Tradición de “guerrillas” en honor a un Maximiliano que nunca los visitó
Don Tomás Ulloa García creció y murió con la creencia de que en septiembre de 1864 el emperador Maximiliano de Habsburgo pasó por Santa Rosa de Lima, en plena sierra homónima, a ocho kilómetros de la ciudad de Guanajuato.
Contaba que los pobladores, que se jactaban de que fue el lugar donde vivió Juan José de los Reyes Martínez, El Pípila, le mostraron con una representación cómo fue la toma de la ciudad en 1810.
Se armaron con rifles con salvas y los zuavos, tropa mercenaria de élite, que acompañaba al austríaco, representó a los realistas españoles, asesorados por el cura del lugar.
Desde entonces, cada segundo domingo de octubre, la comunidad recreó ese momento. La festividad se suspendió en 1910 por la Revolución Mexicana, se volvió a suspender en 1927 por la Guerra de los Cristeros. En 1934, cuando tenía 24 años de edad, la retomó quien contaba lo anterior: don Tomas Ulloa García, El Indio Mayor. La fiesta tejocotera cumple 90 años de existir.
El patriarca
Hijo de minero y de madre dolorense otomí, nació en el Mineral de Santa Rosa de Lima, Guanajuato, el 7 de septiembre de 1910. Con Maclovia Robles Campos, su esposa, legó a una familia tejocotera: Salomé, Rosa Juana, María Buenaventura, Tomás Xicoténcatl, Juana Gavina (en honor a la esposa del Pípila), Martín Nezahualcóyotl e Ildefonso Cuauhtémoc. Los Ulloa Robles que de una u otra manera tomaron su bandera tras su deceso en 2008.
Don Tomás amaba e investigaba la historia de México. Estudiaba primaria cuando lo escondieron debido al riesgo de leva por la Guerra Cristera y comenzó a estudiar en escuela nocturna a los 37 años y terminó su instrucción primaria a los 40 años.
Tras su muerte, la representación continuó hasta ser nuevamente interrumpida en 2020 y 2021 por la pandemia de covid 19.
Hace unos años, un grupo de guanajuatenses añadió a la recreación independentista una obra de teatro donde explicaban el origen de la tradición. El papel de Maximiliano estuvo a cargo de Francisco Paco Caballero, recientemente fallecido.
Gira de Maximiliano por el departamento de Guanajuato
Maximiliano y Carlota desembarcaron en Veracruz el 28 de mayo de 1864. Apenas había formalizado su instalación en México en su carácter de emperador, Maximiliano planeó un recorrido por el país. Dejó a Carlota como regente del país en la ciudad de México para iniciar una gira que fue del 10 de agosto al 30 de octubre de 1864 por el interior de las tierras mexicanas, escoltado por dos pelotones de caballería.
El Imperio había decretado una nueva organización administrativa en la que se dividía en cincuenta departamentos —aunque en realidad sólo pudo ser aplicada en los espacios que controlaban—.
Tras estar seis días en el departamento de Querétaro, de donde salió el 23 de agosto a las cinco de la mañana y pasar a las nueve de la mañana por Apaseo el Grande, donde el Emperador visitó tanto las escuelas como la iglesia, almorzó en el lugar y continuó su ruta hacia Celaya.
El jueves 25 de agosto la comitiva salió a las 5:00 de la mañana de Celaya. A la 1:30 de la tarde llegó a Salamanca. Ese día el emperador se enfermó ligeramente de disentería, lo mismo que varias personas que formaban parte de su comitiva.
El sábado 27 de agosto de 1864, a las 6 de la mañana, el soberano salió de Salamanca en compañía de su comitiva. Llegaron a las 8:00 a la Villa de Irapuato.
El domingo 28 de agosto, el emperador asistió a misa en la parroquia y siguió su rutina de visitas, pero ese día enfermó gravemente —al igual que algunos de sus acompañantes—, con una grave inflamación en la garganta, por lo que debió permanecer en Irapuato hasta el 11 de septiembre. Ya recuperado, Maximiliano escuchó misa a las 7:30 de la mañana en donde estaba hospedado y reanudó su camino. El 13 de septiembre llegó a San Miguel Allende.
De ahí se fue a Dolores Hidalgo, a donde llegó a las dos de la tarde el jueves 15 de septiembre. A las 11:00 de la noche dio un histórico discurso desde la ventana de la casa donde vivió Miguel Hidalgo.
Al día siguiente, a las 9:00 de la mañana, Maximiliano asistió a misa en la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores donde se cantó un Te Deum. Salió rumbo a la ciudad de Guanajuato.
Estancia de Maximiliano en la ciudad de Guanajuato
Lucio Marmolejo dice en sus Efemérides que desde el 27 de agosto la ciudad de Guanajuato se preparó para recibir al emperador. El efemeridista señala que el emperador llegó a Mellado el 17 de septiembre de 1864 y fue alojado en el Convento de la Merced.
Maximiliano entró a la ciudad de Guanajuato el 18 de septiembre, en lo que representó un festejo absoluto, en donde ricos y pobres lo recibieron con júbilo.
Marmolejo es profuso en detalles sobre recorridos y encuentros del emperador con la gente de la ciudad de Guanajuato. Maximiliano se reunió el 19 de septiembre con mineros y beneficiadores (separadores del metal) y destacó la recepción que le dieron 150 mujeres de la ciudad.
El 20 de septiembre el emperador acudió a misa y convivió con niños y mujeres. El 21 de septiembre visitó el Colegio de la Purísima Concepción, origen de lo que hoy es la Universidad de Guanajuato.
El 22 de septiembre el emperador se dedica a dar audiencias y el 23 recorre las minas de la región: Rayas, Cata, Sechó, Valenciana y otras. Lo celebran mineros con una gran fiesta en Mellado.
El 25 de septiembre, Maximiliano almuerza en la Presa de la Olla y luego se reúne con la clase política de la ciudad.
El 26 de septiembre, muy temprano, Maximiliano sale de la ciudad de Guanajuato y, tras pasar por Silao, el día 29 de septiembre llega a León, en donde fue recibido con gran fiesta que le tenían preparada los partidarios del imperio.
Mito y tradición
No hay referencia documental que ilustre estancia alguna de Maximiliano por Santa Rosa de Lima. Pero eso no ha sido obstáculo para que el segundo domingo de octubre de cada año, en ese poblado de Santa Rosa, ubicado en la Sierra del mismo nombre, retumben los cañones y el estruendo de la pólvora mezcle sus olores con tacos de maíz negro con carnitas.
La representación es preludiada el sábado por la noche con la ceremonia de El Grito de Independencia, que da el presidente municipal en turno. El domingo por la mañana se lleva a cabo un desfile en el que marchan estudiantes y docentes de escuelas de Santa Rosa y otras comunidades, así como grupos de charrería y las y los participantes en la representación.
Luego, en esa localidad ubicada al norte de la ciudad de Guanajuato, en la carretera serrana a Dolores Hidalgo, viene la representación:
Hombres vestidos a manera de revolucionarios de 1910 combaten contra un grupo ataviado a la manera gorro de los zuavos franceses, que representan a los realistas españoles, quienes poco a poco ceden ante la turba de indios con collares y cananas de tejocotes.
Los vivas a México, que no existía como tal en 1810, los sombreros zapatistas que aparecieron un siglo más tarde, los tenis y audífonos y la cerveza en bote que aparecen en la fiesta son el anacronismo de la delicia y la comodidad.
Suenan pequeños cañones a los que se les pone pólvora y se les tapona con papel. También truenan cargas de pólvora en viejas escopetas y aquello se convierte en un zumbar de oídos antes de ver la simulación de combates previos a la entrada a “Guanajuato”, unas ganadas por los gachupines azuavados y otras por los insurgentes con ropajes de más de 100 años después.
En el Altar Cívico, ubicado junto al templo de la comunidad, rinden homenaje a los que se fueron, para continuar camino abajo, donde siguieron los guamazos, que se soportaban gracias a las caguamazas, bien frías, no sin previamente avituallarse con tortas y tacos de carnitas, gorditas con guisado, quesadilla con nopales, enchiladas mineras y demás tesoros culinarios.
Ya cuando atardece, se representa la toma de la Alhóndiga de Granaditas, con su Pípila valiente, pero piromaniático, queman pirotecnia y concluyen con el fusilamiento a los españoles, que en la historia fueron masacrados con odio jarocho.
“El Pípila” no siempre ha sido representado, pero sí su mujer, Juana Gavina. Son papeles que por lo general representan integrantes de la familia Ulloa. Se dice que Juana Gavina nació en la comunidad.
Bandas de guerra y música de viento, visitantes de múltiples lugares que aprovechan su rol cervantino de octubre por la ciudad de Guanajuato.
Es una fiesta convertida ya en atracción turística, donde el canto y los elíxires alegran los corazones.
Don Tomás Ulloa falleció el 15 de abril de 2008, a los 97 años de edad, en la Sierra de Santa Rosa de Lima. Su herencia está en sus hijos, que mantienen la identidad y orgullo de una comunidad enclavada en la sierra pisada por José Alfredo Jiménez, una lomita antes de mirar el caserío y las torres de Dolores Hidalgo, su pueblo adorado.