viernes, septiembre 20, 2024
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MARIO HERNÁNDEZ: EL ARTE DE INCITAR AL BESO

Guía de turistas que cuenta el drama de don Carlos y doña Ana en el callejón más romántico de Guanajuato.

Si sus mercedes van de romántico paseo a la ciudad de Guanajuato, dígale a su esposo(a), novio(a), amasio(a) o lo que sea, que se podrán dar el ósculo de rigor en el tercer escalón del Callejón del Beso.

Un guía de turistas le podría sacar foto con el teléfono celular o un fotógrafo de peseta le puede imprimir una gráfica en convencional tamaño para que en un futuro la corte a la mitad y no aparezca la otra parte.

Entre los guías destaca uno, veterano, divertido, narrador de la vieja leyenda que incita a visitantes para que conozcan la tradición y, de paso, refrenden su amor.

Aunque no lo parece, varias con las facetas del guía de turistas, en este caso Mario Hernández, a la hora de relatar la leyenda. (Fotografías de Federico Velio).

Es día entre semana, tempranito. Llegan turistas de Tamaulipas y la ciudad de México. Él y ella, como buena gente del norte, franqueza y estatura, escuchan la leyenda del trágico fin de doña Ana, hija de un rico hacendado, y don Carlos, un humilde minero.

Se acerca la otra pareja, son él y él, ambos de barba, tomados de la mano, procedentes de la capital.

Mario Hernández, de 42 años de edad, vecino de la zona, cuenta la leyenda del trágico fin desde que tenía 12 años.

Narra también que, por el momento, no hay beso de balcón a balcón debido al pleito entre la dueña de la casa del lado izquierdo (el balcón de Ana) y los fotógrafos “peseteros” que laboran en el área.

El pleito por el espacio pasa a segundo término. Lo importante es conocer, aunque sea desde afuerita, las dos casas que se ubican al sur de la Plaza de los Ángeles, en subida hacia el Cerro del Gallo. Ahí confluye un callejón con apenas 65 centímetros entre dos casas: una marcada con el número 8 y otra con el 9.

El relato es recitado con una fluidez propia de lo memorizado repetido a cada rato:

“Ésta es la historia de amor entre doña Ana [aunque el relator de la semana pasada dijo que era doña Carmen], una señorita de familia acaudalada. Era una joven muy hermosa, a quien le gustaba asomarse al balcón por las noches para poder observar la luna y las estrellas. En la casa vecina, a sólo 65 centímetros de distancia entre balcón y balcón, estaba una pequeña habitación que ocupaba Carlos [en la otra historia se llama Luis], un joven humilde y sencillo que trabajaba en la mina La Valenciana, y quien estaba enamorado de Ana. Él también disfrutaba de la noche aunada a la belleza de la joven española. Ella lo miró, él la miró, ambos se miraron y se enamoraron”.

Y así sigue, hasta la tragedia de don Emiliano, el padre celoso y clasista que prefiere ver a su hija muerta antes que sea esposa de un “naco”:

“Don Emiliano vio que su hija de nueva cuenta se estaba besando con el minero. Entró a la habitación empuñando una daga afilada y mató a su hija. Carlos, asustado y sin poder hacer nada, salió corriendo de la casa de enfrente para no volver jamás”.

Otro guía dice que Carmen fue despedida con el último beso de amor de su amado.

La Leyenda del Callejón del Beso es parte de uno de los momentos de mayor atracción (y rentabilidad) turística en la ciudad de Guanajuato. El beso en el tercer escalón es parte del romanticismo guanajuatense

La tradición dice que sólo se besaban; tampoco aclara si el beso era sólo de piquito. Le falta realismo, pues. Y si la leyenda tiene sus imprecisiones, el lugar tiene las propias:

Por el momento, los guías de turistas ganan unos pesos por sacar fotos por las mañanas y los fotógrafos hacen lo propio y las imprimen, sobre todo por la tarde. La foto más cotizada, de balcón a balcón, por el momento espera tiempos mejores.

Siguen los días de turismo y el ambiente es plural en el callejón del Beso, en donde el ósculo de amor es dado de esposo a esposa y de espose a espose. Mario atiende lo mismo a parejas tradicionales que a parejas de la diversidad sexual.

Parejas de vario signo acude al Callejón del Beso a cumplir con la visita al prestigiado destino. (Fotografías de Federico Velio).

Sin importar género, amor es amor y Mario concluye su relato con el listado de los besos.

1. Del turista (agarrándose las petacas)

2. Del estropajo (uno arriba y otro abajo)

3. Del monaguillo (hasta tocar la campanilla)

4. Del tiburón (comiéndose los pescaditos)

5. Del Pípila (cargando a la suegra)

6. Del torero (con oreja y rabo)

7. De microondas (cuando te dejan caliente)

8. Del tamal (con todo y carne adentro)

9. Del columpio (con la babita colgando)

10. Del psiquiatra (con cualquier loca)

11. De la caja fuerte (dos a la izquierda, dos a la derecha)

12. Del árabe (saliva va, saliva viene y con la lengua te entretienes)

13. Del pajarito (de piquito en piquito)

14. Del músico (de trompa en trompa)

15. Del mexicano (hasta amanecer y con todo y gallo)

16. De la paleta (chupar y chupar hasta llegar al palito)

17. De la vaca (con cualquier buey)

18. De la jaula (con todo y pajarito adentro)

19. Del religioso (besa a tu pareja y pídele a Dios que no se entere tu vieja)

20. Del borracho (chupar y chupar, tomar y tomar)

Federico Velio Ortega
Federico Velio Ortega
Periodista, maestro en Investigador Histórica, amante de la lectura, la escritura y el café. Literato por circunstancia y barista por pasión (y también al revés)
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