Inicio Disruptivos y Frikis CUANDO EL DESTINO SE TE REVELA Y LE DAS UNA OPORTUNIDAD: FATO

CUANDO EL DESTINO SE TE REVELA Y LE DAS UNA OPORTUNIDAD: FATO

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Siempre he dicho que supe leerme desde muy chico, supe escanearme.

Y desde entones yo sabía que ya estaba diseñado para la Música. Siempre lo supe.

Te has preguntado ¿qué es lo que nos mueve en el mundo? ¿Si efectivamente los astros se alinean o andan cada cuál por su lado y eso afecta los nacimientos, la vida y el destino de los hombres? ¿Si ya traemos nuestra historia escrita en el cordón umbilical, en la palma de la mano, en el fondo de la tasa de un café?

Lo que te puedo asegurar es que eso seguirá siendo un misterio. Una interrogante tan grande, como por qué no puedo tocar un instrumento que conservo en su caja como llegó, no puedo hablar otro idioma o escribir un libro o una bella canción, ¿qué me falta? Comenzar a hacerlo, ser valiente y disruptivo, saber quién eres, leerte, escanearte, y activar los botones que tú sabes para lograrlo.

Al menos así comenzó la historia extraordinaria de un hombre que seguramente conoces, has oído hablar de él, o lo has escuchado en voz de otros, porque es autor de: El Monstruo, Terrenal o Por Mujeres como tú, hay hombres como yo… y así.

“Cuando yo cantaba yo sentía algo en mi ser, me transformaba”, recuerda Fato de su infancia (Fotografía tomada del perfil de Facebook del cantautor).

¿De pequeño alguna vez pensaste en lo que eres ahora?

Siempre he dicho que supe leerme desde muy chico, supe escanearme.

¿A los cuántos años?

A los 7 años. Seguramente recuerdas y que es algo que en la educación se ha perdido hasta ahora, existía lo que llamábamos el viernes social, en primaria que el niño pasaba a recitar a cantar o a mal cantar; y para mí, esos viernes sociales eran fabulosos. Tú te preguntarás en 1967 qué cantaba Enrique Guzmán Yáñez, alias Fato. Bueno lo que me llegaba, por ser más cercano era la influencia musical de Tampico, a través de la radio a mi pueblo en Veracruz, donde ponían música de Antonio Aguilar, de Vicente Fernández, cuando andaba entrando al mercado musical, Javier Solís y de los grupos como Los Ángeles Negros, entonces qué cantaba, pues lo que oía de Vicente de don Antonio Aguilar, lo que oía de ellos en la radio.

Y desde entonces yo sabía que ya estaba diseñado para la Música. Siempre lo supe.

Y ¿cómo sentías eso, cómo era esa señal de que ya estabas diseñado para la música?

Porque cuando estaba en el escenario. Uno, yo sabía que cantaba bien, no es como ahora que crees que los chavos creen que cantan bien y no es así. Yo decía: yo canto bien, además la gente me lo decía, cantas muy bien, cantas muy bonito niño.

Bueno, cuando yo cantaba yo sentía algo en mi ser, me transformaba. Porque no era un niño muy abierto más bien introvertido o raro.

Pero cuando estaba en esos viernes sociales, pues me convertía en un águila. Y me decía esto me gusta mucho, me gusta mucho.

¿Cuál fue el siguiente golpe del destino que recuerdes bien a los 10, a los 11, a los 12?

A los 11. Porque mi padre decide llevarnos de Platón Sánchez, Veracruz, a Reinosa Tamaulipas a la colonia Aldama.

Yo llego de 10 años entrados a 11 y llego a la tiendita Mi Alegría de mi papá. Mi papá era un ganadero que vendió sus 3 ranchos, pensando en el futuro de sus hijos, ahí entra la palabra “sacrificio”, sacrificó su pasión por pensar en el futuro de sus hijos.

¿Cuántos hermanos tienes?

Somos 8 y seguimos siendo, porque creo que la vida no es esta, mi hermano trascendido Juvencio; cuatro mujeres, cuatro hombres; soy el penúltimo de los hombres.  Mi hermana Santa es la última de toda la familia —que también es canta autora—.

Fato es autor de canciones por demás conocidas como El Monstruo, Terrenal o Por Mujeres como tú (Fotografías tomadas del perfil de Facebook del cantautor).

Cuando llego al barrio de la Aldama, fíjate que se escuchaba Camilo Sesto, José José, Napoleón, esa música y te confieso algo: no me decía nada esa música, me gustaba sí, pero no me llenaba. Entonces a los 11 años, mi hermano que en paz descanse, me llevó a cantar a los escenarios de Brownsville, Texas, me vistió de vaquero, cantando yo canciones de Vicente Fernández; con un traje norteño y me pusieron a mí “El Gallito Guzmán”.

Entonces ahí en Brownsville, Texas, conozco a Tina Compean, que aún vive y es gente de radio; esa mujer me dice a ver querido Quique, me llegó esto y te lo voy a regalar, no sé qué sea.

Era un acetato, un disco de vinil, y ahí me encuentro con un tipo lentes  —era 1971— yo tenía 11 años, ¿sabes quién era? Lucho Dalla, La Séptima Luna, cuando escucho a Lucho Dalla en la consoleta, dije ¡Wow, yo soy esto! ¡Esto me gusta! y ahí empieza la influencia italiana en Fato, en Enrique Guzmán Yáñez. 

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