Esta es la historia de una joven con cabello de viento y presencia mística. Además de artesana en joyería de filigrana y piedras también es pintora, sanadora con imposición de manos, tarotista, barista y tostadora de café. Así que la entrevista inicia con una pregunta que va directo al centro: ¿Quién es Paulina?
“Definirme es complicado de responder porque no encuentro las palabras correctas para hacerlo. Soy parte del todo y hago mi función, la tarea que me corresponde por el tiempo que se me permita estar aquí. Suelo ser muy exigente conmigo misma”.
Paulina creció con la pintura en el alma, rodeada de murales y rótulos. Pero no todo fue de colores, su infancia llevó a cuestas esa parte en su historia que permaneció silenciada mucho tiempo, y que comenzó cuando sentía una enorme necesidad de respuestas a todo lo que le sucedía: “Crecí teniendo la certeza de que había algo más, no solo lo físico que se ve y se palpa sino otras formas de vida. Y con el tiempo también descubrí que eso no era común. Lo platicaba y me daba cuenta de que los demás no vivían lo que para mí era normal. Por eso pasé tiempo recluida, callando mientras lo investigaba y le iba dando forma y entendimiento”.
Las sombras y luces que la perseguían entonces no tenían forma, ni nombre, ni eran parte de lo cotidiano. Por lo tanto, eran incomprensibles, irreales para todos, pero no para esa niña de mirada y rostro profundos.
“Obviamente al inicio sucedían cosas muy fuertes como ver otro tipo de seres, fantasmas y sueños premonitorios que regularmente eran muy catastróficos o se mostraban como muertes masivas. Esos períodos me causaban intranquilidad y confusión. Aprendí a aceptar que existe un mundo espiritual que es innegable, y puedo decir que en sí, ese contacto ha sido lo más fuerte pero también lo más rico. Hay seres de todos tipos, de todos niveles. Positivos, negativos, de todo. Y uno tiene que aprender a identificarlos, a conocerlos”.
Paulina crecía, y al hacerlo su corazón se fundió con los granos de café y el barismo durante 12 años, período en el que también ejerció como tostadora revelándole una nueva pasión. Actualmente, además de su joyería y de sus pinturas desempeña una gran e importante labor: forma parte de los trabajos de restauración del Teatro Juárez, y esto la ha llevado a decidir que es hora de cumplir un sueño más, el de estudiar restauración.
A la par continúa fortaleciendo lo espiritual realizando lecturas de tarot, sanaciones energéticas, cortes de magia negra y ayudando a los fallecidos a que encuentren el camino de la luz: “Apoyar en la sanación de las personas es algo incomparable. Cuando se salva una vida es magnífico, te llena el corazón completamente. Lo de los seres fallecidos también es impagable. Ahí encontré mi función en esta vida, ya en un plano más superior”.
Pero además de aprender a reconocer el interior, lo espiritual, lo inexplicable de este milagro llamado vida, ha debido hacer frente a muchos otros obstáculos.
“Ha sido muy complicado lo social, las personas externas. Es un camino muy solitario, muy juzgado, hay que tener mucha fuerza para no engancharse con los comentarios. Me he mantenido firme y he sido respetuosa con las personas que no creen en esto, e incluso he sido cortés cuando me faltan al respeto por su incomprensión porque sé que hablan desde la ignorancia, y lo que no conocemos causa miedo, entonces no guardo rencor”.
Ha tenido que trabajar la aceptación positiva de sí misma para poder afrontar las reacciones de los demás.
“Fue difícil sobre todo aceptarme primero a mí tal cual como soy, y aceptar todas esas formas de vida. Pero sin duda es una de las labores que más satisfacción me ha dado, poder darle a las personas un mensaje que les ayude a cambiar, a liberarse, a ser más fuertes y más felices. Ahorita estoy bien cimentada en lo que hago. Las personas reconocen la congruencia de lo que uno es, con lo que hablas, lo que piensas, lo que sientes”.
La madurez de esta búsqueda al interior vino acompañada de la meditación: “El desarrollo de la videncia fue un proceso físico bastante fuerte. Fueron dos años de transformación pesada, con migrañas muy intensas y esos cambios trajeron otros externos bastantes fuertes. Mi mundo ha estado en constante cambio. Se trata mucho de confiar en ti, en lo que percibes, en lo que sientes y no flaquear, porque en el momento en el que se siente miedo o inseguridad es cuando vienen las fallas”.
Entonces su soledad interior se llenó de luz, de bendición, de un ser producto de su ser, y Paulina se hizo madre: “Fueron 3 años en los que trabajaba cuando él dormía y yo terminaba a las 4 o 5 de la mañana. Han sido muchos años de dormir 2 o 3 horas cada día porque no puedo dejar una responsabilidad por otra. Cuando participo en eventos mi hijo va conmigo, yo hablo con él de todo esto para que crezca como una persona consciente y abierta. Ya estamos iniciando juntos con meditación, es un niño que tiene mucho potencial mental, mucha inteligencia, para que aprenda a usar su energía, su fuerza mental. De repente me acompaña a hacer sanaciones y es muy bonito cuando se pone en posición, me siento acompañada y veo ese futuro que es posible, que no solo él como niño pueda hacerlo sino que todos los niños puedan realizarlo y tengan esa apertura”.
Pau explica que tener capacidades psíquicas no es algo extraordinario, no es un don, ni un regalo de Dios: “Todos tenemos al menos una capacidad y se dice que son alrededor de 100 propias del cerebro humano que simplemente se van desarrollando. La finalidad es que las personas aprendan a encontrar su propia guía en sí mismos, que no sea necesario un tarotista que les muestre el camino, que aprendan sobre la sanación energética tanto para ellas como para otros, que la persona sea autónoma y reconozca su propio poder y lo utilice cuando lo necesite”.
Paulina Nieves o Paulina Jusein, como la conocen quienes la consultan, siente y está segura de que ya es momento de hablar abiertamente de todos estos temas, de compartir, de enseñar… de ser con libertad y esencia.