La “Apertura” de la presa de la Olla celebra
la llegada de la nueva temporada de lluvias.
Dicen los viejos de la comarca que, antiguamente, se encargaba a los presos con largas condenas abrir las compuertas de la Presa de la Olla, pues entonces el agua salía con tanta fuerza que podía arrastrar fácilmente a quien tuviera esa misión. Si los reos resistían la tremenda presión hidráulica, como premio, quedaban en libertad. Hay incluso quien relata que en alguna ocasión uno de ellos cayó entre el caudal y fue succionado por el túnel de desagüe, pero poco después, cuando todos lo daban por muerto, apareció —empapado, pero vivo— a la salida del conducto subterráneo.
Actualmente no hace falta que ningún presidiario realice esa tarea, pues la misma, al parecer, ya no representa un riesgo. Pero la hipnótica caída del agua aún atrae a multitud de guanajuatenses, ansiosos por celebrar que, una vez más, la temida sequía se ha superado, pues, efectivamente, el embalse se construyó, en 1749, con la finalidad de asegurar el abastecimiento del líquido a los habitantes de la ciudad.
Las autoridades de entonces idearon abrir las compuertas de la presa el primer lunes de cada julio, por dos razones: para limpiar el vaso de captación y como un motivo de festejo para el pueblo, porque la llegada de las lluvias significaba tener agua suficiente para, al menos, un año. Con el tiempo, la celebración se integró a la fiesta de San Juan Bautista, el 24 de junio, que conmemora la entrada del verano, así que la festividad se extendió a lo largo de una semana.
Más de un siglo después de construido el embalse, un modesto músico nacido en el cercano poblado de Santa Cruz, pero que entonces vivía cerca de la Ciudad de México, compuso un vals que se convertiría en un verdadero hit. José Juventino Policarpo Rosas Cadenas, nombre completo del citado artista, ganaría la inmortalidad con Sobre las olas, auténtica obra maestra que alcanzó gran popularidad en Europa y Estados Unidos.
Esa melodía, inicialmente titulada Junto al manantial, fue un éxito de tales proporciones, a lo largo y ancho de la República Mexicana, que en cierto momento se decidió incluirla como música de fondo para la Apertura de la Presa. Fue así que los armónicos compases pasaron a ser parte de la tradición, lo que además sirvió como homenaje permanente al autor, quien murió a la escasa edad de 26 años, en Cuba, aunque posteriormente sus restos fueron traídos a México y sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres. En su honor, su lugar de origen cambió de nombre y hoy se llama Santa Cruz de Juventino Rosas.
Actualmente, Guanajuato depende de otras fuentes para abastecerse de agua, más persiste el recuerdo de las terribles sequías de antaño. Muchos fueron testigos de que, hace cuatro décadas, la ciudad estuvo a punto de ser evacuada por la escasez del líquido. Decenas de pipas y camionetas llevaron el agua, durante largas y angustiosas semanas, a cada barrio. De plazas y callejones, cargada con botes y cubetas, surgía la gente para abastecerse, hasta que las autoridades perforaron una serie de pozos en la cercana zona rural de Puentecillas.
Por ello, año con año se espera con ansiedad la temporada de lluvias. Los primeros chubascos provocan enorme alegría y despiertan el optimismo. A cada tormenta, la Presa de la Olla es ansiosamente observada, pues verla colmada representa, igual que hace más de dos centurias, que ha vuelto el principal elemento de la vida, los cerros se cubrirán de verde y los arroyos volverán a correr por las cañadas.
Entonces, será hora de llevar a cabo la Apertura, admirar la cascada que forma la caída del agua y deleitarse con los compases del hermoso vals que, en un momento de notable inspiración, Juventino Rosas plasmó sobre un pentagrama para que, quien la escuchara, pudiera sentirse como transportado “sobre las olas”.