sábado, noviembre 23, 2024
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DEL MÉXICO PREHISPÁNICO A LA ACTUALIDAD, TODA LA MILICIA EN EL MUSEO DEL EJÉRCITO

En ese recinto se rinde homenaje a los héroes de la patria, quienes con sus actitudes y acciones han dado sentido y razón a la historia del país. Consecuencia lógica, se pide al público visitante que guarde y respete su recuerdo

Las prácticas de guerra en el México Prehispánico; del Ejército Virreinal a la Primera República; las luchas por el poder y las intervenciones extranjeras; Época Porfirista; la creación de la Fuerza Aérea Mexicana y del Colegio Militar, así como el desarrollo de la Industria Militar, son seductoras historias que resguarda el Museo del Ejército Mexicano.

Discreto pero solemne, pequeño en su espacio pero grandioso en su contenido, ese museo se localiza en el edificio que en 1675 albergó el floreciente templo de la orden religiosa de los Bethlemitas, fundada en Guatemala en 1655 por Pedro de San José Betancourt, un franciscano de la Tercera Orden. De 1821 a 1828 ese inmueble permaneció abandonado.

El Museo del Ejército se localiza en la calle Filomeno Mata 6, a unos pasos de los palacios de Bellas Artes, Postal, y de Minería. La entrada es gratuita para todo público. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

El 13 de marzo de ese año el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, dispuso que el Colegio Militar se estableciera en el antiguo convento de Bethlemitas. En 1853 el edificio fue ocupado por la Compañía de Prácticas de Medicina “Lancasteriana”, método en el que los alumnos más avanzados transmitían a los demás lo que el profesor había enseñado. Así, un sólo maestro regaba todo su conocimiento sobre muchos estudiantes.

Al ser aplicadas las Leyes de Reforma en 1861, el edificio pasó nuevamente a manos del gobierno, funcionando como sede del Hospital Militar de Instrucción. Posteriormente se usó como bodega. Por su parte, la iglesia del convento que estuvo abierta al culto católico hasta 1861, cambió su uso al de biblioteca popular de la misma Compañía Lancasteriana.

En noviembre de 1890, Filomeno Mata (1848-1911) compró a la federación el angosto y alargado atrio del templo en cuatro mil pesos. Alzó ahí una casa de tres niveles, e instaló su periódico anti reeleccionista Diario del Hogar; en 1908 el edificio pasó a ser la sede del Museo Tecnológico Industrial (MTI), dependiente de la Secretaría de Fomento (SF).

Interesantes piezas que se remontan a las batallas prehispánicas se exhiben en este recinto capitalino. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Llegó 1964 y con él, el presidente Adolfo López Mateos cedió el edifico a la Asociación del Heroico Colegio Militar para que lo destinara a museo histórico. Fue hasta el 15 de septiembre de 1991 que se iniciaron las labores para crear el Museo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, mismo que tras varias vicisitudes se vio inaugurado el 5 de mayo de 1993.

El edificio de estilo barroco se localiza en la calle Filomeno Mata 6, Centro Histórico, a unos pasos de los palacios de Bellas Artes, Postal, y de Minería. La entrada es libre para todo el público y se puede visitar de martes a sábado de las 10:00 a las 18:00 horas, y los domingos y días festivos de las 10:00 a las 16:00 horas. Se puede usar cámara sin flash.

El recinto, que cuenta con biblioteca, tienda de regalos y ofrece visitas guiadas, inicia su recorrido en el módulo “Las prácticas de guerra en el México Prehispánico y la Conquista Española”. Allí explica que la guerra ocupó un papel destacado en la cotidianeidad de los pueblos mesoamericanos, con muchas implicaciones políticas, económicas y religiosas.

Armas de diversos tipos y usos, que datan de la Conquista, son exhibidas en el recinto. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Gracias a esa tradición militarista, los mexicas pudieron presentar una fuerte resistencia a los españoles antes de ser derrotados. El episodio de la Conquista, se lee en la cédula respectiva, marcó el final de un imperio y de toda una visión del mundo, pero también dio paso al inicio de una nueva cultura y la creación de la nueva nacionalidad: la Mexicana.

“Del Ejército Virreinal a la Primera República” es el segundo módulo, donde se ilustra que durante más de 200 años de dominio colonial las únicas fuerzas militares permanentes de la Nueva España sólo fueron los Guardias del Virrey, las Compañías Presidiales y, en casos de emergencia, las Compañías de Voluntarios. Eran épocas de gran reorganización.

En el último tercio del siglo XVIII, las milicias coloniales crecieron y recibieron mejor adiestramiento. Ese Ejército fue el que cambió a los insurgentes a partir de 1810, en una lucha que duró hasta 1821, al ser proclamada la independencia del Imperio Mexicano, que cuatro años después se transformó en República Federal, Representativa y Popular.

La original silla de montar que perteneció a Josefa Ortiz de Domínguez, y una réplica del uniforme de gala de Vicente Guerrero, presentes en el museo. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

La visita avanza y llega a “Creación del Colegio Militar”, apartado que recuerda que recién consumada la Guerra de Independencia, el Brigadier español Diego García Conde propuso al Gobierno Imperial la creación de una escuela militar, destinada a formar ingenieros para el novel Ejército Mexicano. La propuesta fue aceptada con gusto.

Así, el 24 de febrero de 1822 surgió la Academia de Cadetes, conocida también como Academia de Ingenieros y Colegio Militar de México. La sede de la nueva institución fue el edificio de la extinta Inquisición, donde funcionó hasta septiembre de 1823, cuando se ordenó la clausura de tan macabro inmueble. Los cadetes celebraron esa decisión oficial.

El 11 de octubre de ese mismo año, el gobierno de México dispuso el establecimiento del Colegio Militar en la fortaleza de San Pedro Perote, Veracruz. En ese sitio permaneció por algún tiempo, y luego tuvo que irse a otros edificios, hasta que, en 1828, el presidente Guadalupe Victoria lo trasladó a la Ciudad de México, ocupando Bethlemitas.

Banderas de diversos ejércitos y compañías militares se pueden observar en el espacio museístico. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Avanza el periplo y se llega a “Las luchas por el poder y las intervenciones extranjeras”. También tras la consumación de la Guerra de Independencia, liberales y conservadores se enfrascaron en una permanente pugna por el poder, que sólo pudo ser resuelta mediante el estallido de una guerra civil, de la cual salieron victoriosos y adoloridos los primeros.

Mientras eso ocurría, potencias extranjeras aprovecharon el caos existente para invadir el país, apoderándose de más de la mitad de su territorio, e incluso, imponer un monarca de origen europeo. Sin embargo, todo eso no fue suficiente para lograr que México perdiera su identidad. Por el contrario, reafirmó y consolidó su condición de país libre y soberano.

El siguiente núcleo temático es “Época Porfirista”, donde se menciona que durante la dictadura del oaxaqueño Porfirio Díaz el ejército se modernizó y profesionalizó de modo acelerado, aunque sus adelantos de nada le sirvieron ante las huestes revolucionarias, que si bien carecían de orden y disciplina, eran impulsadas por grandes y legítimos ideales.

El Porfiriato ocupa un sitio especial. Armas y banderas, así como objetos pertenecientes a Porfirio Díaz, se muestran al visitante curioso. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Corría el año 1914 cuando el ejército federal fue derrotado y mediante la firma de los tratados de Teoloyucan, se logró su disolución. Simultáneamente, el ejército surgido de la Revolución se consolidó, sentándose con él las bases del actual Instituto Armado, cuyo poderío es exhibido cada año durante el desfile militar del 16 de septiembre en la CDMX.

Nacía el siglo XX y aquí se popularizó la aeronáutica, de acuerdo con la sección que el museo dedica a “La Fuerza Aérea Mexicana”. Tanto, que en 1910 se realizó el primer vuelo en territorio nacional y un año después se construyó el primer avión de fabricación propia. El ejército mostró mucho interés en aprovechar militarmente esa actividad.

Lo anterior, porque en abril de 1914 se realizó en México el primer bombardeo aeronaval del mundo. En 1915 se creó el arma de aviación militar del ejército y cinco años después fue establecido el Departamento de Aviación, recalcándose con ello la gran importancia que siempre ha tenido la Fuerza Aérea dentro de los institutos armados que tiene México.

Hermosa pieza de artillería usada durante la Revolución por el Ejército legalmente constituido, cañón de campaña hecho en Francia. Así mismo impresionan las municiones, granadas, balas de todos los calibres y misiles en exhibición. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Todo ese acervo histórico cultural tiene el atractivo adicional de cientos de piezas que se exhiben, como la vestidura de un Tlatoani mexica, un macuahuitl, los bustos de un Guerrero Jaguar y de un Caballero Águila, el yelmo de un Guerrero Águila, una espada Tizona colonial, un estoque, y la silla de montar de Doña Josefa Ortiz de Domínguez.

El uniforme de gala (réplica) de Vicente Guerrero, numerosas banderas de distintos ejércitos que han existido a lo largo de la historia nacional, el Parte de Guerra rendido por el General Ignacio Zaragoza al Ministro de Guerra y Marina el 5 de mayo de 1862 en el cual informa sobre la victoria que obtuvieron las tropas mexicanas contra el ejército francés en la Batalla de Puebla

También, un impresionante medallero con las insignias que otorga la Secretaría de la Defensa Nacional, una miniatura de la calesa usada por el presidente Benito Juárez el 11 de julio de 1867, de Querétaro a la Ciudad de México, a donde llegó tres días después, cañones, pistolas, rifles, balas, granadas, metralletas y muchísimas piezas militares más.

Foto 20 Relucientes condecoraciones que otorga la máxima autoridad de la milicia nacional a sus miembros más destacados. (Fotografías de Juan Carlos Castellanos)

Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos
Juan Carlos Castellanos C., es periodista con más de 40 años de experiencia en temas culturales. Entre otros muchos, ha merecido el Premio Internacional de Periodismo “Ludwig Von Mises” de las Naciones Unidas y su labor como reportero ha sido antologada en diversos libros y revistas.
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