lunes, noviembre 25, 2024
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DONDE FUE PANTEÓN EL ÁNIMA QUEDA

Camposantos leoneses tragados por la urbanización.

Cuando era niño, caminaba del jardín del Barrio Arriba a la casa de mi abuela materna, que vivía en la calle Limbo, cerca del Parque Hidalgo. Cuando caía la noche, había personas que preferían rodear por la calle Allende. El motivo: no pasar por las casas donde hace años estuvo el panteón de San Martín. “Ahí espantan”, decían.

En la salida a San Francisco del Rincón, sobre el boulevard La Merced, casi esquina con el boulevard Torres Landa, unos viejos árboles cubren un deteriorado arco de cantera, último vestigio del que fuera el Panteón de Los Limones.

Pasada la celebración del Día de Muertos, se honra post mortem a dos emblemáticos panteones del viejo León.

En la imagen, arco de lo que iba a ser un panteón en Los Limones y en la calle Limbo, restos del panteón de San Martín.

San Martín

Sobre la calle Limbo perdura una finca, construida sobre la alta barda de lo que fuera el panteón de San Martín. En la esquina con la calle que lleva ese nombre está una vinatería.

Este camposanto se encontraba en lo que hoy es la calle San Martín, entre Limbo y Allende. Actualmente hay una tenería y una privada, pero en el siglo XIX fue la morada de los fieles difuntos.

La ciudad fue azotada en 1892 por una epidemia de tifo, lo que generó una sobredemanda de panteones. El de San Martín resultó insuficiente y en 1894 fue cerrado. A principios del siglo XX sacaron los cuerpos que quedaban y comenzó a ser fincado. Sólo quedó una barda que testificaba el uso del lugar. Con el tiempo sólo permaneció un fragmento de la misma.

Los Limones

En el cruce de los bulevares Torres Landa y avenida La Merced, en la salida a San Francisco del Rincón, existe un pequeño terreno donde funciona un taller mecánico.

Ahí permanece un arco de cantera, al que le colocaron una puerta. De la finca brotan ramas y un árbol bloquea parcialmente la vista.

El terreno estaba destinado en 1892 para ser uno de los panteones que atendieran el exceso de mortandad por el tifo, pero no cumplió con ese destino. La finalidad era suplir al cementerio del Barrio de San Miguel.

De acuerdo con los datos consignados en el Archivo Histórico Municipal de León (AHML), ya habían construidos muros y el arco de cantera para entrada del panteón, pero los inspectores de sanidad de la obra descubrieron que había demasiada humedad en esos terrenos. Eso contribuiría a la descomposición de los cuerpos y con ello habría más riesgos de propagación del tifo. Quien determinó que la construcción era inadecuada fue el mismísimo Luis Long.

Como suele pasar en los entornos urbanos, vecinos de la zona crearon leyendas de espantos y aparecidos. Pocos saben que el “panteón” no fue tal.

El extinto Panteón de San Martín, luego en la esquina de Limbo y San Martín, en el Barrio Arriba, una tenería ocupa el lugar del desaparecido panteón. En la siguiente imagen, la Escuela Primaria Julián de Obregón, del barrio del Coecillo, que fue panteón en el siglo XIX.

Otros panteones olvidados

En el texto “Los panteones de León”, publicado en Tiempos, órgano del AHML, el que fuera cronista de la ciudad, Carlos Arturo Navarro, señala que en el siglo XIX funcionó el panteón en el Barrio de El Coecillo. Esto fue consignado en el plano de la ciudad creado por Luis Flores Carballar desde 1865.

Ese camposanto se ubicaba en lo que hoy en día son las calles Brisas y Palo Cuarto. Muchos de los fallecidos fueron enterrados allí tras la espantosa epidemia de tifo.

El otro cementerio en El Coecillo fue el de San Cayetano. El terreno como tal fue incluido en el Plano Topográfico de la ciudad, creado por el ingeniero Pedro Tejada y trazado en 1879. Se localizaba donde hoy está la Plaza de San Francisco, en la calle San Cayetano.

Fiel a la tradición, ahora ahí está la escuela primaria federal Julián de Obregón, de acuerdo al decreto 93 de la XXXI Legislatura el 21 de diciembre de 1926, dispuesto por la cesión a la Secretaría de Educación Pública.

Un panteón más, inconcluso, que ya desapareció, se encuentra cerca de la antorcha, rumbo a la salida a Lagos de Moreno y el camino que conduce a Paseos de las Torres y Brisas del Campestre.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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