lunes, mayo 20, 2024
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O.KROMA

En un mundo donde la individualidad a menudo prevalece, estos chicos han elegido caminar juntos, para promover una sociedad diferente.

Donde la arquitectura y la sostenibilidad convergen con la comunidad y la creatividad, surge “o.kroma”, un colectivo de arquitectas que han unido sus fuerzas para dar vida a un proyecto único. Mediante la reutilización de materiales y la colaboración activa con la comunidad, proponen definir la relación entre la arquitectura, el entorno y las personas.

La idea surgió en Alicante,  mientras cursaba el máster habilitante, un requisito en España para ejercer la profesión de arquitecto. Según “Wiwi”,  participante del colectivo,  los unió la pasión compartida por hacer algo más allá de las estructuras físicas y crear un impacto positivo en las comunidades locales a través de la creatividad.

Una de sus iniciativas más sobresalientes—por la cual los conocí—, es su cocina itinerante “La Recolectora” que llevaron a Girona. Mane, una de las integrantes, me comentó: “La cocina es un espacio de encuentro donde las personas pueden conectarse con los alimentos, la comunidad y el entorno, todo mientras reducimos el desperdicio alimentario”.

Le pregunté con curiosidad: ¿Cómo surgió este proyecto? “Empezó como: Vale, ¿qué se puede hacer en una ciudad que se pueda compartir? Y venían muchas ideas, sobre todo de la vida cotidiana… pues dijimos ¡la comida! Entonces creamos un carro con todos los materiales residuales que encontrábamos por la ciudad, íbamos recopilando todo, hasta hicimos un catálogo de todas las cosas útiles que se pueden reutilizar y con eso empezamos a crear la cocina. Estuvimos unos meses ahí probando y al final logramos hacerla móvil para poder sacarla a espacios públicos y así conectar con la gente en las calles”, relató Wiwi.

La idea de esta cocina es fomentar la economía circular, “no depender de lo que se vende, de comprar, de cómo seguir alimentando como esas dinámicas de las ciudades, sino tomar la calle, aprovechar lo que la ciudad genera como a modo de residuo”, comenta Mane.

La cocina itinerante y la mesa puesta con las frutas y verduras rescatadas (Fotografías de Anna Jornet)

La Recolectora “ha llevado la cocina itinerante a través de talleres interactivos. En Girona realizaron una intervención en las calles invitando a los niños a participar en los talleres, “trabajamos con niños y niñas para mostrarles que incluso los materiales aparentemente insignificantes pueden transformarse en algo útil”, dijo Mane.

El colectivo se encarga de visitarmercados para rescatar alimentos descartados por su apariencia o fecha de caducidad, sin embargo, esto no es posible hacerlo en la mayoría de los supermercados porque Sanidad prohíbe la donación de alimentos en estos sitios.

Una vez que recolectaron todos los alimentos, los transforman en diversos platillos, por ejemplo, yo probé un pincho con calabacín muy sabroso—cabe destacar que todos los platillos que realizan en la cocina itinerante son vegetarianos—. El proyecto se sustenta económicamente al utilizar alimentos y materiales reciclados, evitando gastos innecesarios, pero siguen en busca de convocatorias que les permitan seguir moviendo la cocina.

Impulsadopor la colaboración con “La Volta”, una red de personas que trabajan la cultura de forma multidisciplinaria para fortalecer la comunidad, fue que llegaron a Girona. La actividad se enfocó en la activación de plazas, especialmente en verano, “porque en esta época hay muchos niños, que ya no tienen escuelas, están todos en la plaza y hay mucha segregación de género en las plazas. Como que el fútbol ocupa la mayor parte del espacio y ya está, luego el parque es más infantil, pero como que no hay mezcla”, dijo Wiwi.

El primer día se involucraron con niños y niñas, presentando conceptos de recolección y aprovechamiento de alimentos. Crearon un mantel con dibujos de alimentos y discutieron su importancia. En los días siguientes, utilizaron materiales reciclados y yeso, para construir un gigantesco plato en el que comerían los alimentos cocinados.

Para finalizar, el tercer día, cuando cocinaron los alimentos rescatados, intentaron crear un ambiente festivo y resultó exitoso. Me comentaban que con el paso de los días, más niños se unieron, incluyendo aquellos del grupo de fútbol. A pesar de algunas reacciones de los niños sobre ciertas verduras que no les gustaban, al final la mayoría la probaron y disfrutaron de las comidas.

Primer día de trabajo y usando materiales reciclados para construir un gran plato. (Fotografías de Anna Jornet)

Este proyecto no solo impacta a los niños, sino también a sus familias, quienes se sintieron atraídas por conocer lo que estaban haciendo y deseaban unirse a ellos para compartir la comida. Tuve la oportunidad de conversar con Ritaj, una niña que participó en el taller y disfrutaba mucho de la comida.

Le pregunté: “¿Cuál fue tu platillo favorito?”.

Con la boca llena de bolitas de cus-cus, respondió: “Cus-cus”.

Según Mane, “Aunque hemos encontrado apoyo con algunos colectivos como ‘La Volta’,  todavía buscamos que nuestra visión pueda marcar la diferencia en más lugares”.

Los niños disfrutan un jugo preparado por ellos mismos y Salwa disfrutando la comida (Fotografías de Anna Jornet y Ana Solórzano)

Las conciencias de estos chicos están despiertas, y la generación joven se une en una determinación compartida: cambiar la forma en que las cosas se han hecho hasta ahora. Algo importante que mencionan está en el cuidado, la escucha y la inclusión de todas las voces que forman parte del colectivo.

Me comentaron que se llevan a cabo reuniones periódicas donde se abordan las cuestiones personales, los desafíos y las limitaciones que cada quien percibe. “Reuniones de cuidado” las llaman ellos. De alguna forma también son una red de apoyo entre los miembros.

Actualmente están en el proceso de convertirse en una asociación sin fines de lucro, un paso que les abrirá puertas a oportunidades y convocatorias que antes estaban fuera de su alcance por cuestiones legales. Pero su enfoque sigue siendo el mismo: el cuidado, la colaboración y la creación.

El proyecto se encuentra en las redes sociales como @o.kroma, aunque admiten que no todos son amantes de las redes sociales, reconocen su poder para unir a las personas y su objetivo es seguir construyendo por este medio.

Ana Solórzano
Ana Solórzano
(Guanajuato, Gto. 1993) Bióloga egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, Campus Xochimilco. Promotora del cuidado del agua y la conservación de la naturaleza, a través de los medios de comunicación y proyectos comunitarios. Su principal motivación profesional es desarrollar estrategias sustentables para la conservación del agua.
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