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EL RECUERDO DE CÁNDIDO NAVARRO, A 110 AÑOS DE SU MUERTE

El emblemático caudillo revolucionario de Guanajuato, visto desde La Aldea

Cándido Navarro nació en La Aldea, municipio de Silao, Guanajuato, el 2 de febrero de 1872. Fue hijo de Juan Navarro y Dámaso Serrano, que gozaban de una situación económica solvente. Murió en los límites de San Luis Potosí con Guanajuato, el 28 de agosto de 1913.

En su comunidad de origen se le honra y recuerda.

Realizó sus primeros estudios en su pueblo natal y los continuó en la Escuela Práctica de Guanajuato. Cursó la carrera de profesor de educación primaria en la Escuela Metodista de Puebla. Luego se avecindó en la ciudad de México y trabajó como maestro en algunas poblaciones aledañas.

Llegó a ser director de la Escuela “Santa Bárbara”, de Azcapotzalco. En 1907 comenzó su oposición al dictador Porfirio Díaz. Al año siguiente fundó el Club Demócrata “Guadalupe Victoria” y luego participó como fundador del Partido Nacionalista Democrático. Fue entonces cuando se relacionó con personalidades como sus correligionarios de Guanajuato, especialmente con Alfredo Robles Domínguez y algunos otros directivos del Centro Antirreeleccionista de México y trabajó en pro de la unificación de dichas organizaciones.

En La Aldea, municipio de Silao, Gto., se conserva la memoria viva de Cándido Navarro en un bulto escultórico, una calle con su nombre y porciones de su biografía.

Debido a la orientación de sus ideas y por su actuación en las elecciones para presidente municipal del Ayuntamiento fue destituido de su empleo como director escolar en 1909, pero siguió en su lucha a favor de la educación y tiempo después fundó la Escuela Educativa Popular Independiente, en la que se desenvolvió como maestro progresista llegando a implantar modernos métodos de enseñanza.

Fue un profesor con ideas pedagógicas de avanzada que tuvo una marcada sensibilidad social y logró un liderazgo popular que le hizo sumarse a la gesta armada para reivindicar derechos campesinos.

Cándido Navarro se unió a Francisco I. Madero al iniciar la gesta revolucionaria de 1910 contra el dictador Porfirio Díaz, pero una vez que éste cayó, el caudillo silaoense no quiso deponer las armas mientras no se cumplieran los postulados agraristas del Plan de Ayala.

Debido a lo anterior, Navarro fue encarcelado en 1912, para ser liberado en 1913 por Victoriano Huerta. En vez de retirarse de las armas, como fue la condición que Huerta le impuso, Navarro se unió a las fuerzas zapatistas. Murió en campaña el 28 de agosto de ese año.

El profeta en su tierra

Domingo por la mañana. Hora de misa en la parroquia de la localidad, situada entre la ciudad de Silao de la Victoria y la de Romita de Arteaga, dos loas al liberalismo mexicano del siglo XIX.

Ahí está el busto de cantera que rememora a Cándido Navarro, donado por José Luis Araujo y homenajeado cada 2 de febrero, el aniversario de su natalicio.

Un sondeo simple muestra que, si bien los niños de La Aldea saben que se trata de Cándido Navarro, sólo saben que fue un profesor; poco o nada del revolucionario.

Arturo Meza, comerciante que tiene su carro de comida afuera del atrio de la parroquia, hombre de mediana edad, tiene más idea. Expresa lo que sabe: fue un revolucionario “que murió fusilado en uno de los estados de por aquí cerca” y destaca la importancia que el caudillo tiene para La Aldea.

No pasa así con otro comerciante, vendedor de productos de harina de trigo, quien cree que Cándido Navarro fue el terrateniente que donó terrenos para construir La Aldea: “pos sabe, dicen muchas cosas de él, que le debemos el pueblo; pero yo sólo le debo a mi padre que me enseñó a trabajar”.

Una mujer que sale del templo cree algo similar, que Cándido Navarro es fundador de La Aldea y remite a ver un texto escrito en una pared del atrio. En efecto, alude a la fundación de La Aldea, creada con terrenos que Don Pedro Medina, oriundo de la ciudad de Guanajuato, compró a Francisco Alonso Navarro y en el año de 1680. El mural narra el desarrollo histórico y urbano de lo que en ese tiempo se llamaba “Monte de San Gregorio”, que contó con 11 habitantes al ser fundado y menciona a otros personajes de apellido Navarro, especialmente en la etapa colonial; nada que ver con el profesor, quien nació en 1872.

Son los mayores quienes muestran más conocimiento sobre el caudillo. Uno de ellos es Mario Cedillo, quien en voz alta y con orgullo afirma: “fue un profesor y un guerrillero”. Y el hombre sabe que luchó por la causa popular. Y no sólo eso, conoció a Antonia Navarro, hermana de Cándido, quien “era guerrillera también”. Y sabe del lugar donde se ubicó la casa donde nació el caudillo.

Miguel Alemán número 19, una calle adyacente, que topa con la parroquia. Donde estuvo la casa que vio nacer a Cándido Navarro, está ahora una tienda de abarrotes y al lado un solar que era corral de finca.

Ahí atiende don Onésimo Jasso Trujillo, hijo de Higinio Jasso Navarro, quien supone es descendiente de doña Antonia Navarro. Yo no conocí al profesor, aclara el hombre de 64 años, a lo mejor mi papá sí.

Don Onésimo no sabe en qué línea es descendiente del caudillo, pero vive en el terreno donde estuvo una casa que estaba en pésimas condiciones. A mi padre, recuerda, le vendieron la casa y el terreno, que “era muy grande”. La dejó en ruinas don Arturo Cuéllar, explicó, quien se fue para la frontera.

Agregó que durante el gobierno de Teodoro Mosqueda (1989-1991) donaron una parte para la construcción de una escuela, “como lo quiso en vida Cándido Navarro”.

No hay placa que distinga o certifique que ahí nació Cándido Navarro, sólo lo sostienen el saber popular y un hombre con cachucha y una camiseta de la selección mexicana de fútbol, que ama sus orígenes y a su Aldea.

Don Onésimo sabe que Cándido Navarro fue profesor y que “luchó por diversas causas sociales”. Considera que las nuevas generaciones no tienen idea de lo que fue el caudillo; “yo tengo idea porque se ha transmitido de generación en generación”.

Al preguntarle su percepción, afirmó: “sentimos el orgullo por esos personajes, porque él también en su lucha se encaminó por un plan (se refería al Plan de Ayala) y luchó por las causas sociales de aquel entonces”.

En la calle Miguel Alemán estuvo la casa natal de Cándido Navarro, hoy una tienda y un solar. En la imagen de la derecha: Onésimo Jasso Trujillo, descendiente del caudillo. 

Respecto a que historiadores o personas interesadas en la historia, que consignan testimonios de personas mayores que de alguna manera vivieron la Revolución y daban a Navarro categoría de “bandido” por el ataque a Mineral de la Luz y el robo a la tesorería de León (1911), el historiador Ernesto Camarillo respondió que se trata de visiones de gente “que habría leído los periódicos de esa época; eso no se decía en los corrillos populares”.

Paola Trujillo, cronista de Silao, refrenda el orgullo que siente la gente de La Aldea por su caudillo. Dice que, en 2010, con los festejos de la Revolución se enaltece la figura de Cándido Navarro y sus familiares mostraron fotos del caudillo con sus cananas.

Ese fervor popular fue la fuerza de los líderes revolucionarios, dice la historiadora, y remata: “hay mucho qué hacer en la academia y con los testimonios populares”.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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