A Cuauhtémoc, cuyo nombre en lengua náhuatl significa “Sol que desciende” o “Águila que desciende”, se le recuerda como el último Huey Tlatoani (Rey-Sacerdote) azteca a quien tocó dirigir la defensa de su pueblo en plena conquista española. Hijo del Tlatoani Ahuízotl, octavo señor de México y de la princesa Tlillacapantzin, fue un hombre brioso.
Ella fue la primera hija de Moquíhuix (último señor de Tlatelolco antes de la Conquista) y descendiente del “Rey Poeta” Nezahualcóyotl. Como a muy corta edad quedó huérfano de padre, su educación corrió a cargo de Tlillacapantzin, quien también era hermana de Cuitláhuac y de Moctezuma Xocoyotzin; Cuauhtémoc nació en una familia acomodada.
Educado en el Calmécac para ser guerrero, en 1515 recibió en Tlatelolco el cargo de Tlacatécatl, título militar similar a general, para cuidar el tianguis de esa ciudad, el más importante de Mesoamérica. Se opuso a la llegada de los españoles y apoyó a Cuitláhuac cuando éste, nombrado Huey Tlatoani al morir Moctezuma Xocoyotzin, los combatió.
El joven Cuauhtémoc participó en la victoria mexica que obligó a Hernán Cortés y a sus tropas a huir de la capital del país rumbo a Tlacopan, momento histórico conocido como el “Día de la noche victoriosa”. Cuando la viruela acabó con su tío en noviembre de 1520, Cuauhtémoc fue elegido su sucesor y fue así como dirigió el Imperio Azteca.
La catástrofe que causó la viruela en parte de la población volvió imposible evitar el sitio a Tenochtitlan. Cuando Cuauhtémoc perdió la batalla naval para recuperar Xochimilco, fue imposible detener la avanzada hispana. Tenochtitlán fue asediada y sitiada durante 75 días, sin alimento ni bebida, con la enorme plaga de viruela y los muertos en ríos y calles.
La intención de los españoles era acabar por hambre y sed con la población. El 13 de agosto de 1521, Cuauhtémoc y los suyos se reunieron en Tlatelolco, donde el Consejo decidió optar por rendirse para evitar más sufrimiento y devastación. Ese día Cuauhtémoc fue aprehendido tras ser descubierto en una canoa por el capitán español García Holguín.
Llevado ante Hernán Cortés, le pidió que lo matara con su puñal, es decir, solicitó ser sacrificado para obtener una muerte digna. Cortés, ignorante del pensamiento indígena, se negó, y el Tlatoani fue encadenado y luego torturado para obtener de él la ubicación de supuestos tesoros. Sin decir palabra, sufrió el tormento como una prueba de su gran valor.
Cortés mantuvo al reo cerca de él. Finalmente, el 12 de octubre de 1524 salió con rumbo a Las Hibueras, hoy Honduras, para castigar al capitán Cristóbal de Olid, quien se había rebelado contra su autoridad. Llevó con él al prisionero y a otros Tlatoanis mexicas, pues temía que si los dejaba en México-Tenochtitlán podrían organizar un levantamiento.
Al llegar a la provincia de Acalán, Cortés encerró tres días a Cuauhtémoc para finalmente darle muerte el 28 de febrero de 1525, según unas fuentes, o el 25 según otras. ¿Cómo ejecutó Cortés a Cuauhtémoc? Eso es motivo de controversia entre diversos historiadores, antropólogos y estudiosos del tema. Además, nunca se supo dónde quedaron sus restos.
Actualmente, en todo el país son innumerables las calles, barrios, colonias, municipios, alcaldías y escuelas de todos los niveles educativos llamadas “Cuauhtémoc”. En torno a él existen libros, billetes y monedas, monumentos, esculturas, y marcas de productos de lo más variado, desde dulces y chocolates hasta cervezas, salsas y platillos mexicanos.
A propósito, hace unos días fue abierta la exposición temporal Cuauhtémoc. Historia y memoria, en el Museo del Templo Mayor (MTM) la cual ofrece piezas dan cuenta de su vida, su rol en la defensa de Tenochtitlan, tormento, muerte y legado en la historia de México, lo que le ha granjeado un lugar destacado en la memoria colectiva de este país.
Durante la inauguración, el director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, elevó la voz para subrayar con vehemencia la relevancia de ese personaje, “cuyo destino le obligó a enfrentar, acorde con la ética de un guerrero mexica-tlatelolca, hechos que le dieron un lugar en la memoria de las generaciones venideras”.
Acompañado por el investigador emérito Eduardo Matos Moctezuma y la responsable del MTM, Patricia Ledesma Bouchan, el antropólogo subrayó que son más de 30 piezas entre objetos arqueológicos, históricos, etnográficos y artísticos que recrean la trascendencia del Huey Tlatoani, de cara a los 500 años de su fallecimiento, el 28 de febrero de 2025.
Más adelante, Prieto calificó a Cuauhtémoc como un símbolo de resistencia, patente en las comunidades indígenas, que en este siglo XXI mantienen su lucha, “ahora apoyados por la reciente reforma al artículo 2° constitucional, por la defensa de sus lenguas, formas de gobierno, usos y tradiciones, creencias, modos de ser, y de habitar sus territorios”.
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma sintetizó, durante su participación en el acto inaugural, los contenidos de la exposición, la cual incorpora piezas nunca antes mostradas al público, como dos bajorrelieves con representaciones de águilas, localizados por el Proyecto Templo Mayor (PTM), en 2021. Luego habló sobre sobre lo que allí se expone.
Expuso que el recorrido inicia con el abordaje etimológico del nombre del jerarca. La metáfora “Águila que desciende” nació a partir de los restos óseos de un ave rapaz macho localizada en la Ofrenda 125 del Templo Mayor, y de la escultura de un guerrero águila. Al mismo tiempo, se conoce a Cuauhtémoc con el calificativo de “Sol que desciende”.
El segundo módulo, de ocho en total, se dedica a la genealogía del personaje, quien fue hijo del Tlatoani Ahuízotl y de Tiyacapatzin, a su vez descendiente directa de Moquíhuix, el último gobernante del Tlatelolco independiente. Si bien hay lagunas históricas sobre la infancia y los años formativos de Cuauhtémoc, esa etapa se toca en el tercer apartado.
Esa parte de la exposición se relaciona con lo que se conoce sobre la educación que recibían los nobles mexicas en el Calmécac. El par de módulos siguientes detalla lo ocurrido entre 1517 y 1521, cuando la llegada de Hernán Cortés a Tenochtitlan supuso una serie de alzamientos organizados por los vasallos de la llamada “Triple Alianza”.
Lo anterior derivó en el asedio y la caída de los mexicas, cuyo último acto de resistencia tuvo lugar en Tlatelolco, al que siguió la famosa tortura de Cuauhtémoc con el “fuego manso”, técnica hispana traída a América, durante la que se untaba aceite en los pies de la víctima, para luego exponerlos a las llamas y así causar el derretimiento de la piel.
El sexto módulo aborda la expedición que organizó Cortés en 1524 para conquistar el actual territorio de Honduras, y a la cual llevó a los gobernantes cautivos de Tenochtitlan y Tlacopan, por el temor de que, en su ausencia, pudieran organizar una rebelión en la naciente capital virreinal. “Esa aventura, por cierto, fue desastrosa”, dijo Eduardo Matos.
Eso, porque Cortés recibió informes de que Cuauhtémoc y su primo Tetlepanquetzal conjuraban en su contra, de manera que los interrogó y, tras un corto juicio sumario, ordenó que ambos fueran ahorcados en algún punto de los actuales estados de Tabasco o Campeche, de acuerdo con la explicación dada por el investigador emérito del INAH.
Avanzando en el recorrido, los últimos dos módulos evocan la influencia que la figura de Cuauhtémoc tuvo en la Época Virreinal, así como en los siglos XIX y XX cuando, por ejemplo, fue usado como un referente libertario por los ejércitos insurgentes que como él, también luchaban en contra de fuerzas españolas en busca de la paz y la libertad soñada.
Cuauhtémoc. Historia y memoria cuenta con un programa de conferencias que iniciará en enero de 2025. Se puede visitar en el MTM (Seminario 8, Centro Histórico de la CDMX) hasta el 27 de abril de 2025, con el boleto de ingreso a la Zona Arqueológica del Templo Mayor. Domingo entrada libre para público nacional y extranjeros residentes.