sábado, noviembre 23, 2024
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DON JESÚS HERNÁNDEZ: 52 AÑOS ENTRE LA OLA MARINA Y LOS CABALLITOS.

“¡Saludos, gente bonita que nos visita desde Silao, Irapuato y León!”. Y mientras suena la cumbia, esa gente bonita va ocupando sus lugares en la Ola Marina, mientras que los fuertes hombres que la hacen girar invitan “a todas las muchachas bonitas”.

A un lado está el carrusel: caballitos, cebras, elefantes, avestruces, burritos, correcaminos, jirafas, tigres, leones, una foca y una sirena esperan a los pequeños. Ahí está don Jesús Hernández Mendoza, quien es el heredero de una pequeña empresa con cuatro juegos mecánicos, entre los que destacan la Ola Marina y “Los caballitos”, como se conoce popularmente al carrusel.

Son los dos juegos emblemáticos: uno para los grandes, otro para la niñez.

Hace 52 años, cuando don Jesús era adolescente, tras terminar su escuela secundaria se integró a la empresa de don Pedro Hernández, su padre. Y desde entonces va de pueblo en pueblo, de feria en feria, lo mismo en calles que en plazas o cerros (como esta vez en El Hormiguero) para llevar felicidad a “¡chicooooooos y grandeeeees!”.

Desde que cumplió 17, don Jesús Hernández entró a la vida productiva como administrador de olas y caballitos.

Don Jesús es leonés de origen y nacimiento, pero don Pedro, cuenta el buen hombre, nació en una comunidad del municipio de Silao y con el tiempo tuvo su empresa llamada “Atracciones Hernández”. Ésa fue su herencia.

“¡Carmen, se me perdió la cadenita

que tú me regalaste, Carmen!

La música tropical y guapachosa invita al baile.

Hay gente de todas las edades y de todas las clases sociales, en ese ambiente que parece un viaje al pasado, donde sólo las selfies “pa’l feis” indican que estamos en el siglo XXI.

El ambiente se remite a décadas atrás, como cuando don Jesús, ahora de 69 años de edad, cumplió 17 años y entró a la vida productiva como administrador de olas y caballitos.

Son ahora sus hijos los que siguen con la parte fuerte del negocio, mientras él atiende al más emblemático de los juegos: “Los caballitos”.

—¿Qué significa para usted ser parte de esta empresa, el ofrecer a la gente este tipo de diversión?

Responde:

—Aparte de que es para la manutención, es una satisfacción divertir a la gente.

Y, en efecto, los primeros niños empiezan a buscar qué figura les gusta: la sirenita, el correcaminos, el elefante o el clásico caballito. 

—Son tiempos de la tecnología —se le comenta— y esta tradición sigue, con niños de la era digital, con personas que se suben a la Ola; ¿por qué continúa esto? 

—Es una tradición: el ambiente, el darle vueltas a la Ola para darle funcionamiento, con la música y la alegría —responde—. Queremos que no se pierda la tradición de la música y la Ola. 

¡Y los periodistas lo saben, lo saben…

y toda  la gente lo sabe, lo sabe!

¡Es la boa, es la boa!

Don Jesús debe encender el motor para que el carrusel gire. Es de los juegos que se motorizó, al igual que los otros dos. La Ola Marina, en cambio, sigue, con su música a todo volumen:

¡La arena estaba llena de bote en bote,

la gente loca de la emoción,

y en el ring luchaban los cuatro rudos,

ídolos de la afición!

¡El Santo, El Cavernario, Blue Demon y el Bulldog!

Por lo pronto, la entrevista se pausa.

“¡Súbale a la ola!”. Nel, se me vayan a salir el huarache con chorizo y la quesadilla gigante con pastor. Ahorita toca turno a unos tacos de tripa y ya esperan las enchiladas mineras. 

Nomás eso, porque estoy a dieta.

En El Hormiguero, durante la celebración de la Fiesta de La Cueva, también estuvo presente don Jesús Hernández con sus juegos mecánicos.

Esto está picoso y hay que darle un largo trago antes de que la chela se caliente. Lo bueno que no tiene azúcar y por eso es menos calórica que el refresco.

La Ola gira. El Cerro del Hormiguero le hace honor a su nombre. Al fondo, La Bufa y Los Picachos se llenan de minúsculos puntos de color de quienes han ascendido hasta allá.

Siguen las cumbias. Va la siguiente cerveza, como que ya deben dejar a la Sonora Dinamita y poner unas de José Alfredo:

Tómate esta botella conmigo

Y en el último trago nos vamooos.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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