Nunca es tarde para empezar; si hay algo que no puedes hacer en algún momento por cuestiones del destino, porque arrecia el hambre o no hay tiempo, siempre es buen momento para alcanzar las metas.
La vida es una tómbola tom tom tómbola, de luz y de color… y de talentos. Y así podría decirse que cada persona trae virtudes y defectos, aptitudes e incompetencias de fabricación, que con mucho esfuerzo y dedicación pueden romperse y conseguir las metas más difíciles e insólitas.
Ejemplos de personas que se superan y cada día son su mejor versión puede haber muchos, pero pocos tan ilustrativos como el caso de Rodolfo Mares Rocha, cantante excepcional, buen hermano, excelente pareja y padre, pero sobre todo gran amigo, siempre solidario y empático y como todas las buenas almas agradecidas con la vida juguetón y siempre de buen talante.
Ahora sí, como quien dice, el canto es su virtud porque a pesar de que no tomó clases, es todo un maestro en el arte de la cantada y no solo de la llamada música versátil, sino de la llamada música culta en la tesitura de tenor.
¿Qué te faltaría por conquistar, para que te sientas realizado?
“Voy a comenzar una nueva aventura, que es un reto para mí, me registré para estudiar la licenciatura en Canto en la escuela de Música de la Universidad de Guanajuato, ¡voy a ser abeja 100 por ciento!, ya tengo la inscripción y voy a empezar mis estudios en el próximo ciclo. Nunca es tarde, tengo 55 años, no tengo prisa, mis hijos ya están grandes son profesionistas”.
Entonces ese torbellino de sensibilidad tan propio de los artistas, esa pasión y emociones le quiebran la voz y sus ojos se humedecen. No es difícil imaginar cómo esa tormenta, mezcla de sensaciones, recuerdos de tiempos difíciles, vivencias personales y esa voluntad inquebrantable se agolpan en su pecho y provocan que haga una pausa obligada. Su rostro se contrae, las lágrimas ruedan. Luego respira profundo y sigue.
“Nunca es tarde para empezar, si hay algo que no puedes hacer en algún momento por cuestiones del destino, porque arrecia el hambre o no hay tiempo, siempre es buen momento para alcanzar las metas. Yo lo hago ahorita porque no tengo prisa, tengo la vida; tengo las ganas y la capacidad y no por demostrarle a nadie que puedo, sino a mí mismo, por eso voy a sacar la carrera de licenciatura en Canto en la Universidad de Guanajuato”, subraya.
¿Nunca estudiaste música o canto?
“No, pero siempre me he acercado con buenos amigos que me han guiado y me enseñaron las notas, matices, voz de cabeza, voz de pecho, etcétera. Nunca he tomado clases de canto pero ya me sé toda la técnica”.
El Rodo, como le llaman sus amigos, ha estado en varios grupos y también ha sido solista en los tiempos de la Peña Bohemia, donde se acompañó de su guitarra varios años. Además estuvo 10 años con el maestro Javier Martínez y luego cuando salió con unos amigos hicieron el grupo Perfiles.
De hecho ya traían su cartera de clientes, la experiencia y la producción. Luego de que se desintegró ese grupo hicieron Perfiles Rockole, con Armando Delgado, donde duraron en el ejercicio musical, nada menos que 20 años.
“Ahorita estoy en la Bing Band de la Universidad de Guanajuato, por invitación del doctor Luis Flores Villagómez, me está invitando para cantar música mexicana para concierto y en algunos otros géneros. También estoy participando con Ezequiel Delgado, en el Dueto los Bohemios, que tuvo un nacimiento atípico durante la pandemia”.
Hace unas semanas regresaron de una exitosa gira que hicieron por Chile, por convenios de la Universidad de Concepción y la Universidad de Guanajuato. Rodolfo fue con otros dos cantantes y toda la delegación mexicana para ofrecer algunos conciertos para deleite del público chileno.
El origen del artista
Rodolfo Mares se describe a sí mismo como 100 por ciento guanajuatense, nacido en el Barrio de la Presa, para más señas en el callejón de san Antonio número 32, “soy el cuarto de una familia de 5 integrantes”
Y tus hermanos ¿a qué se dedican?
“La mayor se dedicó a la docencia, es maestra educadora, jubilada. Luego está un hermano ya fallecido, que en paz descanse, después otra hermana que es enfermera, enseguida tu servidor y la última que estudio auxiliar de contador”.
Y ¿cómo descubriste tu Don?
“Es algo bien curioso esto que te voy a platicar y me emociona mucho: mi mamá, mientras estaba en el lavadero, ponía las estaciones de radio, entonces uno andaba jugando en la tierra, en los charquitos y ya escuchábamos la música. Conforme pasaron los años ya traía en la mente eso de cantar, porque mi mamá junto con mi hermano, nos ponía a cantar, que dicho sea de paso y siempre se enojaba porque cantaba mejor que él.
Y protestaba que yo tengo mejor voz que tú, etc., y hasta ahí; pero se puede decir que nadie sabía que yo tenía en la cabeza ese don o ese talento de cantar, hasta que entré posteriormente a la Preparatoria fue cuando un amigo me invitó y me aseguró que no cantaba mal.
¿De veras? ¿Te parece?, le preguntaba.
Cantas bien, estás afinado, por qué no te integras a uno de los grupos de la universidad. Fue como un primer llamado. En ese momento después de la Prepa, entré a la rondalla de la Universidad de Guanajuato, que era de las más prestigiadas.
Cuando entré, estuve en las voces primeras, medias y segundas y yo podía hacer las 3, entonces hasta ahí sentí esa seguridad, cuando me dijeron estás afinado estás entonado y fue como soltarme.
Concursé en la Prepa sin entrenamiento previo y quedé en segundo lugar, eso me dio seguridad y fue como empecé a enfocarme en la música, que he de decirlo, es mi pasión, nunca pensé que la música me llevara por este camino ni dedicarme a esto.
Por falta de recursos ya no pude terminar mis estudios, tuve que salirme de la Prepa, arreció el hambre. Mi papá fue siempre mesero y desde niños nos llevaba a mis hermanos y a mí a lavar platos, limpiar mesas y todo por una propina. A los 12 años ya era mesero y veía en los bailes de gala que ofrecía la orquesta Valle de Santiago, unos grupotes mientras estaba trabajando.
Empecé a trabajar en la Peña Bohemia, y me pagaban 20 pesos la hora y me solté más, pero ya llevaba dinerito a la casa.
Y ese fue como el segundo llamado, porque desee mucho estar ahí, en ese escenario cantando con la orquesta, cuando los gritos de ¡ora muchacho póngase a trabajar! Me traían a la realidad.
El maestro Javier Martínez, de la Valle de Santiago, me buscó y me dice oye no te gustaría pertenecer al grupo versátil y me dio más tablas y empecé a ampliar mis conocimientos en todos los géneros musicales, me dio muchos conocimientos musicales.
Es decir, ese sueño de estar con esa orquesta, se me cumplió años después.
Ahora en esta tercera llamada, haré la licenciatura”.