Proceden de los Estados Unidos, pero dejan
impactante huella en muros guanajuatenses.
Trabajan con aerosoles y al aire libre, no con pinceles, caballetes ni en estudios ad hoc, pero lo que surge de sus manos en constante movimiento, y de su inspiración, es un expresivo, colorido y hermoso mensaje, plasmado en los muros de escuelas de nivel básico del estado de Guanajuato.
Ben Stark vive y trabaja en Milwaukee, la capital estadounidense de la cerveza. Hace más de 20 años entró en contacto con el sistema educativo estatal, como docente, gracias a un programa de intercambio académico. Desde entonces, se enamoró de esta ciudad cervantina, a la que vuelve continuamente.
Ben no se conforma con hacer visitas a la carrera, ni tampoco emprende anecdóticas giras turísticas, sino que se relaja haciendo lo que le gusta: pintar. Guiado por su amigo cuevanense Mario Montero Pineda, centra su actividad en planteles públicos. Sea en la sierra o en la ciudad, dedica días completos a plasmar con sus sprays y su talento flores, rostros, aves, paisajes, en los que muestra no solo una idea, sino el compromiso de mejorar el entorno de los espacios educativos.
Suele hacer una dupla formidable con su camarada Natalio Chacho López, también residente milwaukiano. Ambos se empeñan, con un fervor casi religioso, en su labor iconográfica. El producto de esa tarea, emprendida desde años atrás, puede observarse en lugares como la Escuela Secundaria Presidente Benito Juárez, de la capital; la telesecundaria de La Baraña, en Irapuato, y las primarias de las comunidades El Tablón, El Maluco o de la colonia El Campanario, por mencionar solo algunas.
Tan solo en esta temporada, ambos estuvieron primeramente en los poblados El Coyote y San José de Llanos, sitios donde estamparon sendos lienzos sobre paredes previamente elegidas. Concentrados en su actividad creativa, soportaron estoicamente el intenso sol para hacer surgir el rostro de niños, plantas y otros motivos, hasta concluir obras impactantes, notables.
Serios y gentiles, no son afectos a la publicidad, pese a que emplean largas horas en terminar sus trabajos, por los cuales no cobran ni un centavo, convencidos como están de que hacen un aporte necesario a la formación de niños y niñas. Por ello, el último mural que elaboraron, el día previo a su regreso al país vecino, a inicios del presente mes, está a la vista de todos a la entrada del Centro de Convivencia Infantil El Encino, en el Pueblito de Rocha.
Aunque aprendieron la técnica dentro del ambiente grafitero, aclaran que las creaciones que realizan aquí son murales, no grafitis. Asombra la habilidad con que manejan los botes de spray para marcar delgadas líneas, sombras, gotas de agua. Muchos de los caminantes se detienen a observar el proceso; hay incluso quién pregunta si podrían hacer algo similar en su hogar. La respuesta es un amable “no”, primero porque consideran que su arte debe tener un impacto social, no un fin lucrativo, y segundo porque el costo de una obra semejante resulta muy alto aun si solo se contemplan los materiales necesarios.
Ni siquiera el fortísimo calor que se sintió en esos días logró que redujeran su ritmo de trabajo ni afectó al meticuloso proceso: hasta el último detalle fue resuelto por Ben y Chacho con un profesionalismo encomiable, que los convierte en personajes dignos de admiración. Aunque han partido de vuelta a su país, dejaron, como en cada viaje a nuestra tierra, un fragmento de su alma artística, fragmento que, afortunadamente, todos podemos apreciar.