Aquella tarde, en medio de la inauguración de una exposición colectiva: Hacer(nos) hogar, entre obras gráficas e instalaciones, mis ojos se encontraron con un texto en la pared:
“Mi abuela se fue a su tierra porque está acostumbrada al abandono…”.
No pude dejar de leer hasta llegar al final. Entonces descubrí a la chica junto a la pared. Alguien le pidió que se tomara una foto junto a su poema: era la autora, Marjha Paulino.
“Soy una poeta y artista que trabaja con el texto, que busca encontrar en las palabras respuestas que tienen que ver con su propia existencia, con tratar de traducir de alguna forma el mundo que la toca y le conmueve. Una persona que se sorprende y se deja asombrar. Y que está buscando aprender más, para contar más también y para tener más experiencias que tengan que ver con la escritura”.
Marjha es una mujer habitada por palabras: las vive, las transforma, las crea, las reinventa y las eleva. Peldaño a peldaño ha logrado subir por ellas, entre ellas, a través de ellas… con ellas de la mano.

“Mi encuentro con las palabras y la poesía surgió en la escuela, gracias a un maestro de secundaria que era muy apasionado de la literatura, y en algún momento nos dejó un trabajo que tenía que ver con una antología de poesía. Ahí quedé prendada. También influyeron varios autores mexicanos del siglo pasado, y pues sí, sí era un poco tutifruti mi selección, pero así fue como me empecé a interesar más en la poesía y a buscar después autores contemporáneos”.
Y es que la poesía puede lograr que una misma cosa, un sentimiento, una emoción, se transforme, se vistan de distintas formas, adopten colores diferentes: a veces más luminosos, otras veces más apagados. Para Marjha su abuela es el personaje más citado en su obra, quien la inspira y la emociona.
“Mi abuela habla en futuro porque del pasado no quiere acordarse…“
“Decidí que la poesía sería el género al que deseaba dedicarme cuando quedé fascinada con cómo los poetas que leía se expresaban. Decían tantísimo con tan pocas palabras. En muchos de esos sentimientos me veía reflejada. Siento que la búsqueda de quererme sentir parte de eso, y de generar lo mismo, hizo que quisiera tomarme la poesía más en serio”.
Escribir no es un oficio fácil, pero sí apasionante para quien lo ama, al grado de volverse una necesidad primaria como beber agua o dormir. Entre todas las formas de escritura, la más compleja es la poesía: ese terreno en el que muy pocos son admitidos y que, a pesar de ser sublime, requiere lectores con una sensibilidad especial para dejarse alcanzar.
“Al inicio, como todos, escribía sólo para mí, y ya después me animé a sacar mis textos. Siento que ese fue el momento. Lo veo como un círculo: descubrir algo que te fascina, investigar sobre eso, leer sobre eso, luego tratar de imitarlo —porque claro que tuve mi temporada de imitar mucha de la escritura que consumía— y luego empezar a crear cosas nuevas”.
El encuentro con el estilo propio, el abrazo con la poeta que nos habita, lograr que la pluma se desplace libremente por el papel, dejando tras de sí su huella imperecedera: eso es alcanzar la cumbre tras el vendaval. Y así, lo que antes se veía de un lado del cristal, comienza a verse desde el otro.
“Una anécdota inspiradora que me ha sucedido tiene que ver con una amiga mía que es escritora y también maestra en una escuela secundaria. Alguna vez me envió imágenes donde se veía que había puesto a sus alumnos a leer algunos textos míos. Y eso me parece bastante inspirador, porque, como mencioné, mi acercamiento a la poesía fue en la secundaria. Ahora, espero que, en algún punto, a alguien que lea mis textos también le pueda generar la espinita de escribir y expresarse”.
Y el poema deja de escribirse para comenzar a vivirse; para expresar lo que otros no saben, no pueden o no quieren decir.
“…mi abuela tiene tanto dolor en el corazón
que cosió sus labios y no dice ningún ‘te quiero’.”
“Mi primer poema fue un texto que hablaba de escuchar cómo chocaban las hojas de los árboles sobre mí. Estaba en ese entonces en un parque muy famoso de aquí de León. Recuerdo que salía de la preparatoria, rumbo al lugar donde hacía mi servicio social. Sentada en ese parque, saqué una libreta. Esa fue la primera vez que tuve conciencia de crear un texto poético a partir de algo que sucedía en ese momento: lo que sentía, lo que escuchaba, lo que me rodeaba. Tratar de plasmarlo en palabras”.
El aliento de la poesía invadió a Marjha, y su vida cambió. Por eso hoy va y viene con su bolsa habitada por libros y recortes de palabras que pueden ser útiles en cualquier momento, para nombrar lo que necesita ser nombrado. Ahí también viajan lápices de colores, por si fuera necesario dibujar.
“El poema de mi abuela tiene que ver con mi abuela materna. Ella es originaria de Tuxtepec, Oaxaca, al igual que yo. Vivía con nosotros en León. Sin embargo, hace un par de años decidió volver a su ciudad natal sin darnos ninguna razón. En la familia nos desconcertó un poco, pero siempre decidimos respetar su decisión. Sin embargo, hubo mucho dolor alrededor de eso. Lo veo como un poema de amor a mi abuela. Siempre la honro e intento incluirla. En la mayoría de mis textos hay mucho de ella que yo sigo buscando. Y la amo mucho; es una persona a la que amo demasiado”.
“… ¿Qué sueño te persigue que vas a su llamado aún, abuela?…“
“Entre los retos que he encontrado en mi camino como poeta, uno fue la centralización de la poesía. Muchos de los poetas contemporáneos que empecé a leer eran —en un 80 %— de la Ciudad de México. Solo un 20 % de autores fuera de ahí eran tomados en cuenta para antologías u otros espacios. Creo que ese ha sido uno de los retos más grandes: lograr que mi poesía llegue a un nivel nacional. Afortunadamente, en el estado, encontré varios soportes para seguir escribiendo y haciéndome notar, al menos aquí”.

En Guanajuato, la poesía se ve, se siente, se palpa, se escucha. Pero ahora también es necesario hacerla visible. Que los versos fluyan, que se lean y se vivan.
“Invito a las personas a que se interesen o se aventuren en el mundo de la poesía. Hay poesía para todos los gustos, de diferentes estilos. Se están haciendo cosas muy interesantes en el estado y también a nivel nacional. Yo promuevo la literatura escrita por mujeres, principalmente. Sin embargo, hay muchos autores que escriben poesía bastante interesante. Invito a las personas a leer poesía, a compartir poemas, a escribir para sí mismos. Es algo bastante rico y que ayuda mucho, incluso para nuestra alma”.
“¿Cuál es el nombre del río que te dio tus ojos?“
El poema completo de Marjha Paulino está aún expuesto en la Casa Museo Olga Costa–José Chávez Morado, junto con el trabajo de 25 artistas visuales y una escritora más. Hacer(nos) hogar concluye el 8 de junio de 2025.