“Para mí, la vida es mejor aquí y la manera de vida para un pintor está mejor aquí”.
Bartender, pintor, pirata y bohemio; se asume como hombre pobre, sin dinero; de origen italiano y nacionalidad estadounidense, el destino los trajo a Guanajuato, donde deambula para plasmar en sus lienzos a calles y gente de una ciudad que lo ha encantado.
Tiene tres años de vivir en Guanajuato y empezó a pintar en las calles de Guanajuato. Le fascinaron sus calles y plazas y gusta convivir con otros pintores y con el mundillo de artistas que viven parcial o permanentemente en la ciudad.
Alto y delgado, cabello rizado y cano, igual que su barba. Zapatos cómodos y un sencillo traje distinguen a una figura quijotesca, pero sin yelmo, adarga ni peto. Tampoco un Rocinante.
Disfruta al plasmar en lienzo las expresiones urbanas, culturales y cotidianas del Cuévano ibargüengoitiano.
—¿Por qué Guanajuato?
—Llegué a la ciudad antes de la pandemia para aprender español durante 7 semanas. Estudiaba aquí cuando el coronavirus llegó a Nueva York y decidí quedarme en Guanajuato un rato porque la pandemia estaba allá muy fuerte.
Sin embargo, sucedió algo que le cambió la vida:
—Después un mes, decidí quedarme otro más y terminé enamorado de Guanajuato. Para mí, la vida es mejor aquí: el clima, la gente es más amable y la manera de vida para un pintor está mejor aquí.
—Aparte de pintar, ¿qué más haces y has hecho en tu vida?
—Soy bartender. A veces hago cocteles para mis amigos en sus fiestas; a veces trabajo en bares. Soy un extranjero y soy pirata de hecho.
Por un momento no se prestó atención a esta última frase y siguió la charla:
—Me han platicado que has estado en muchos lugares y has vivido muchas cosas especiales.
—No puedo viajar fuera de Guanajuato, porque no tengo dinero, porque soy artista pobre.
Explica que se le venció su visa:
—Mi visa se fue (sic), pero no tengo oportunidad para regresar a los Estados Unidos. Vivo aquí porque lo necesito.
Y añade:
—Encontré oportunidades para quedarme. Hice pintura para un concurso para el Museo de Don Quijote y gané.
Y entonces explica por qué es un pirata:
—Si los oficiales (de migración) quieren hablar conmigo, les diré que tengo una exposición de pintura aquí; luego encontré una oportunidad para estudiar francés y español.
Ron o Ronnie, como se le conoce en el mundillo cultural guanajuatense, ha expuesto su obra en espacios locales: la Universidad de Guanajuato, el Museo Iconográfico del Quijote, la Casa Museo Gene Byron y galerías particulares.
Ron aparece en presentaciones artísticas diversas, charla en español o inglés, cuenta sus aventuras, sus viajes, sus glorias y penas.
—¿Dónde estuviste antes de Guanajuato?
—No en muchos lugares, porque he estado pobre toda mi vida y sólo viajo como artista. Fui a Europa, a Italia, porque soy italiano. Fui a Roma para ver el arte en los museos y una vez yo vine a México en 2015 y me he enamorado de México y su cultura.
Y prosigue:
—Conocí Tulum, San Cristóbal de las Casas, Palenque, la jungla, las playas del Pacífico y estuve dos días en San Miguel (de Allende), pero no había estado en Guanajuato hasta el 2020 y vine sólo para aprender español. No sabía nada de Guanajuato. Busqué en internet y vi que Guanajuato es hermoso, es como si alguien pone pinturas en los cerros.
Ron se considera guanajuatense adoptado:
—Los guanajuatenses son amables, me siento muy bien, muy a gusto, como en casa.
El pirata sin pata de palo ni garfio, sin perico en el hombro ni sombrero tricornio ni chaquetín: es el bohemio que bebe su copa y ofrece sus cuadros donde retrata un camión repartidor de cerveza, un pintor que pinta, plazas empedradas y callejones sinuosos; que pinta a un fumador o a un puesto de tacos (Taco Perrón); cual Andy Warhol de por acá, pinta una botella de salsa; una chica sonriente o un coche o gente en la calle, con los colores que le regala la ciudad vieja y con la mirada y el asombro que dan la novedad.
—¿Qué tienes previsto para el futuro?
—Hoy no sé, tal vez mañana.