jueves, noviembre 21, 2024
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RON RIBANT: AVENTURERO PINTOR PIRATA ENAMORADO DE GUANAJUATO

“Para mí, la vida es mejor aquí y la manera de vida para un pintor está mejor aquí”.

Bartender, pintor, pirata y bohemio; se asume como hombre pobre, sin dinero; de origen italiano y nacionalidad estadounidense, el destino los trajo a Guanajuato, donde deambula para plasmar en sus lienzos a calles y gente de una ciudad que lo ha encantado.

Tiene tres años de vivir en Guanajuato y empezó a pintar en las calles de Guanajuato.  Le fascinaron sus calles y plazas y gusta convivir con otros pintores y con el mundillo de artistas que viven parcial o permanentemente en la ciudad.

Alto y delgado, cabello rizado y cano, igual que su barba. Zapatos cómodos y un sencillo traje distinguen a una figura quijotesca, pero sin yelmo, adarga ni peto. Tampoco un Rocinante.

Disfruta al plasmar en lienzo las expresiones urbanas, culturales y cotidianas del Cuévano ibargüengoitiano.

El artista Ron Ribant, en una de sus exposiciones, y una obra de su autoría.

—¿Por qué Guanajuato?

—Llegué a la ciudad antes de la pandemia para aprender español durante 7 semanas. Estudiaba aquí cuando el coronavirus llegó a Nueva York y decidí quedarme en Guanajuato un rato porque la pandemia estaba allá muy fuerte.

Sin embargo, sucedió algo que le cambió la vida:

—Después un mes, decidí quedarme otro más y terminé enamorado de Guanajuato. Para mí, la vida es mejor aquí: el clima, la gente es más amable y la manera de vida para un pintor está mejor aquí.

—Aparte de pintar, ¿qué más haces y has hecho en tu vida?

—Soy bartender. A veces hago cocteles para mis amigos en sus fiestas; a veces trabajo en bares. Soy un extranjero y soy pirata de hecho.

Por un momento no se prestó atención a esta última frase y siguió la charla:

—Me han platicado que has estado en muchos lugares y has vivido muchas cosas especiales.

—No puedo viajar fuera de Guanajuato, porque no tengo dinero, porque soy artista pobre.

Explica que se le venció su visa:

—Mi visa se fue (sic), pero no tengo oportunidad para regresar a los Estados Unidos. Vivo aquí porque lo necesito.

Y añade:

—Encontré oportunidades para quedarme. Hice pintura para un concurso para el Museo de Don Quijote y gané.

Y entonces explica por qué es un pirata:

—Si los oficiales (de migración) quieren hablar conmigo, les diré que tengo una exposición de pintura aquí; luego encontré una oportunidad para estudiar francés y español.

Ron o Ronnie, como se le conoce en el mundillo cultural guanajuatense, ha expuesto su obra en espacios locales: la Universidad de Guanajuato, el Museo Iconográfico del Quijote, la Casa Museo Gene Byron y galerías particulares.

Ron aparece en presentaciones artísticas diversas, charla en español o inglés, cuenta sus aventuras, sus viajes, sus glorias y penas.

Pinturas de Ron Ribant, en las que plasma su experiencia en la ciudad de Guanajuato.

—¿Dónde estuviste antes de Guanajuato?

—No en muchos lugares, porque he estado pobre toda mi vida y sólo viajo como artista. Fui a Europa, a Italia, porque soy italiano. Fui a Roma para ver el arte en los museos y una vez yo vine a México en 2015 y me he enamorado de México y su cultura.

Y prosigue:

—Conocí Tulum, San Cristóbal de las Casas, Palenque, la jungla, las playas del Pacífico y estuve dos días en San Miguel (de Allende), pero no había estado en Guanajuato hasta el 2020 y vine sólo para aprender español. No sabía nada de Guanajuato. Busqué en internet y vi que Guanajuato es hermoso, es como si alguien pone pinturas en los cerros.

Ron se considera guanajuatense adoptado:

—Los guanajuatenses son amables, me siento muy bien, muy a gusto, como en casa.

El pirata sin pata de palo ni garfio, sin perico en el hombro ni sombrero tricornio ni chaquetín: es el bohemio que bebe su copa y ofrece sus cuadros donde retrata un camión repartidor de cerveza, un pintor que pinta, plazas empedradas y callejones sinuosos; que pinta a un fumador o a un puesto de tacos (Taco Perrón); cual Andy Warhol de por acá, pinta una botella de salsa; una chica sonriente o un coche o gente en la calle, con los colores que le regala la ciudad vieja y con la mirada y el asombro que dan la novedad.

—¿Qué tienes previsto para el futuro?

—Hoy no sé, tal vez mañana.

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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