jueves, septiembre 19, 2024
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EL PARIÁN: UNA BELLEZA ARQUITECTÓNICA PERDIDA

Estampas Leonesas

Guanajuato y León han sido dos ciudades vecinas que por siglos han competido por ser reconocidas como una mejor que la otra. Mientras que la capital del estado conserva gran parte de sus edificios antiguos —referentes de lo que ha sido su grandeza—, León es una ciudad predominantemente moderna que por diversos factores perdió parte de sus edificios antiguos. Uno de ellos fue el mercado Miguel Hidalgo, mejor conocido como El Parián.

Quizá se le recuerde poco porque fue una de las obras magnas del II Imperio Mexicano, el de Maximiliano de Habsburgo.

Aspecto de El Parián en los años de su esplendor. (Fotografías de AHML)

El cronista de la ciudad, Luis Alegre, explica que cuando llegó a la Villa de León la orden de los franciscanos, los monjes construyeron la parroquia del Sagrario y, a un costado, un panteón. Las Leyes de Reforma crearon los panteones civiles y el camposanto dejó de funcionar. 

Maximiliano, quien al igual que Benito Juárez era un liberal, mantuvo la vigencia de las Leyes de Reforma -con el malestar del sector conservador que lo había traído al país, y ahí se estableció la plaza menor. 

Información del Archivo Histórico Municipal de León, señala que el Prefecto político Imperial Don Idelfonso Portillo y Carlín decidió hacer un mercado en esa Plaza Menor, que estaba frente al Portal de las Delicias. La construcción de El Parián empezó un 19 de febrero de 1866 con la dirección del ingeniero de minas Juan N. Contreras. Concluyó en 1867, año en que finalmente, con Benito Juárez al frente, fue restaurada la República. 

Una infaltable foto que ilustra la visita turística a León, es la de la fuente de los Leones, en la Plaza de los Fundadores, junto a la Plaza Principal. Ahí estuvo El Parián.

Las reseñas antiguas describen al edificio “como un templo de la antigua Roma”. Era una construcción del siglo XIX y el porfiriato le dio el nombre de Mercado Hidalgo, pero la gente de la ciudad lo seguía identificando por su nombre de origen.

El Parián fue el centro de comercio popular para los leoneses de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Sólo las obras del porfiriato habrían de darle a otras localidades mercados de realce arquitectónico.

Así quedó El Parián después del incendio. En la segunda fotografía, vista aérea de El Parián: al fondo, la Plaza de Toros México, donde hoy es el Descargue Estrella. (Fotografías de AHML)

Es considerado el mercado más bello que ha tenido León y terminó su ciclo en 1929, por un incendio que hasta la fecha no se sabe si fue provocado.

Así lo describían:

“Por el exterior es un cuadro perfectamente formado por bonitos pórticos sostenidos por columnas dóricas de buena cantera. En el interior tiene la forma de una cruz griega, encerrando en su recinto cuatro manzanas circundadas por iguales pórticos del mismo orden, teniendo en el centro una elegante rotonda con su fuente en medio”.

También se detalla un poco sobre los pasillos por donde pasaban los clientes a la hora de comprar.

“Los pasillos que separaban a unos pórticos de los otros, son amplios y todos techados de azotea. Los puestos se hallan con buena distribución y en todo el edificio se nota orden y aseo. El aspecto del mercado en conjunto es agradable porque la profusión de sus columnas y su excelente colocación producen a la vista un buen efecto”.

Imagen del Jardín de la Industria. En la segunda imagen se aprecia su Fuente de los Azulejos. (Fotografías de AHML)

Tenía más de 200 columnas y eran similares a las de la basílica de Roma.

Fue un edificio firme y emblemático. Sobrevivió a la inundación de 1888 (muchas casas y edificios fueron dañados y posteriormente demolidos). Fue parte de la identidad y la dinámica económica de la ciudad en el Porfiriato y era el mercado de trascendencia local y regional por excelencia.

Llegó la inundación de 1926 y el mercado seguía, pero ya con un deterioro y con la exigencia de habilitar un nuevo espacio para el comercio.

El incendio de 1926 fue el pretexto para que surgiera el Marcado de la Soledad (hoy mercado Aldama). No había conciencia de la identidad vía el valor arquitectónico. León era una ciudad con pobladores con mentalidad vinculada con la filosofía positivista, pero aun cuando se pensara de otra manera, quedó prácticamente destruido. Después tiraron  lo que de él quedaba.

El Parián corrió la misma suerte que el Portal Bravo, que el 27 de abril de 1945, fue destruido por el fuego y en su lugar se levantaron edificios de varios pisos, acorde al modelo de la modernidad de la época. 

Era la visión de ese tiempo: tampoco hubo pesar por los conventos derrumbados para sustituirlos por el Eje avenida en 1963 y ni por los espacios y belleza decimonónica de las calles Guadalupe Victoria y Mariano Escobedo, cuando en 1983 fueron ampliadas para hacer ahí un boulevard. Entre lo perdido estuvo la casa donde nació el reconocido torero Rodolfo Gaona.

Imagen de la actual Plaza de los Fundadores. (Fotografía de AHML)

La que fuera la Plaza Menor pasó a ser el Jardín de la Industria, que en sus primeros años tenía una hermosa fuente estilo morisco, conocida como Fuente de los Azulejos. Al principio era un espacio más de esparcimiento, pero en la década de 1940 se convirtió en lugar caótico por ser la sede de terminales de varias líneas de camiones foráneos de pasajeros. La construcción de la central de autobuses —en 1969— sacó a los pesados automotores y en 1974, como parte de la celebración del CD aniversario de la fundación de la ciudad, se convirtió en Plaza de los Fundadores, con un estacionamiento subterráneo y su emblemática fuente con cuatro cabezas de león.

La fuente es uno de los orgullos locales y pocas personas recuerdan la belleza de El Parián, el que fuera uno de los más notables edificios de León y que paga con el cuasi olvido el haber sido construido al amparo de un gobierno fruto de la invasión francesa.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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