Guanajuato es una ciudad que sorprende y esconde lugares mágicos entre sus calles y callejones. Como el taller de Celín Arias, un lugar en el que se une el talento de dos corazones creadores: el de ella y el de su padre.
En él, aparte de ellos, solo sus cuatro perros y su creatividad tienen permiso de entrar. Un caos ordenado predomina en ese espacio en el que los vidrios ceden a las lenguas de fuego que los transformarán pacientemente hasta transformarlos en joyería. El vidrio entonces deja de ser impersonal y se vuelve un objeto que pronto encontrará un vínculo con alguien más, que contará sus propias historias y que fluirá como el agua a la que tanto se parece.
Cilindro Vitrofusión guarda una historia de amor y complicidad filial, que destila su esencia desde su nombre mismo, así nos lo cuenta Celín Arias, la maga del vidrio que hace posible que este emprendimiento exista y tenga vida: “Soy de la ciudad de Guanajuato, mi negocio se llama Cilindro Vitrofusión. El nombre de mi emprendimiento evoca un apodo que mi papá me puso cuando era niña. A él le debo el trabajo en el vidrio fundido a alta temperatura, es algo que comenzó por imposición y equivocación”.
Y es que, como nos sucede a todos, Celín tuvo una época de rebeldía en la que, en un afán por encontrarse a sí misma, terminó abrazando la sabia y cariñosa guía de su padre, y topándose de frente con lo que sería su pasión: “Soy egresada de la licenciatura de Artes Plásticas, aquí en la ciudad de Guanajuato. Durante mi carrera, decidí alejarme de las artes durante dos años para hacer cosas completamente distintas. Un día, llega mi papá y me dice que necesito hacer algo y que por eso me inscribió a clases de vidrio en la Alianza Francesa. Era de dos días. Ya lo había pagado y lo único que debía hacer era llegar. Fui sin intención de tomarlo. Pensaba huir de él y no hacer nada, pero mi sorpresa al entrar fue descubrir que era la única persona en el curso, así que me dio mucha pena irme y me quedé”.
Fue así como entró en contacto con ese material que tintinea, que es resistente pero no tanto como para no romperse, que es capaz de capturar y conservar todos los matices del arcoíris con un brillo especial: “Mi maestro fue Carlos Mendieta, que es un máster de los vidrios en la Ciudad de México, con él aprendí a hacer cosas de vitro fusión. Fue toda una locura ese curso, pero trabajar con el vidrio me dejó muy flechada. Me encantó la técnica, siempre me ha gustado la creación y el proceso. Mi papá me regaló el horno y muchos vidrios para que pudiera continuar creando”.
Celín aprendió a fluir con el vidrio, a valorar su fuerza, a tomar decisiones firmes e inmediatas para transformarlo una vez que se ha fundido. Supo lo que era mirar al fuego de cerca y subsistir con el anaranjado de su sino: “En ese tiempo existía el Callejón del Diseño, que era un bazar de diseño alternativo en Guanajuato y que organizaba una prima, así que metí mi solicitud para ver qué tal me iba. Me puse a experimentar y me presenté en el callejón con solo tres cosas. Fue la primera venta que tuve. Me di cuenta de que me gustaba esto. Sucedió en agosto de hace 10 años aproximadamente, y hasta ahora ha sido todo un camino el que he recorrido con los vidrios”.
En este continuo caminar, tomó la decisión de capturar la esencia de su padre y fundirla en un nombre que distinguiría en adelante aquellas joyas nacidas de sus manos y su espíritu creador: “Llegó entonces el momento de ponerle un nombre a mi negocio, no quería que llevara la carga del mío, así que decido ponerle Cilindro, que era como mi papá me llamaba de niña. Mi padre siempre me pone muchos apodos de cariño y pensé que era muy agradable bautizar mi emprendimiento así”.
A los vidrios les siguió la plata, pero ¿Dónde conseguir clases de joyería en plata? “Hay una cosa que puso mi hermana el otro día, decía que si tú ibas en busca de algo específico, no lo ibas a encontrar, pero si dejabas que fluyera un poquito la vida, iba a llegar a ti. Y así sucedió con esto también. Llegué a las clases de plata por la razón más chistosa. Después de buscar durante un año quién me diera clases sin éxito, recibí un mensaje de gobierno del estado en el que me decían que para seguir siendo apoyada por ellos debía tomar cursos de actualización, y entre su oferta de talleres estaba el de plata”.
Fue así, como Celín Arias encontró su camino, uno que no es recto, ni plano, ni está cubierto de flores hermosas y árboles que brindan sombra al andar: “Es arduo ser emprendedor, yo siempre les he dicho a quienes quieren tener un negocio que si desean saber cuánto vale su tiempo tengan un trabajo formal primero, aunque sea un trabajito medio mal pagado o en el que tengan un jefe que sea un poquito difícil, para poder entender los grandes sacrificios que hay detrás de un negocio propio”.
“Hay muchas temporadas en las que te cuestionas si no deberías hacer otras cosas, si no sería mejor buscar un empleo. Pero Cilindro siempre ha sido el objetivo en la mira porque el camino nunca es recto, es como los callejones de Guanajuato que suben y bajan. Aun así, siempre el crear lo que sea con tus manos, lo que sea que tú hagas, es emocionante y reconfortante, especialmente cuando la gente te dice que está muy padre lo que has creado. He aprendido que toda temporada mala conlleva una temporada buena. Sé que, aunque esté a punto de tirar la toalla, siempre voy a tener una respuesta positiva hacia mi persona y hacia mi bolsillo, porque el dinero es muy importante para poder seguir adelante”.
Para Celín como para muchos artistas del vidrio, esta es una actividad que cultiva su paciencia, y al mismo tiempo le da la libertad de elegir hacia dónde quiere llevar esa pieza que será única e irrepetible: “Mi joyería se trata de creaciones irrepetibles hechas específicamente para ese momento y esa pieza, nunca voy a hacer otra igual porque es imposible. Además, lo hago con todo el corazón y el amor que le tengo al vidrio”.
Cilindro Vitrofusión hace tiempo que no cuenta con un espacio fijo para venta, pero en temporadas específicas puedes encontrarla en la Casa de las Artesanías o en redes todos los días: “estoy como Cilindro o Celín Arias, cualquiera de los dos. Quien necesite un regalo o desee estrenar joyería interesante, me puede escribir y con gusto los atiendo” .