Fue entonces que se comenzaron a edificar bellos chalets, para los de lana claro, por ahí por donde este 17 de julio pasó la plebe.

En 1852 las autoridades aumentaron la altura de la cortina de la Presa de la Olla y construyeron la Presa de San Renovato. Con estas obras, el agua llega a la ciudad por cañerías. No obstante, la naturaleza se impuso y en 1867 la ciudad sufrió su tercera Gran Inundación.

En 1885 de nueva cuenta se registra un aluvión que obliga la construcción de la presa de La Esperanza, obra terminada en 1894.

En ese ínterin, el 16 de septiembre de 1891, durante el gobierno del general Manuel González, el compadre de don Porfirio, fue inaugurada la Presa como hoy la conocemos.

Estas obras permiten enfrentar una sequía a finales del siglo XIX, pero no la quinta y devastadora gran inundación de julio de 1905, hecho que obligó a construir en 1910 la Presa de La Soledad.

Motivo de reunión social, la apertura de la Presa de la Olla reviste aspectos relacionados con la identidad de los oriundos de Guanajuato Capital.

Sobre las olas

A la una de la tarde, el presidente municipal en turno y casi siempre el gobernador del estado encabezan la ceremonia de apertura de la Presa de la Olla. Un pañuelo anuncia el momento y es entonces cuando la Banda de Música del Estado, declarada Patrimonio Cultural Intangible de las y los Guanajuatenses, toca el vals Sobre las olas, obra del guanajuatense Juventino Rosas.

El estruendo del agua invade la cañada, chispas del líquido refrescan a las y los presentes y el olorcillo a lama flota en el aire, mientras el aplauso popular celebra un Sobre las olas de tierra adentro:

En la inmensidad de las olas flotando te vi

y al irte a salvar, por tu vida la vida perdí.

Tu dulce visión en mi alma indeleble grabó

la tierna pasión que la dicha

y la paz me robó.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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