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EL MISTERIO DE LOS RESTOS DE LOS HÉROES DE INDEPENDENCIA

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De la ignominia a la veneración y de la solemnidad a la exhibición fraudulenta

El 17 de septiembre de 1823, los restos mortales de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio Allende, Mariano Jiménez, Juan Aldama, Mariano Matamoros, Xavier Mina, Pedro Moreno y Víctor Rosales fueron llevados a la capital del país para ser depositados en la Catedral Metropolitana. Luego juntaron a más para tener un listado de 14 próceres independentistas. En 2010, los restos fueron llevados a la Columna de la Independencia. Fueron científicamente revisados y se comprobó que estaban revueltos y que entre ellos había huesos de niños, de una mujer y un venado.

Acompáñenme a conocer la truculenta historia de los venerados huesos de quienes nos dieron Patria, Libertad, “puentes” septembrinos y pretextos para vestirnos con grandes sombreros y ponernos briagos.

Todo empezó con un grito

El 16 de septiembre de 1810 inició una insurrección por una Nueva España independiente, pero mantenida como nación súbdita del rey español Fernando II. Los iniciadores fueron derrotados y ajusticiados en 1811. Las cabezas de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Mariano Jiménez y Juan Aldama fueron colocadas en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas. Ahí se quedaron mientras duró la guerra y fueron retiradas hasta 1821, cuando Agustín de Iturbide, el sanguinario criollo realista que diezmaba a los rebeldes, convenció al Jefe Político Superior de la Provincia de la Nueva España y se puso de acuerdo con los insurgentes Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria para dejar de darse de balazos e independizar a la “América Septentrional” (todavía no le ponían el apodo de “México”).

Las esquinas de la ignominia en la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato capital.

Una vez consumada la independencia, Iturbide faltó al acuerdo de que la nueva nación tendría como rey a Fernando VII y se hizo nombrar emperador. Inició una rebelión republicana. Presionado por los antimonarquistas, Agustín I abdicó el 18 de marzo de 1823. Fue entonces que los republicanos reinterpretaron la Historia Patria: hicieron de los iniciadores, y no de los consumadores, los héroes de la Independencia.

El 19 de julio de 1823 el Congreso Constituyente expidió un decreto para regresar la honra a los iniciadores y otros insurgentes. Las osamentas fueron exhumadas en Chihuahua, Guanajuato y Michoacán. Los llevaron a la capital de la República. Los restos fueron acomodados en un gran relicario que a su vez fue subido a un carro adornado, el cual fue conducido, con reverente solemnidad, del templo de Santo Domingo a la Catedral Metropolitana.

El 17 de septiembre de 1823, los restos mortales de Hidalgo, Morelos, Allende, Jiménez, Aldama, Matamoros, Mina, Moreno y Rosales fueron rescatados de diferentes lugares y llevados a la capital del país, para ser depositados en la Catedral Metropolitana.

Francisco Argándar, diputado por Michoacán y sacerdote que había sido insurgente, pronunció el elogio fúnebre para exaltar la gesta de quienes emprendieron la lucha por la libertad. Luego el relicario fue depositado en la Capilla de la Cena de la Catedral, de donde fue bajado a la cripta.

Ésta fue la contribución del estado de Guanajuato a ese momento histórico, marcado en el año 1823:

Julio 19. El Congreso del Estado de Guanajuato decreta el traslado de los restos de: Hidalgo, Allende, Aldama Jiménez, Mina y Moreno, a la ciudad de México.

Agosto 21. El Ayuntamiento de Guanajuato dispone que sea el 31 de agosto la exhumación de los restos de los primeros héroes de la Insurgencia.

Agosto 27. Son exhumados los restos de Francisco Javier Mina que se encontraban frente al Fuerte los Remedios en Pénjamo.

Agosto 31. Son exhumados los restos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, que se encontraban en el panteón de San Sebastián en la ciudad de Guanajuato, donde fueron colocados luego de bajar sus cabezas de la Alhóndiga.

Septiembre 1°. Los restos de Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Mina y Moreno son llevados a la ciudad de México.

Septiembre 3. Los restos de los próceres llegan a San Miguel de Allende.

Septiembre 3. Los restos llegan a Celaya al anochecer.

Septiembre 4. Los restos llegan a Apaseo el Grande.

Septiembre  17. Tras una ceremonia religiosa en el templo de Santo Domingo, los restos de los próceres fueron depositados en la Catedral Metropolitana de México.

Rumbo al Ángel de la Independencia

El gobierno republicano se comprometió a construir un monumento fúnebre en el templo para contener los restos, pero los conflictos que vivió el país a lo largo del siglo XIX lo impidieron. En 1895, a petición de algunas sociedades obreras, los restos de los próceres fueron trasladados a la capilla de San José, ahí mismo en la catedral. Cada año —durante las fiestas patrias—, autoridades, organizaciones patrióticas y escolares acudían a la capilla de la Catedral a rendir homenaje a los héroes.

En 1925, el entonces presidente Plutarco Elías Calles ordenó que los restos de los próceres llevados de Guanajuato a la capital, más otros tantos independentistas, fueran llevados al monumento a la Independencia en el Paseo de la Reforma, donde fue construido un mausoleo para contenerlos en varias urnas. Oficialmente fueron 12 héroes.

Traslado de los restos de los próceres, de la Catedral Metropolitana a la Columna de la Independencia, en 1925. (Fotografía: Archivo General de la Nación)

Homenaje nacional

Como parte de los festejos del Bicentenario de la Independencia de México (en realidad, del inicio de una rebelión autonomista), el entonces presidente Felipe Calderón dispuso que se rindiera homenaje a los héroes más importantes de esa gesta.

El 31 de mayo de 2010, con gran pompa y solemnidad, los restos fueron llevados de la columna de la Independencia al Castillo de Chapultepec para que les hicieran estudios antropológicos y de conservación y se permitiera su correcta identidad, pues se tenía el dato de que estaban revueltos y no se tenía la certeza sobre los restos óseos de Pedro Moreno y Víctor Rosales. Los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) dijeron al secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, que eran 14 y no 12 los héroes:

Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Jiménez, José María Morelos y Pavón, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Mariano Matamoros, Guadalupe Victoria, Andrés Quintana Roo, Nicolás Bravo, Javier Mina, Víctor Rosales, Pedro Moreno; nueve murieron durante la guerra de Independencia y cinco después de ella.

Realizados los estudios, el 16 de agosto de ese mismo año, los restos fueron trasladados a Palacio Nacional para que fueran exhibidos durante 11 meses. Otra vez la solemnidad: un contingente de carrozas y escuadrones de soldados a caballo y vestidos con uniformes ceremoniales, resguardó a los restos de los próceres de la independencia mexicana, guardados en urnas doradas de vidrio o de madera.

En el patio del Palacio Nacional los restos fueron recibidos por Calderón, sus ministros, representantes de los Poder Judicial y Legislativo y un centenar de invitados, entre los que se contaban algunos descendientes de los personajes insignes. Dos bandas militares entonaron el Himno Nacional y se ofreció un homenaje a “los beneméritos de la patria en grado heroico”.

Además de las osamentas fueron exhibidos el estandarte guadalupano de Miguel Hidalgo, el texto de los Sentimientos de la Nación, de Morelos; la silla presidencial de Benito Juárez, la bandera del Ejército libertador del sur comandado por Emiliano Zapata, la constitución de 1917 y el acta de independencia de México.

Restos revueltos, faltantes y falsificados

Los expertos encontraron los restos de Víctor Rosales y Pedro Moreno, pero estaban en las urnas de otros de sus compañeros de causa. Y había más “pequeños detalles”: descubrieron que los restos atribuidos a Mariano Matamoros correspondían a los de una mujer desconocida. Eso generó que no faltara quien manejara la hipótesis de que se trataba de un transgénero, pues era un sacerdote delgado y muy bajito, definido como excesivamente pudoroso.

Y no sólo los huesos estaban revueltos: en las urnas de otros héroes aparecieron huesos de niños y hasta de venado.

Muchos restos no estaban completos, pero no por la natural desintegración: alguien se los había llevado como reliquia en algún momento de la historia patria.

En la primera imagen, los cráneos de cuatro de los próceres (fotografía, Archivo General de la Nación). En la imagen central, el mausoleo de los Héroes de la Independencia en la Columna de la Independencia, a cuyas instalaciones regresaron los restos en 2010 (fotografía, INAH).

Felipe Calderón dio en 2010 carácter de “clasificada” a la información sobre los restos de los próceres de la Patria. Por eso las irregularidades fueron conocidas hasta 2013, cuando Calderón ya no era presidente y cuando Lujambio ya había fallecido (murió de cáncer en septiembre de 2012).

José Antonio Pompa, investigador del INAH, declaró a un medio extranjero: “cuando se realizaron las primeras exhumaciones, no se acostumbraba tener el cuidado que ahora se guarda”. Y añadió: “Fue un error desde 1895 cuando los cambian de cripta en la Catedral. A Mariano Matamoros nunca los revuelven con los demás porque eso hicieron, mezclaron en una urna general los restos de los héroes”.

El chiste es que no están todos los que son ni son todos los que están. Para consuelo guanajuatense: los huesos y calaveras de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez sí son legítimos. Dicen que cada septiembre se aparecen en sus respectivas esquinas de la Alhóndiga de Granaditas.

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